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La suerte del diablo en Bolivia

La suerte del diablo en Bolivia

  El Diablo, además de ejercer su jurisdicción sobre el extenso territorio celeste conocido como Infierno, posee un vasto patrimonio en la tierra y parte de este será una casa –museo en Bolivia.

  Contrario a la tradición judeocristiana, que lo condenó por liderar a los ángeles rebelados contra Dios y desde entonces lo presentó como el príncipe de la maldad, el imaginario popular de este país suramericano lo venera.

  De modo particular, en las regiones mineras andinas, los dedicados a esas actividades y sus familiares le rinden ofrendas para garantizar que este proteja sus vidas cada vez que ingresen a los socavones, donde suponen, tiene su reino la deidad.

  Una danza folclórica sirve de pretexto para invocar la gracia del príncipe de las tinieblas en la ciudad de Oruro, reconocida como la capital folclórica de Bolivia.

  La diablada es el mayor atractivo de la Entrada Folclórica del Carnaval de Oruro y junto a otros bailes típicos del área es Patrimonio Cultural e Intangible de la Humanidad del Fondo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), desde 2001.

  Grotescas caretas multicolores, de ojos saltones y con enormes cuernos, son los principales accesorios de quienes representan los siete pecados capitales, de la tropa de diablos, de la Ch’ina Supay (diablesa) y del Ángel, principales figuras en la escenificación de la lucha entre el bien y el mal.

  Pero más allá de este ritual festivo, la deidad contará con un hogar en el sur de la capital folclórica, en el cual serán exhibidos máscaras, trajes y maniquíes que lo simbolizan.

  El Museo del Diablo mostrará la historia, la simbología y tradición de la danza de la diablada, según un proyecto que forma parte del Plan de Salvaguarda del Carnaval Orureño, financiado por la UNESCO.

 

-OTRAS PROPIEDADES DEL DIABLO EN LA TIERRA

  Con estas propiedades en tierra boliviana, el dios de la maldad sumará a su patrimonio una posesión más, si se consideran los múltiples sitios que recuerdan su influjo en todas las culturas del mundo.

  La caribeña Isla del Diablo, en la Guayana Francesa, es quizás el más famoso más no el único llamado así o comparado con el espíritu del mal: la panameña Isla de Coiba, la colombiana Gorgona, la italiana Isla de Pianosa, entre otras, también corren esa suerte.

   La pequeña ínsula rocosa situada al norte de la Guayana Francesa se granjeó el seudónimo al ser convertida por Francia en una colonia penal desde 1852 hasta 1946.

   Durante esos años, arribaron en distintas oleadas 56 mil prisioneros galos al siniestro lugar, considerado por muchos de ellos un destino sin retorno, por la escasa salubridad y los maltratos que causaron la muerte de centenares de reos.

  La Isla de Coiba, al oeste de Panamá, también albergo por casi un siglo un reclusorio, donde el hacinamiento, las torturas y los maltratos estaban a la orden del día, tipo Isla del Diablo, por lo que indistintamente era llamada así.

  Otra de las posesiones atribuidas al Diablo es la colombiana Isla de Gorgona, en el Pacífico, donde se construyó una colonia carcelaria a finales de los 50 del XX por orden del ex presidente colombiano, Alberto Lleras Camargo.

  La isla resultaba ideal para construir allí un infierno terrenal: unos pocos kilómetros de tierra, cubiertos por cerros selváticos de hasta 300 metros de altura, donde pululaban las serpientes venenosas, rodeados por aguas oscuras y profundas habitadas por varias especies de tiburón.

  Por esas razones, pronto muchos bautizaron a la ínsula colombiana como La Isla Maldita, done algunos condenados se suicidaron; otros planearon fugas imposibles y los más, se prepararon para sobrevivir a los peores tormentos.

  Del otro lado del Atlántico, bordeando la península itálica, se encuentra la Isla de Pianosa, territorio de paso entre el continente europeo y el macizo Sardo Corso, además de sucursal del diablo desde mediados del XIX.

  En la pasada centuria la ínsula fue convertida en colonia penal y luego transformada en cárcel de máxima seguridad, donde fueron encerrados los capos más peligrosos de la Cosa Nostra, del calibre de Totó Riina.

  También en la región más austral del mundo se encuentra la ciudad argentina de Ushuaia, considerada tierra del Diablo aunque su nombre en lengua Yámana significa "bahía penetrando al poniente".

  En 1902, la autoridades de se país construyeron allí una prisión para reincidentes como el estafador Juan Dufour, uno de los pocos que escapó del terrible reclusorio en la Guayana Francesa; el primer asesino serial argentino, Mateo Banks, y el infanticida Cayetano Santo (El Petiso Orejudo).

  El espíritu del mal -representado por el alemán Goethe como Mefistófeles- inspiró también a poetas, escritores, cineastas, compositores y artistas en general, entre cuyas obras alegóricas podrá inscribirse este regalo de bolivianas y bolivianos.


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