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Honduras: Sinopsis de un golpe de Estado

Por segunda ocasión en el siglo XXI -distintivo por el arraigo del discurso democrático y el giro progresista en el hemisferio occidental- un golpe militar pisotea la institucionalidad en un pueblo latinoamericano.

Honduras, nación que con mucho esfuerzo procura reconstruir la democracia hace dos décadas tras una treintena de años de dictaduras, es el escenario escogido por la cúpula castrense y por lo más conservador de la élite política para arremeter contra los proyectos transformadores de la realidad social en el área.

El motivo esgrimido: la intención del presidente constitucional Manuel Zelaya de conocer si la ciudadanía está de acuerdo o no de incluir una urna en los comicios generales de noviembre en torno a una Asamblea Nacional Constituyente y la reforma a la carta magna.

Según los núcleos más conservadores del ambiente político hondureño, el objetivo del gobernante es sentar las bases para legitimar su previsible reelección si se concretara un cambio en la ley fundamental de la República.

Fuentes militares propagaron también que “la captura de Zelaya obedeció a una orden judicial emitida después que se detectara la presencia de ciudadanos venezolanos y nicaragüenses en el país para participar como votantes en la consulta popular”, divulgó el diario El Heraldo.

Cuestionada la validez de estos argumentos sólo queda insistir en que la operación golpista desatada en las primeras horas del domingo 28 de junio de 2009 es injustificable de acuerdo con los principios fundamentales del Derecho Internacional Público y del Derecho Internacional Humanitario.

Primero: militares irrumpieron en la vivienda del presidente constitucional sin previo aviso a las 05: 30 de la madrugada, hora local, forzaron la puerta trasera del inmueble, realizaron varios dispararos, y golpearon a este y a su guardia personal.

Zelaya, en ropa de dormir, fue encañonado con armas de grueso calibre, obligado a soltar su celular, subido a un camión y conducido a una base de la Fuerza Aérea, donde fue colocado en un avión y enviado a Costa Rica.

Casi una centena de soldados con máscaras, cascos y vestidos de uniforme, cumplieron con la orden ilegal, contra su pueblo, contra su familia, contra su gente, testimonió el mandatario y agradeció al gobierno tico su hospitalidad en medio de tan graves circunstancias.

Segundo: aviones de combate sobrevolaron el espacio aéreo nacional, tanques, camiones blindados y otros medios de transportación, cargados de contingentes militares, tomaron las principales avenidas de la capital para implantar el terror y comenzaron a desplazarse por el resto del territorio.

Tercero: los golpistas intervinieron el Canal Estatal de Televisión de Honduras y, con el probable apoyo de los directivos de las principales empresas eléctricas y de comunicaciones del país, suspendieron el servicio para impedir la transmisión de informaciones hasta por vía de la internet. Luego cortaron la señal de otras televisoras locales y extranjeras, como Telesur.

Cuarto: los militares lanzaron gases lacrimógenos contra miles de personas que salieron a las calles a quemar llantas y realizar distintas acciones de protesta frente a la Casa Presidencial y otros puntos del país, en apoyo al gobernante secuestrado.

Quinto: periodistas, camarógrafos y otros agentes de la prensa nacionales y extranjeros, que cubrían los sucesos, fueron amenazados con armas y maltratados por los uniformados. En tanto, los canales televisivos y otros medios de difusión callaban lo que acaecía y sólo transmitían música.

Sexto, la mayoría del Congreso Nacional engañó al pueblo al esgrimir una supuesta carta de renuncia de Zelaya y nombró como mandatario provisional al presidente del órgano legislativo y ex candidato a la presidencia de Honduras por el Partido Liberal –el del gobernante secuestrado-, Roberto Micheletti.

Séptimo: los embajadores de Venezuela, Nicaragua y Cuba, en Tegucigalpa, fueron golpeados por soldados encapuchados a las 10: 15 de la mañana, hora local, cuando procuraban extender su inmunidad a la cancillera hondureña, Patricia Rodas.

