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Cuba, radiografía de un camino zigzagueante

Cuba, radiografía de un camino zigzagueante

 ¿Ha tenido la Revolución desde su inicio una política definida de desarrollo? ¿Cuáles serían sus rasgos distintivos? Estas y otras interrogantes fueron respondidas en el Último Jueves de la revista Temas, en la sala Fresa y Chocolate, del ICAIC.

La sociólogo Mayra Espina, Oficial de programas de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), y miembro del Consejo editorial de Temas, sirvió de moderadora al panel, integrado por Rogelio Torras, economista; Patricia Rodríguez Alomá, arquitecta y directora del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana; Ada Guzón, arquitecta y directora del Centro de Desarrollo Local (CEDEL); Elena Nápoles, profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

“En esos inicios, varios especialistas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) traen a Cuba las ideas del  economista argentino Raúl Prebisch, quien en los años 30 y 40 del siglo pasado planteó el problema del intercambio desigual entre los países desarrollados y los subdesarrollados, y propuso industrializar a las naciones subdesarrolladas, para mejorar las exportaciones con productos manufacturados, sustituir importaciones y posteriormente elevar el nivel de vida. Esas concepciones fueron transmitidas a los dirigentes cubanos. Ellos las ratificaron porque en 1960 llega a la Isla Anastas Mikoyán, con una delegación soviética, y defiende la industrialización. En consecuencia, la primera concepción en política de desarrollo en el país después de 1959 es industrializar. Con ese fin se le pide a los trabajadores 4% de su salario”, rememoró Rogelio Torras.

“En aquel momento [1961] la industrialización fue un desastre. Porque se compraron supuestas fábricas que en realidad eran tallercitos con insumos importados; es decir, no tenían peso en la economía y caían en la necesidad de pagar divisas para importar. Es necesario aclarar que no basta con crecer, el desarrollo implica cambios estructurales, a mediano y largo plazos”.

Patricia Rodríguez Alomá puntualizó que el desarrollo debe ser integral y tocar disímiles dimensiones: culturales, medioambientales, económicas, sociales… “Desde el punto de vista del ordenamiento territorial, sí hubo una política muy interesante en los primeros años de la Revolución, con el quehacer del Instituto de Planificación Física. Se descentralizaron actividades que antes estaban concentradas en La Habana; por ejemplo, se incrementaron los servicios médicos y las universidades. Esto frenó el éxodo de personas hacia la capital del país”.

Aspectos negativos y otros positivos expuso Ada Guzón: “Hubo políticas incompletas, casi siempre sectoriales, que tuvieron una expresión física en el ordenamiento territorial. Como consecuencia se produjo una gran transformación de las zonas rurales, pues mejoraron las condiciones de vida de la población y se crearon empleos vinculados a grandes planes agropecuarios que se fueron desplegando. Al mismo tiempo, en el proceso de industrialización algunas ciudades se convirtieron en centros regionales por el peso de su industria y el desarrollo que fueron alcanzando; esa fue la base de la posterior división político-administrativa, aprobada en 1975, que generó el fortalecimiento de un conjunto importante de capitales provinciales y de ciudades intermedias”.

Se pensó el desarrollo en el plano económico, lo cual es esencial en un país que está intentando salir de una condición de dependencia; pero igualmente fue tenida en cuenta la necesidad de obtener consenso y de llevar adelante políticas asociadas al desarrollo humano, de manera que los cubanos y cubanas tuvieran acceso a recursos, servicios, y una vida más digna, comentó Elena Nápoles. “Aunque en Cuba no se había escrito una política de comunicación, como ocurrió en otros países, lo cierto es que se puede apreciar la voluntad de determinadas instituciones —a través del discurso de los medios y experiencias de comunicación para el desarrollo, las cuales probablemente no se pensaban como tales— de afianzar la idea del carácter colectivo de las transformaciones, generar aprendizajes sobre cómo lidiar con las nuevas realidades del país, y crear conciencia”.

Llegados aquí, la moderadora hizo el primero de sus resúmenes: “Hay consenso en el panel en cuanto a que en ese momento existe una política cuyos ejes fundamentales son la industrialización, el ordenamiento territorial y su institucionalización, con consecuencias como la descentralización de servicios, fuertes transformaciones locales y una política de desarrollo que incluye dimensiones sociales, culturales, e hizo énfasis en la comunicación educativa. También han enunciado lo que les parecen debilidades, entre ellas el desastre de esa industrialización”. Luego preguntó: ¿Fueron coherentes esas políticas de desarrollo en los siguientes años de Revolución?

