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Red al rescate de los estudios de género en Centroamérica

Red al rescate de los estudios de género en Centroamérica

Múltiples son los estudios desarrollados en las últimas décadas sobre cuestiones de género y luchas femeninas, cuyo rescate estará a cargo de la Red Centroamericana de Centros de Documentación en Derechos de las Mujeres.

El proyecto, cuya sede regional esta ubicada en el Centro de Investigación en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica, implicará a luchadoras por la reivindicación de los derechos de las féminas y a seguidoras de la problemática desde distintas esferas del saber.

Organizaciones feministas, instituciones públicas y universidades de los países istmeños, aportarán fondos a una colección que pretende erigirse en fuente esencial de consulta de quienes pretendan acercarse a las temáticas relacionadas con las mujeres y su batalla contra el sistema patriarcal.

La red impulsará, además, el empoderamiento de los centros dedicados a abordar estos tópicos y de sus profesionales como responsables de la recopilación, organización y transmisión de la memoria histórica del movimiento feminista y de las representantes del mal llamado “sexo débil”.

Según las organizadoras, el plan contempla involucrar a todas y todos los asociados en la difusión de la información sobre la lucha por la promoción de los derechos humanos de ellas en Centroamérica.

La nueva Red Centroamericana de Centros de Documentación en Derechos de las Mujeres agrupará resultados investigativos generados en la región y en el mundo acerca de las problemáticas de género.

De ellos podrán servirse quienes desde diferentes ángulos de la práctica social, pretendan profundizar en las problemáticas de las féminas y contribuir a generar propuestas o denuncias tendientes a acabar con la falta de equidad y otros males en detrimento de ellas en estas sociedades.

Las mujeres centroamericanas lograron integrarse más al desarrollo económico, social y político de estos países en las últimas décadas, pero padecen todavía por la discriminación en la región más violenta del mundo, según la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito.

Cifras de la Colectiva Feminista de El Salvador, del Centro de Derechos de las Mujeres de Honduras y de la Asociación de Mujeres de Guatemala, reflejan que sólo en estos territorios del Triángulo Norte fueron asesinadas mil 530 de ellas, en 2010.

Estos crímenes están emparentados con la visión patriarcal que las condena a la sumisión con respecto a sus congéneres masculinos y son resultados directos de la marginación entre ambos sexos, concuerdan representantes de estas organizaciones civiles.

Muchas de las integradas en esas agrupaciones recibieron la influencia de los aportes en las ciencias sociales, que incorporaron los estudios de género y la asunción de este como categoría social en los decenios finales del siglo XX.

Desde 1949, el concepto género apareció explicado en El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, pero sólo circuló en el mundo académico y en el discurso feminista con significado propio al transitar los años 60, afirma una de las especialistas destacadas en la rama, la mexicana Marta Lamas.

A partir de entonces, el género entendido como una acepción específica y distinta de la caracterización tradicional del vocablo que alude a tipo o especie, devino una de las contribuciones teóricas más significativas del feminismo contemporáneo y del quehacer intelectual.

Esta categoría analítica explica las desigualdades entre mujeres y hombres, enfatiza en la multiplicidad de identidades y en la comprensión de que lo femenino y lo masculino se forman a partir de una relación mutua, cultural e histórica, de acuerdo con la argentina, Susana Gamba.

Desde esa perspectiva, agrega, el género supone un enfoque globalizador o transdisciplinario, porque remite a rasgos y funciones sicológicas y socioculturales atribuidas a cada sexo en un momento histórico y sociedad dados.

La problematización de las relaciones de género logró romper con la idea del carácter natural de las mismas y visibilizó que las elaboraciones históricas acerca de estos son sistemas de poder, con un discurso hegemónico y pueden dar cuenta de la existencia de los conflictos sociales.

Lo femenino o lo masculino no se refiere al sexo de los individuos, sino a las conductas consideradas femeninas o masculinas, enfatiza Gamba.

La “perspectiva de género” impactó el mundo académico y las políticas públicas en América Latina casi en los años 90, con lo cual progresó el cuestionamiento alrededor de ciertas prácticas, símbolos, normas y valores, elaboradas sobre la base de diferencias anatómico-fisiológicas.

Con su labor, especialistas y luchadores por los derechos de las mujeres mostraron las incongruencias de determinadas representaciones estructuradas por las sociedades que signaron las relaciones entre las personas, en detrimento del respeto a los derechos humanos de cada ser.

El coautor de Mujeres Latinoamericanas en Cifras, Enrique Gomariz, asegura que esas referencias permiten analizar desde planos distintos el conocimiento acumulado y aceptar como reflexiones sobre género las relativas a efectos y significados de pertenecer a un sexo u otro.

Para el sociólogo, los estudios de género son las producciones de conocimientos centradas en el análisis de ese ámbito de la experiencia humana, a los cuales podrá accederse gracias a la Red Centroamericana de Centros de Documentación en Derechos de las Mujeres.

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