Después, el representante cubano, Juan Carlos Hernández, y la Canciller Rodas, fueron conducidos en una camioneta sin chapa a una base de la Fuerza Aérea. El diplomático cubano fue reparado a la fuerza de Rodas y testimonió haber sido víctima de maltratos y amenazadas cuando los militares detectaron que hablaba por su celular con el Ministro de Relaciones Exteriores de su país, Bruno González Parrilla.

Hernández expresó su preocupación por la vida de Rodas, porque él fue liberado y lanzado desde un auto con cristales oscuros en una carretera aledaña a la base donde permanecía retenida Rodas, cercana al aeropuerto internacional, y aún se desconoce el paradero de la jefa de la diplomacia hondureña.

Decenas de funcionarios de la administración de Zelaya, periodistas y líderes de agrupaciones políticas y sociales padecieron la misma suerte en ese contexto, mientras se temía por la integridad de los 484 cubanos que despliegan labores humanitarias –médicas en su mayoría- en Honduras.
Octavo: a pesar de las irregularidades cometidas por los militares contra la institucionalidad de la nación, el Poder Judicial confirmó su respaldo a los golpistas y alegó que desde el viernes anterior al hecho, ordenó decomisar las boletas y urnas destinadas a la consulta popular promovida por Zelaya.

“El orden de derecho es lo que se pretende restablecer con esta acción”, declararon los representantes del órgano judicial, desatendiéndose de la inestabilidad desatada en el país por efecto de la asonada militar y al difundirse el secuestro y expulsión del mandatario constitucional.

¿Quién abrió la jaula a los gorilas hondureños cuando parecía que los golpes de Estado eran cosa superada en Latinoamérica? Aunque quedan por precisar responsabilidades, vuelven los fantasmas del pasado en la región.

“Honduras vive lo que Chile sufrió a raíz del golpe militar perpetrado por Augusto Pinochet contra Salvador Allende, en 1973″, declaró el candidato presidencial del país suramericano, Alejandro Navarro.

Por su parte, el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, reconoció que lo ocurrido es un golpe militar al estilo de los ocurridos en otras épocas históricas y en particular, al perpetrado contra el presidente venezolano Hugo Chávez, en abril de 2002.

Insulza demandó restablecer el orden constitucional en Honduras, mientras en medio de las denuncias en el foro acerca del hecho se nombró a un siniestro personaje: el ex Subsecretario de Estado norteamericano, Otto Reich.

Durante la Reunión Extraordinaria de los Cancilleres de la OEA, convocada de manera urgente el domingo en la sede de Washington, se conoció que Reich había contactado en ese ámbito a viejos amigos en suelo hondureño.

Medios de comunicación alternativos recordaron, además, que el viernes anterior al suceso que conmocionó al mundo funcionarios estadounidenses sostuvieron una reunión con oficiales de alto rango en el país.

El atentado de los militares contra la democracia en Honduras, registrado en medio de una era diferente en el continente, obra como llamado de alerta ante el probable destape de las fuerzas militares en contubernio con las élites políticas relegadas del poder en estas naciones.

Hace menos de un año, el gobierno constitucional en el territorio -primero en Centroamérica por la elevada incidencia de la corrupción, el SIDA y la violencia-, procuró el acercamiento a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y a Petrocaribe.

Al sumarse a estos mecanismos de integración regional, impulsados por la República Bolivariana de Venezuela, Zelaya mostró su interés de crear las bases para revertir la crítica situación nacional.

Más allá de los vínculos establecidos con estos instrumentos unionistas latinoamericanos, el mandatario cobró renombre a partir de su desempeño como presidente pro- tempore del Sistema de Integración Centroamericana en el segundo semestre de 2008.

Bajo su égida, el bloque istmeño llegó a importantes acuerdos, atravesados por la lógica del enfrentamiento a viejos lazos de sujeción a intereses foráneos y la urgencia de frenar la incidencia de la crisis estructural del capitalismo en estos países.

Su visita en este año a Cuba y la difusión de los pormenores de su conversación amistosa con Fidel Castro presumiblemente están incluidos entre los cargos esgrimidos para sacarlo por la fuerza de su casa y del gobierno, cuando le falta menos de un semestre para concluir y su gestión y entregar la presidencia.