Pasitos para adelante, pasitos hacia atrás…

Según Rogelio Torras, un país puede elaborar una buena política e implementarla mal, o de manera correcta; o preparar una política errónea e implementarla bien, a tenor de esos conceptos equivocados. “Nosotros tenemos de todo eso. En 1961 se desmontan 20 000 caballerías de caña (268 000 hectáreas), porque se iba a industrializar la Isla; esto afectó la exportación de azúcar y generó un grave problema. La siguiente política que se adopta fue tomar las producciones azucareras como pivote del avance económico.

“En el plano nacional las políticas de desarrollo han estado sujetas a los ‘avatares de la situación’: Cuba tiene una extrema dependencia externa y en cierta etapa el precio del azúcar era determinante; además, la enemistad de nuestro vecino del Norte ha condicionado en general las políticas de desarrollo del país. Para los objetivos planteados por la nación la riqueza nacional no era suficiente, pero encontramos una fuente externa de recursos adicionales, eso condicionó la mentalidad de vivir por encima de las posibilidades. Durante muchos años se acumuló una deuda gigantesca con los países socialistas, que recientemente se diluyó. Luego de los 90, otros amigos nos han dado créditos, más las remesas, y la nación ha seguido acomodándose a recibir del exterior”.

La directora del Plan Maestro recalcó que la producción azucarera cubana es un ejemplo claro de que las políticas de desarrollo en Cuba “han sido permanentemente zigzagueantes. No hace mucho asistimos al desmontaje de esa industria. Se cerraron los centrales porque se dijo que había bajado el precio del azúcar; sin embargo, de haber existido una política multisectorial, hubiera sido posible diversificar las líneas productivas”. En otros sectores (entre ellos la cultura) sí ha habido una estrategia bastante coherente y se han visto resultados exitosos, añadió.

Las políticas aplicadas han sido por lo general universales, poco diferenciadas en relación con las características de las regiones a las cuales están dirigidas, aseveró Ada Guzón. En consecuencia, muchas veces se han obtenido efectos contrarios a los buscados. Por ejemplo, ya en los años 70 había un enorme éxodo de la población de las zonas rurales hacia las capitales provinciales y otros asentamientos urbanos. “Hubo territorios que se quedaron atrás; al implementarse políticas universales siguió reproduciéndose la brecha entre los más avanzados y los de menor desarrollo. Las localidades no han podido adaptar a sus realidades dichas políticas; debió hacerse en los municipios, pero estos sólo ejecutaban decisiones tomadas en niveles superiores”.

Es necesario reconocer, afirmó Elena Nápoles, que es difícil establecer estrategias coherentes “cuando el ambiente externo, si bien posee claves que se mantienen a lo largo de toda la historia de la Revolución, al mismo tiempo presenta elementos imprevistos”. No obstante, otro aspecto medular ha incidido en el nivel de coherencia y adaptabilidad de las políticas: “Se supone que planificamos a partir de una situación deseada, la cual nos dice qué rutas debemos tomar para llegar a ella. En la medida en que la posibilidad de definir los rumbos de esa situación se abre a diferentes grupos, o por el contrario se concentra en determinados núcleos, más rico será el universo o, en contraposición, más cerrado será, posiblemente, ese diseño. Si al principio de la Revolución hubo una apertura importante a la participación popular, después esta se fue constriñendo a ciertos espacios. Otra limitante tiene que ver con las instituciones, con su capacidad para transitar unas con otras por todas las fases del proceso. Se han perdido competencias para trabajar integradamente. Se dedica mucho tiempo a la planificación de las políticas, pero hay que darle la misma importancia a su ejecución y evaluación, las cuales no han sido seguidas siempre de modo suficiente.

Desde el buró no se vale

De acuerdo con la moderadora, los principales cuestionamientos del público giraron en torno a la falta de diversificación de la economía, la debilidad de los actores locales, la centralización, el voluntarismo, la escasa participación popular y situar la coyuntura por encima de la estrategia.

Un economista, quien perteneció al grupo de cepalinos,  recordó durante las intervenciones del público que los líderes del país nada sabían realmente sobre cómo desarrollar la economía. Incluso jóvenes de diecinueve años fueron nombrados administradores de empresas. Hemos pasado por varias etapas: la implementación del programa del Moncada, la sovietización de la economía, el período especial, y ahora se está tratando de hacer borrón y cuenta nueva, opinó.

