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VIH/SIDA: espada de Damocles sobre millones de latinoamericanos

VIH/SIDA: espada de Damocles sobre millones de latinoamericanos
A pesar de campañas y estrategias políticas encaminadas a contrarrestar la incidencia del mortal Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH/SIDA), poco se logró disminuir su expansión por Latinoamérica.

Es más, la Organización Mundial de la Salud y del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/SIDA (ONUSIDA) prevén que el número de infectados por la pandemia desatada en la centuria anterior abarcará a casi 3,5 millones de personas en 2015.

Esta cifra superará con creces los dos millones de personas que procuran sobrevivir en el área a la infección del virus y, en otro orden, a la marginación social de que son objeto por cuenta de ello.

Cada año, el VIH/SIDA cobra 90 mil vidas en esta parte del mundo, pero en menos de una década podrían morir otros 1,5 millones de latinoamericanos y caribeños.

Especialistas coinciden en que el contagio de la enfermedad, aún sin posibilidades de cura, responde al panorama similar existente en la mayoría de estas naciones, sujetas a los esquemas neoliberales.

La creciente pobreza, migración, falta de liderazgo y homofobia, entre otros, se suma al pobre seguimiento de las autoridades sanitarias al problema en detrimento de los sectores más vulnerables.

Por lo general, los gobiernos de estos países esgrimen la escasez de recursos y las debilidades de las economías locales para justificar los limitados proyectos de investigación implementados al efecto y la reducida difusión de los posibles patrones de transmisión.

Otro problema que enfrentan los condenados por la epidemia es el dificil acceso a los medicamentos antiretrovirales, que pueden mejorar y hasta alargar en cierta medida su existencia.

En Brasil, por ejemplo, el gobierno articuló un programa destinado a ofrecer esos fármacos a los pacientes aquejados del virus, pero el ascenso progresivo de los precios de éstos por parte de las poderosas transnacionales farmacéuticas amenaza su futuro.

A su vez, mientras el gobierno de Luis Inacio Lula Da Silva procuró ahorrar en costos al manufacturar varios de los medicamentos más antiguos, algunos empresarios desestimaron la copia de nuevas preparaciones alegando respeto a las patentes establecidas.

Estos, en vez de actuar en función de aliviar a los enfermos de SIDA, negociaron con compañías farmacéuticas extranjeras para obtener mayores dividendos.

Contrario a lo previsto, la nación más pobre de este hemisferio y de mayor incidencia del VIH/SIDA, Haití, constató una leve parada en los ritmos de crecimiento, según varias fuentes.

Más, con una tasa de prevalencia en adultos de 3,8 por ciento, continúa clasificando como la nación más afectada del área con el 85 por ciento de los casos y como la segunda más alta en el mundo después de países del Africa Subsahariana.

Mientras, la República Dominicana registra un 1,1 por ciento, es decir, menos de un tercio de su vecino, con el cual comparte la isla La Española.

En lo que a Argentina respecta, la presencia del mal sufrió algunos cambios: antes liderado por homosexuales y personas dadas a drogarse por inyección, ahora abarca mayormente a los proclives a relaciones entre representantes de ambos sexos.

El 50,7 por ciento de los pacientes en ese país del cono sur adquirió el VIH/SIDA durante relaciones heterosexuales y las mujeres representan casi el 0,6 por ciento de infectados al finalizar 2005, según datos oficiales.

Caso particular constituye México, donde la propagación de la epidemia está ligada a hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, migración, la industria del sexo y el uso de drogas inyectadas cerca de la frontera con Estados Unidos.

Pese a que la pandemia en ese territorio norteño no se esparció tan rápidamente como se temía, los epidemiólogos aseguran estar preocupados por el contagio heterosexual en comunidades rurales.

La migración es otra fuente de preocupación para los especialistas, porque suele aumentar el riesgo del contagio: lejos de sus familias, muchos migrantes suelen tener más parejas sexuales, consumir drogas, alcohol y contratar trabajadores del sexo con mayor asiduidad.

Cual espada de Damocles, la enfermedad más temible de estos tiempos acecha a millones de latinoamericanos y, en especial, a los jóvenes, coinciden los entendidos.

Ya en 2004, había 40 millones de adultos e infantes viviendo bajo el riesgo de morir por el virus en el subcontinente, mientras que unos 510 mil fallecieron por patologías relacionadas con éste y 640 mil fueron infectados.

Como en otros órdenes, las mujeres llevan la peor parte en esta historia: la mortal enfermedad tiene mayor incidencia en ese sector poblacional que en sus contrapartes masculinos.

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