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Estadounidenses en la sociedad civil pinera de principios del XX

La avalancha de ciudadanos de origen estadounidense hacia la Isla de Pinos, a partir de 1899, marcó la sociedad civil de la pequeña ínsula del extenso archipiélago cubano durante las primeras décadas del siglo veinte.

A la par de la apropiación de terrenos, estructuración de poblados, enclaves productivos y comerciales, estos hombres y mujeres también promovieron la creación de sus propias instituciones socioculturales con un marcado carácter exclusivista.

La primera de esas agrupaciones fue la The Hibiscus Club, organizada en 1905 por unas 12 personas de origen norteamericano residentes en la localidad de Santa Fé.

A esta siguió la creación de los no oficiales The American Club, con más de una centena de miembros de ambos sexos; del The Bridge Club y del The Quiz Club, todos dedicados al esparcimiento y a la organización de celebraciones culturales, excursiones, prácticas de equitación y otros a partir de 1909.

El más amplio de los clubes estructurados en la etapa, The Pioneer Club, logró integrar a numerosos estadounidenses asentados en Nueva Gerona, donde estaba su sede, Columbia y Santa Fé.

La selecta membresía de ese grupo apenas se reunía de manera indistinta lo fine de semana para actividades de tipo social, como cenas, bodas, cumpleaños y celebraciones de toda índole.

Ante el empuje de la actividad comercializadora desde Isla de Pinos, y casi siempre con rumbo a Estados Unidos, también surgieron varias asociaciones vinculadas de forma directa a los negocios, pero que una que u otra vez promovían actividades de carácter social.

En ese grupo pueden destacarse la Bussines Man´s Asociation, la Columbia Comercial Club, San Pedro Industrial Club, la San Pedro Industrial Club, la Santa Fe Comercial Club y la Asociated Societies.

Al mismo tiempo, desde el primer decenio del siglo XX fueron fomentadas en varios poblados pineros escuelas para niños de padres estadounidenses, aunque en algunas de ella resultaron admitidos infantes de otras nacionalidades.

Una de los centros de enseñanza que alcanzó más renombre fue la St. Joseph´s Academy, cuya construcción contó con el concurso de los habitantes de Nueva Gerona y del párroco que oficiaba en la Iglesia Católica de ese núcleo urbano.

El claustro de esa escuela, en la cual se agruparon hembras y varones sin distinción de razas ni orígenes, estaba compuesto en su mayoría por monjas de la Orden Benedictina.

La St. Joseph´s Academy radicó hasta 1929 en el edificio construido en la intersección entre las calles Martí y 28, antes Andrés Acosta, que luego fue convertido en el Hotel San José.

Historiadores locales aseguran que en 1918 se creó en el poblado de Santa Bárbara la Mc Mahan Military School, encargada de preparar de forma militar y cultural sólo a niños norteamericanos y pineros blancos comprendidos entre los 7 y lo 13 años de edad.

La comunidad estadounidense establecida en la sureña ínsula del archipiélago cubano a principio del XX tampoco se privó de tener sus propio órganos de prensa, aunque tuvo que recurrir a las imprentas o editoriales radicadas en la capital de la República para su edición.

The Isle of Pines Appeal era el semanario oficial que circulaba en la colonia, mientras cada quince días se distribuía la revista The Isle of Pines Post.

Ambas, junto a otras publicaciones, como la Cuban Review y The Times of Cuba,

se hacían eco de la propaganda enfilada a estimular la inmigración estadounidense hacia ese territorio, para lo cual expresaban con frecuencia informaciones sobre sus supuestos progresos económicosociales y políticos.

La tendencia exclusivista de los norteamericanos asentados en Isla de Pinos se reflejó también en la salud pública, pues casi siempre priorizaban emplear o atenderse con los médicos y personal sanitario de su misma nacionalidad.

Esa particularidad se reflejó además en la actuación de las asociaciones o grupos que concibieron la construcción del cementerio de Santa Bárbara y del norteño poblado de Columbia, en aceptable estado de conservación.

La impronta religiosa de esos hombres y mujeres quedó gravada en esos sitiales mortuorios, pero también en la remodelación de una Iglesia Católica en Santa Fe y la creación de otras de tipo protestantes, como la episcopal y la metodista.

Aunque los colonos estadounidenses nunca lograron movilizar un enorme caudal de capitales en inversiones productivas, pues se dedicaron sobre todo a actividades de tipo especulativo, alcanzaron cuantiosas ganancias.

En virtud de la influencia adquirida por esa razón, esos ciudadanos de origen norteño, granjeros en su gran mayoría, se hicieron de manera progresiva del control de toda la vida políticoeconómica local.

El poderío alcanzado por algunos de ellos incidió en la aceptación del debate alrededor de la posible unión o anexión a Estados Unidos, lo cual se puso de manifiesto en la potergación, por más de dos décadas, del proyecto de análisis de la ratificación del Tratado Hay-Quesada en el seno del Congreso norteamericano.

Pese a la crisis económica evidenciada hacia 1926, como resultado del huracán que atravesó la isla de sur a norte y arrasó con casi todo lo que se cruzó en su camino, no se agotó la supervivencia del capital estadounidense en el ahora municipio especial.

La zona franca y turística especial creada a mediados de los treinta en él abrió nuevos espacios para la explotación y facilitó el acceso de nuevos geófagos provenientes del norte que mantuvieron su supremacía sobre los terratenientes cubanos del área.

Esa tendencia, que se mantuvo hasta 1959, cedió el paso a la transformación de las estructuras socioeconómicas y políticas de Isla de Pino, pero no a la desaparición total de los vestigios de una sociedad marcada por el paso de los hombres y mujeres oriundos de Estado Unidos.

 

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