Un colega suyo manifestó que desde los primeros momentos la Revolución impulsó el desarrollo social en todos los campos, en tanto otro especificó que el concepto de desarrollo comprende tres grandes conjuntos: lo económico, lo social y lo medioambiental.

A pesar de los errores, el proceso de construcción del socialismo nos ha dejado saldos favorables. Sin embargo, hay que replantearlo, si el cuestionamiento no es profundo, seguiremos arrastrando las mismas dificultades, agregó.

 

La sala Fresa y Chocolate volvió a colmarse de un público interesado en dialogar.

La sala Fresa y Chocolate volvió a colmarse de un público interesado en dialogar.

 

Alguien argumentó la necesidad de eliminar la monoproducción, la monoexportación y el monomercado. Mientras unos destacaron que la justicia social ha sido una constante en la política de desarrollo cubana y no se debe abandonar, pero depende de la sustentabilidad económica, a alguno inquieta el “actual pragmatismo” de dicha política y que esto represente un retorno al capitalismo; unido al hecho de que muchas medidas se están tomando sin consultar antes directamente con el pueblo.

La localidad debe poder planificar de manera transversal, según sus necesidades. Será posible en la medida en que los gobiernos locales se fortalezcan; hasta ahora han sido muy débiles, dependientes de los recursos que vienen desde arriba. Durante casi todo el tiempo la planificación ha sido “de buró”, tomada por los técnicos, sin involucrar a las personas que viven en los territorios. El desarrollo local es la piedra angular sobre la cual reside la oportunidad de salvar nuestro socialismo, se escuchó.

Asimismo que, a la par de impulsar la prosperidad económica de los municipios, urge fortalecer la comunicación entre los seres humanos. La telefonía, el transporte, y el acceso a Internet, están mal implementados, dijeron.

Como siempre sucede después que habla el público, las intervenciones de los panelistas abrieron el diapasón, para intentar responder o comentar los cuestionamientos.

Rogelio Torras se remontó a 1984, cuando el gobierno cubano creó el “grupo central”para dirigir la economía. Entonces ya se criticaba la falta de integralidad del plan y la poca participación de los trabajadores. “En cuanto a la manera en que se implementan  los Lineamientos, lo que sucede es que el país está transitando de una extrema centralización a la descentralización; es un proceso complejo que se puede ir de las manos en cualquier momento. Por eso se va soltando de pedacito en pedacito, poco a poco. Los chinos empezaron a utilizar el mercado para una economía de planificación y terminaron con una economía de mercado”, reflexionó.

Si la ciudadanía no está suficientemente informada, su participación va a ser un acto demagógico. Cuando sí lo están, los cubanos poseen un gran potencial creativo “y eso se debe tener en cuenta a la hora de encauzar políticas de desarrollo”, consideró Patricia Rodríguez.

A la localidad, al municipio, volvió a referirse Ada Guzón. En Cuba ese último “se desdibujó. ¿Cómo va a avanzar si no tiene un sistema de planificación de su propio desarrollo? Por el contrario, todo el mundo le dice cómo debe actuar. Para mí, la activación del espacio municipal tiene que ver con la descentralización —eso ya se dijo en 1974 como elemento esencial en la creación del Poder Popular—, el fortalecimiento de sus estructuras, la dinamización de la economía local, y con la activa participación de los pobladores. Si se analizan los Lineamientos se ve que buena parte de las transformaciones involucra a los municipios”.

Conformar una  cultura cívica que permita definir entre todos qué tipo de desarrollo local se quiere, cuál es la alternativa diferenciada y al mismo tiempo orientada hacia lo que el país ha venido haciendo, debe constituir una prioridad, razonó Elena Nápoles. “Los ciudadanos debemos hablar entre nosotros y con nuestros representantes. La mayoría de quienes están valorando el desarrollo local en Cuba se muestran de acuerdo en cuanto a que el Poder Popular debe liderar ese proceso, pero la realidad es que las personas, en muchos casos, no sabemos quiénes son nuestros delegados, el presidente de la Asamblea municipal, cuándo esta o el Consejo Popular se reúnen, cuáles son los temas del orden del día y los acuerdos. ¿Cómo es posible construir colectivamente alternativas de desarrollo si no tenemos este ABC?”

