Inconsistencias del mito europeo y de su opción mecanicista![]() El eurocentrismo arrastrado hasta nuestro tiempo derivó de la asunción pseudorreligiosa de la maternidad civilizatoria de Europa sobre el resto de la humanidad y del olvido de que su progreso provino del expolio a otros pueblos. Pese a todo, hay que reconocer que una civilización como la europea no puede existir por sí misma sin diferenciarse de las otras a través de alguna virtud o característica fundacional, admite el uruguayo Fernando Gutiérrez Almeira. "Lo que caracterizó y caracteriza a la civilización europea es el maquinismo, la casi obsesión y veneración constante hacia las máquinas", afirma. Esta relevante innovación tecnológica produjo un giro radical en la relación entre el hombre y la naturaleza al establecer la norma de la parcelación de la tierra según la capacidad de la máquina y no según la necesidad humana, recuerda. Pero un invento aislado, pese a su influencia retornante sobre la mente que lo ha creado, no es suficiente para estabilizar ampliamente un cambio mental. Estos creían que la mecanización de las actividades diarias, la sujeción del cuerpo y la mente a rutinas de control mecánico, era la vía más apropiada para disponer el alma hacia la perfección divina. El arado pesado apareció por obra de los miembros de esta orden católica, que alcanzó gran preponderancia durante los siglos X y XI, gracias al impulso de Carlomagno y de su hijo Ludovico Pío. "Primero bajo el imperio y luego bajo los auspicios feudales y papales, los benedictinos convirtieron con el tiempo su devoción religiosa hacia las artes útiles en una revolución industrial medieval", explica David F. Noble en su obra La religión de la tecnología, publicada en 1999. El maquinismo, con el transcurso del tiempo, alcanzó a todos los aspectos de la vida europea, desde la instalación por los benedictinos del primer órgano gigante en la catedral de Winchester, en la décima centuria. La máquina más compleja, conocida con anterioridad a la invención del reloj mecánico, conquistó la música para la causa de los mecanicistas antes de que estos dominaran la escritura y el lenguaje con la imprenta. Desde entonces, el sueño mecánico abarcó todos los aspectos de la vida europea, incluyendo la tortura y la eliminación de los condenados por herejes, enemigos o criminales, para los cuales fueron diseñadas la guillotina y las máquinas truculentas de la Inquisición. Los avances tecnológicos de la época sirvieron al perfeccionamiento de estos instrumentos de muerte, creados bajo confusos discursos humanistas, como en nuestro tiempo proliferan otros más sofisticados, en detrimento de las personas. El maquinismo permitió a los europeos utilizar sobre mujeres y hombres, la naturaleza y los demás pueblos, aparatos capaces de triturarlos y convertirlos en material para una dominación analítica y repetitiva, algo que en otras civilizaciones apenas llegó a gesto incipiente y sin futuro. Hoy siguen perfilándose sueños de robotización, expansión tecnológica extraplanetaria, desarrollo artificial de la inteligencia y las emociones, mixturas de la vida con las máquinas (los ciborgs), intrusión mecánica en lo orgánico (la bioingeniería), intervención técnica sobre la mente, entre otros.Sin embargo, igual se percibe en el estudio científico y en las consideraciones filosóficas la irreductibilidad de la incertidumbre, de la borrosidad de los límites, y de la vida en general a los estudios basados en la analogía mecánica. En esto se juega el futuro de la humanidad, puntualiza el investigador uruguayo, en sintonía con su par Roberto Hainard. "Se podrá hacer un muñeco más perfeccionado, más ligero, con articulaciones más numerosas. Dará indicaciones que estarán más cerca de la vida. Pero sin embargo será necesario cuidarse de tomar el muñeco por el hombre", alerta el autor de Naturaleza y Mecanicismo. Justo esto es lo que preconiza el mecanicismo legado por la "culta Europa", pilar esencial de la concepción más expandida bajo el signo neoliberal, del progreso ligado a la civilización industrial.
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PropuestasPeriodista con experiencias como corresponsal de prensa en Bolivia, Nicaragua, y Guatemala.
Licenciada en Educación especialidad Filosofía e Historia, con estudios de Doctorado en Ciencias de la Comunicación, de Maestría en Historia de América Latina, el Caribe y Cuba; y diplomada en Periodismo, Género y Comunicación, en Relaciones Internacionales, y en Problemas y retos de la Globalización en América Latina. Investigadora del Instituto de Historia de Cuba, con estancias en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (Costa Rica), en El Colegio de México y en la Universidad Nacional Autónoma de Managua (Nicaragua), y como periodista invitada de la Organización Internacional de las Migraciones. Premio Iberoamericano de Ensayo sobre las Libertades Laicas (México, 2010), Premio Margot Rosezensweig de Poesía de la Academia Mexicana de Literatura Moderna (México, 2003), y Premio de Mini-cuentos. Editorial Generaco Ltda. (Brasil, 2011) Temas
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