El rancio anticomunismo alimentado desde los momentos más críticos de la Guerra Fría emerge en esta coyuntura y hasta los más escépticos miran con recelos la manipulación de la opinión pública por parte de los medios aliados de los militares golpistas y de su rostro civil, Micheletti.

En correspondencia, ningún gobierno del mundo reconoció hasta la fecha al gobierno de facto y si coincidieron en la condenada al revertimiento forzado del proceso institucional en Honduras.

Más, al toque de queda decretado por los usurpadores, lo cual limita las libertades democráticas y es interpretado como un intento por impedir que el pueblo continúe las protestas y su justo reclamo por el regreso del presidente legítimo, Zelaya.

¿Quién abrió la jaula a los gorilas hondureños cuando parecía que los golpes de Estado eran cosa superada en Latinoamérica? Aunque quedan por precisar responsabilidades, vuelven los fantasmas del pasado en la región.

“Honduras vive lo que Chile sufrió a raíz del golpe militar perpetrado por Augusto Pinochet contra Salvador Allende, en 1973″, declaró el candidato presidencial del país suramericano, Alejandro Navarro.

Por su parte, el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, reconoció que lo ocurrido es un golpe militar al estilo de los ocurridos en otras épocas históricas y en particular, al perpetrado contra el presidente venezolano Hugo Chávez, en abril de 2002.

Insulza demandó restablecer el orden constitucional en Honduras, mientras en medio de las denuncias en el foro acerca del hecho se nombró a un siniestro personaje: el ex Subsecretario de Estado norteamericano, Otto Reich.

Durante la Reunión Extraordinaria de los Cancilleres de la OEA, convocada de manera urgente el domingo en la sede de Washington, se conoció que Reich había contactado en ese ámbito a viejos amigos en suelo hondureño.

Medios de comunicación alternativos recordaron, además, que el viernes anterior al suceso que conmocionó al mundo funcionarios estadounidenses sostuvieron una reunión con oficiales de alto rango en el país.

El atentado de los militares contra la democracia en Honduras, registrado en medio de una era diferente en el continente, obra como llamado de alerta ante el probable destape de las fuerzas militares en contubernio con las élites políticas relegadas del poder en estas naciones.

Hace menos de un año, el gobierno constitucional en el territorio -primero en Centroamérica por la elevada incidencia de la corrupción, el SIDA y la violencia-, procuró el acercamiento a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y a Petrocaribe.

Al sumarse a estos mecanismos de integración regional, impulsados por la República Bolivariana de Venezuela, Zelaya mostró su interés de crear las bases para revertir la crítica situación nacional.

Más allá de los vínculos establecidos con estos instrumentos unionistas latinoamericanos, el mandatario cobró renombre a partir de su desempeño como presidente pro- tempore del Sistema de Integración Centroamericana en el segundo semestre de 2008.

Bajo su égida, el bloque istmeño llegó a importantes acuerdos, atravesados por la lógica del enfrentamiento a viejos lazos de sujeción a intereses foráneos y la urgencia de frenar la incidencia de la crisis estructural del capitalismo en estos países.

Su visita en este año a Cuba y la difusión de los pormenores de su conversación amistosa con Fidel Castro presumiblemente están incluidos entre los cargos esgrimidos para sacarlo por la fuerza de su casa y del gobierno, cuando le falta menos de un semestre para concluir y su gestión y entregar la presidencia.

El rancio anticomunismo alimentado desde los momentos más críticos de la Guerra Fría emerge en esta coyuntura y hasta los más escépticos miran con recelos la manipulación de la opinión pública por parte de los medios aliados de los militares golpistas y de su rostro civil, Micheletti.

En correspondencia, ningún gobierno del mundo reconoció hasta la fecha al gobierno de facto y si coincidieron en la condenada al revertimiento forzado del proceso institucional en Honduras.

Más, al toque de queda decretado por los usurpadores, en los últimos días, que limitó las libertades democráticas en extremo y fue interpretado como un intento más por impedir que el pueblo continue las protestas y su justo reclamo por el regreso del presidente legítimo, Zelaya.

 

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