 

Oteando el horizonte

La última interrogante de Mayra Espina —¿hacia dónde vamos?— incluyó varias puntualizaciones: “a Patricia me gustaría preguntarle sobre las consultas públicas organizadas por la Oficina del Historiador y el impacto de estas en las políticas de desarrollo. A Ada, cuánto se ha municipalizado y qué faltaría. Y a Elena, cómo los medios de comunicación cubanos contribuyen al progreso de la Isla”.  

En Cuba ha habido buenos rumbos que se han abandonado. Para llevar adelante un desarrollo apropiado hay que evitar la desmemoria, aprender de las experiencias positivas y de las negativas, sugirió Rodríguez Alomá.

“Hace veinte años en el Centro Histórico de La Habana se tomó la decisión de descentralizar la economía del lugar, para facilitar el desarrollo integral. El proceso ha sobrevivido y ha tenido resultados loables. Pienso que fue por adoptar una política integradora, no concentrarnos en una sola esfera, y tener como punto básico el desarrollo humano.

“Como se ha dicho, no es lo mismo planificación que gestión del desarrollo. En esto último tienen que estar implicados muchos actores. Cuba posee los canales necesarios para esa participación, pero no se han utilizado bien. En el Centro Histórico adoptamos un plan elaborado por técnicos, no participativamente, como debiera ser, pero sí realizamos consultas públicas. Asistí semanas atrás a un ejercicio de construcción de ciudadanía: en una reunión decenas de personas debatieron qué hacer por su barrio y con qué recursos; allí estaban sentados el sector público, el privado, todos los actores implicados; incluidos el delegado y el presidente del Consejo”, relató la dirigente del Plan Maestro.

“Percibo signos alentadores en lo que está ocurriendo en el país. Un ejemplo positivo: en otros momentos, determinados experimentos se generalizaron en toda la Isla, como el de la educación (en la primera década de este siglo), que fue un fracaso; sin embargo, hoy las acciones de descentralización están siendo probadas en las provincias de Artemisa y Mayabeque. Igualmente observo nuevas corrientes económicas: emprendimientos solidarios, empresas con responsabilidad social, entre ellas la Oficina del Historiador; esa responsabilidad la veo asimismo en pequeños emprendedores”.

Por su parte, Ada Guzón cree de modo apasionado en que Cuba marcha hacia un modelo donde el espacio municipal se incorpora activamente al desarrollo, a partir de la autogestión y de la movilización de los potenciales locales. “En los municipios el creciente sector no estatal puede desempeñar un papel fundamental en la dinamización de la economía local”, enunció. Para que tal proyecto fructifique el gobierno del territorio “debe sentirse ante todo un servidor público, concepto que hoy no está suficientemente interiorizado”; y la población necesita tener la posibilidad de participar y controlar el proceso.

“También es impostergable desarrollar capacidades a escala local, hay personas muy instruidas, pero no todas están preparadas para adoptar soluciones novedosas y audaces viejos problemas. Eso conlleva creatividad e innovación”, concluyó la panelista.

En cuanto a la “comunicación para el desarrollo”, Elena Nápoles aprecia que “tiende a verse como educación para la salud, o para el cuidado del medioambiente. Pero el desarrollo es también un proceso de empoderamiento de la gente, de potenciación de las oportunidades y las capacidades de las personas; por lo tanto,  tiene que ser una comunicación más propositiva. No solo deben existir los medios masivos; sino una comunicación comunitaria cara a cara; los cubanos tienen que verse, hablar y ejercer el debate, extender la práctica de la deliberación pública. La consulta no es deliberación pública. En la actualidad a los medios tradicionales se pueden sumar medios ciudadanos, en Cuba hay potencialidades para ello”.

Dos aspectos fundamentales quiso destacar Mayra Espina antes de concluir el encuentro: “Un ingrediente de esa nueva visión del desarrollo que necesitamos es una gestión que se separe de la práctica del arriba hacia abajo y logre un modelo más horizontal. A la par, el progreso territorial no puede quedar como una solución de emergencia o un hermano menor y no estar insertado con toda legitimidad en la política nacional de desarrollo. Esto es parte de los actuales reclamos del país”.

(Por Tania Chappi. En: http://temas.cult.cu/blog/201311/radiografia-de-un-camino-zigzagueante/)

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