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La relatividad de las verdades acerca de Cuba

La relatividad de las verdades acerca de Cuba

(Polémica con el abogado peruano Marco Huaco Palomino, actual maestrante en Derechos Humanos en el Institut des Hautes Études Européennes (IHEE) de la Universidad de Estrasburgo, Francia.)

Don Marco,

Su respuesta no deja lugar a dudas. Mira una parte del problema y más que el diálogo, pretende erigirse en portador de una verdad absoluta cuestionable hasta en el más mínimo detalle.

En defensa de su posición esgrime el llevado y traído concepto de Democracia y se dice capaz de disentir de lo que los rectores de la información en el mundo difunden para hacernos creer que vivimos en una total libertad en ese sentido.

Como era de esperarse, espeta: "Tengo la fortuna de tener a plena disponibilidad mi libertad de información como para saber lo que sucede en su país sin necesidad de estar allá ni de creerme todas las leyendas negras inventadas por la burguesía internacional."

Estimado colega, la soberbia nunca es recomendable. Pero primero, una acotación entre libelas, lo negro no es sinónimo de fealdad o maldad, lo negro también es bello. Pareciera que es de los que desprecian a quienes exhiben ese color en su piel, por consiguiente, estaría descalificado de antemano para pronunciarse a favor de sus derechos o de otros sectores tan o más discriminados.

Mas, volvamos al asunto que nos ocupa en primer plano. Tanto recibir noticias por estas y otras vías no es exactamente sinónimo de estar bien informado. Recuerde que la sobresaturación de conocimientos puede provocar el efecto contrario. Máxime, si detrás obra también la intencionalidad de lograrlo y esa es una verdad más que probada en este siglo XXI.

Soy de las que goza de esa "libertad de información" en Cuba-si se refiere a la posibilidad del complicado y manipulador planeta que es la Internet- por mi trabajo como periodista de una agencia de prensa internacional.

Cada día desando sus avenidas procurando datos aquí o allá, pero tal vez de manera contraria a usted, siempre acabo sorprendida por tanta bazofia en línea.

La campaña mediática que ahora se refuerza contra el gobierno cubano comenzó hace más de un siglo y esta vez, los modus operandi poco distinguieron de los acostumbrados.

Primero, El Miami Herald, voz de la burguesía criolla frustrada y obstinada que escapó desde los momentos iniciales del proceso revolucionario con los millones de dólares que le robaron a este pueblo y creyó que en menos de un año retornaría a bañarse en Varadero, sin Fidel, por obra y gracia de sus amigos en Washington.

Luego -o casi al unísono- las agencias de prensa acreditadas en el territorio y El País, antes uno de los exponentes más notorios de un periodismo de altura y que lamentablemente devino en las últimas décadas adalid de las causas perdidas contra el gobierno cubano y cuanto huela a izquierda o progreso en Latinoamérica.

Usted lo cita: "Pero como bien sentencia el editorial del diario El País: "No se puede ser amigo de quien viola [los derechos humanos, no se puede seguir] reiterando el error de considerar los atropellos como accidentes de recorrido en la realización de una utopía."

¿Será posible, defensor de las libertades laicas? ¿Acaso desconoce cuántas veces El País estuvo del lado de los xenófobos, de los impulsores de la guerra en el Oriente Medio, de las transnacionales que ahogan a su pueblo y a otros tantos en el Tercer Mundo?

Peor aún, hermano latinoamericano, ¿desconoce todo el engranaje que se mueve detrás de una de las publicaciones que más despóticamente manipula las reacciones contra nuestros paisanos emigrados por esos lares?

Siento pena de verlo reverenciar a quienes forman parte de la gran maquinaria poscolonial que todavía mantiene atado el pensamiento de cientos de intelectuales de nuestras tierras al eurocentrismo que tanto daño causó y sigue causando en nuestras luchas por la total independencia.

José Carlos Mariátegui, José de Vasconcelos, Benito Juárez, José Martí, Simón Bolívar y tantos otros lo mirarían con pena por no rebasar a aquellos que decían batallar por sus pueblos y terminaban inclinando la frente ante quienes desprecian nuestras culturas, para seguir exhibiendo sus levitas en los salones de la "Gran Europa".

"Conozco Cuba pues he pisado sus calles y conversado con su gente. Usted está allá ¿y no ha visto lo que yo pude escuchar y ver en poquísimos días?, ¡me extraña mucho!."

Otra digna de ripostar. Gracias por el pie forzado. Conocer Cuba precisa de mucho más que "pisar sus calles y conversar con su gente...en poquísimos días".

Habla usted sin recato como el turista que, luego de apenas una semana de estancia en algún lugar, se siente en el derecho de autoproclamarse conocedor de la realidad de un país, de su institucionalidad, de sus culturas, y hasta de la forma de hacer, decir, y sentir, de sus pobladores.

Recuerdo a un profesor de sicología que siempre nos decía más o menos así: "Conocerás un árbol y podrás decir que conociste casi todos los árboles. Verás un ave y tendrás idea acerca de lo que son todas las aves. Pero podrás encontrar a una persona, convivir con ella por muchos años, descubrirles la mayoría de sus secretos, añoranzas,...y todavía no podrás decir que conociste a una persona".

Cada visitante de este u otro país se lleva la impresión que le transmiten los seres humanos con los cuales tuvo oportunidad de compartir y según lo que fue buscando al relacionarse con ellos. La genialidad está en cotejar fuentes, a la manera del buen investigador, para arribar a conclusiones más o menos aproximadas. Sin embargo, ni aún así podrá tenerse la verdad absoluta, si es que existe.

No descarto que se hayan cometido irregularidades en el caso de Orlando Zapato. Léalo bien: no lo descarto. Como comparto la urgencia de aclarar algunos puntos alrededor de su hoja de vida como civil y en prisión, su deceso y enterramiento. Ya admití antes que nuestra sociedad es perfectible, como todas las otras. Y aunque coincido en que la vida humana está por encima de cualquier cosa, ratifico que nunca será comparable este asunto con lo que acontece día a día en nombre de la Democracia, que usted enarbola.

Sus paseos por la red de redes deben haberle enseñado de los millones de hambrientos en el mundo, de la violencia sin freno, de los miles y miles de mutilados por minas antipersonales, bombas "inteligentes", y todo tipo de juguetes de muerte diseminados por el planeta por los principales defensores de ese paradigma nauseabundo, la gran parte de las veces enunciado por sus mayores violadores.

Don Huaco, otra vez mi sugerencia a servirse de la balanza. Es más fácil andar con el mazo, dando, que con la balanza, equilibrando.

En este mundo patas arribas, al decir del genial Eduardo Galeano, es un costo previsible la confusión y el desencuentro, incluso, entre personas que tal vez andan con la bandera en alto en distintas partes, por idénticas razones.

De cualquier modo, siempre se agradece la atención sobre nuestros problemas y hasta que una u otra sugerencia transmitida con las mejores intenciones. Sin embargo, concordará conmigo, que en última instancia corresponden a nosotros, los de esta parte, decidir nuestro destino.

Hasta este día, el extinto Orlando Zapata, el huelguista Guillermo Fariñas, el anunciado sucesor del drama Félix Bonne, las decenas de autoproclamados "periodistas independientes", los 200 "presos de conciencia", o la veintena de "Damas de Blanco" con sus nuevas seguidoras "Damas de Apoyo", todavía no logran acercarse al rango de mayoría.

Le garantizo que en esta tierra suman más los que rechazan sus actuaciones, que quienes las aplauden. La certeza de que buena parte de estos sólo buscan el beneficio de la bolsita y de los euros prima, y les resta credibilidad a los ojos del menos politizado de los cubanos y cubanas, si es que queda alguno.

Por último, créame que poco ofende al culparme de defender el proceso revolucionario y pecar de "silencio" ante esas muertes. Relea cada línea del mensaje anterior que le envié y si el tiempo le alcanza, procure más salido de mi intelecto por la red de redes. Será fácil encontrarlo.

No dialoga usted con una de esas periodistas o intelectuales cubanas que andan por el mundo con los ojos vendados. Mejor pregúntese porqué prefiero pasar por alto, de momento, dejar sentado en blanco y negro el análisis pormenorizado de lo que acontece en estos días.

Quién sabe. Tal vez en un futuro cercano le lleguen noticias mías y sobre lo que pienso en relación con ello. Por ahora, prefiero observar, escudriñar, respirar todas las rachas de viento que soplan y no lanzarme precipitadamente a dar conclusiones, como usted.

Cada cosa en su momento.

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