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Por un mundo sin municiones de racimo, llamado desde Costa Rica

Por un mundo sin municiones de racimo, llamado desde Costa Rica

Con un llamado a reforzar la cooperación internacional, indispensable en la rehabilitación de las víctimas, concluyó en Costa Rica la Quinta Reunión de los Estados Parte de la Convención sobre Municiones en Racimo.

Durante el encuentro, celebrado del 1 al 5 de septiembre en San José, los participantes concordaron en la necesidad de seguir batallando por sumar más países a ese acuerdo, vigente desde agosto de 2010, tras ser presentado por organizaciones sociales y el Gobierno de Noruega.
Paso de avance registrado en ese sentido fue la declaración de Centroamérica como primera zona libre de municiones en racimo en el mundo, anunciado en el ámbito de esta cita.
Otro momento puntual en la quinta reunión fue la confirmación de que Belice y la República Popular del Congo se adhirieron al acuerdo contra la producción, comercialización y uso de las municiones de racimo, que acabaron con la vida de 55 mil seres humanos en el último lustro.
Los principales productores de esos instrumentos mortales -usados por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)- son Estados Unidos, Israel, Paquistán, Rusia e India, asegura la Coalición Internacional contra estas armas.
Las condenas a esos armamentos prevalecieron en el cónclave efectuado en Costa Rica, país que ratificó la convención el 28 de abril del 2011 y funge como presidente temporal de ese mecanismo hasta 2015.
Autoridades del Gobierno de esta nación centroamericana concordaron en sus discursos en estas jornadas que desde ese puesto tratarán de impulsar la universalización y el mayor respeto a lo estipulado en ese convenio pacifista de carácter internacional.

Los progresos alcanzados hasta la fecha son muy importantes para la universalización de la Convención, objetivo fundamental que Costa Rica pretende alcanzar como presidente de ese mecanismo hasta el año 2015, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores y Cultos, Manuel González.
En 2015 tendrá lugar la Primera Conferencia de revisión de la Convención y este país también impulsará la transparencia en el cumplimiento de las obligaciones, añadió.
González consideró que la designación como sede del encuentro de este año constituyó un reconocimiento a la trayectoria humanista y civilista de Costa Rica, que abolió la pena de muerte a finales del siglo XIX y el ejército a mediados del XX.
El canciller insistió, además, en la importancia de la cooperación internacional, indispensable en la rehabilitación de las víctimas, las familias y las comunidades impactadas por las bombas de racimo.
Promovamos todas las formas de cooperación existentes, incluyendo esquemas Sur-Sur y triangulares, para desarrollar una apropiación colectiva y constructiva de la Convención que apoye de manera efectiva la aplicación de este instrumento del Derecho Internacional Humanitario, expresó.
Precisó que en el último siglo al menos 23 países fueron y continúan siendo afectados por las municiones en racimo, con un saldo de más de 100 mil víctimas del dolor, la muerte, la destrucción y la mutilación; mientras que el 98 por ciento de las muertes causadas por ellas fueron civiles.
De allí la importancia de estigmatizar ese tipo de armas, de modo que aún los Estados que no sean parte de la Convención se abstengan de usarlas o transferirlas, ante el repudio universal de la opinión pública, expresó.
La Convención sobre Municiones en Racimo es uno de los últimos logros en lo que podemos llamar desarme humanitario, un campo de trabajo que pone un especial énfasis en los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, agregó.
Recordó que ese acuerdo busca la destrucción inmediata de los arsenales para asegurar que estas armas no proliferen o se usen, el desminado de las áreas contaminadas y el abordaje integral de las necesidades de las víctimas a través de apoyo médico, rehabilitación, e inclusión social y económica.
Este documento también es futurista mediante la prevención. Me refiero a que por medio de la estigmatización del arma, establece una norma que previene la no proliferación y el uso, así como las tragedias para miles de civiles inocentes, más allá del Grupo de Estados Partes del Tratado, explicó.
La Convención de Municiones de Racimo, es, de esta forma, un instrumento destinado a salvar vidas y reducir el sufrimiento, concluyó en la sesión final del evento.

CONTIENDA CONTRA LAS MUNICIONES DE RACIMO 
Las municiones de racimo son de tipo convencional, pero diseñadas para dispersar cargas explosivas de menos de 20 kilogramos, con otras similares en su interior.
El uso de éstas en los conflictos armados explica la enorme cantidad de civiles que mueren o son gravemente heridos durante operaciones militares que incluyan bombardeos masivos, reflexionó el profesor de Derecho Internacional Público Nicolas Boeglin, de la Universidad de Costa Rica.
De acuerdo con el catedrático, las subcargas que no explotan de inmediato suelen permanecer meses y años después del conflicto en los suelos, provocando muertes y heridas profundas en las poblaciones rurales cuando son activadas, muchas veces por niños jugando o campesinos labrando la tierra.
Otros expertos explican que las bombas de racimo pueden ser lanzadas desde un avión, con artillería o con misiles, y dispersar grandes cantidades de submuniciones explosivas o bombetas sobre una superficie similar a una o dos canchas de fútbol.
Dependiendo del modelo, cada uno de los contenedores con que cuentan puede tener más de 650 submuniciones, de las cuales hasta el 40 por ciento puede no estallar al impacto.
Para tener idea del uso que puede hacer un Estado de esas municiones, en el 2006 un alto jefe militar de Israel reconoció que ese país lanzó más de un millón de submuniciones en el sur del Líbano, equivalente a unas mil 800 bombas, refiere Boeglin, en un artículo publicado por el diario digital Informativo.
También Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron tres años antes unas mil 276 bombas con municiones de racimo en Iraq, informó el Senado en Francia.
En tanto el Instituto de Naciones Unidas de Investigación para el Desarme reflejó que durante la Guerra del Golfo (1991), 177 soldados estadounidenses murieron en el desierto por la explosión de municiones como esas, lanzadas con anterioridad por aviones norteamericanos.
Pese al reconocimiento de los efectos de su empleo, sólo 115 países confirmaron de manera oficial su adhesión a la Convención sobre Municiones en Racimo, posición ratificada por los más de 500 delegados de distintas naciones que participaron en la V Reunión de los Estados Parte.
Delegaciones de Guatemala, Cuba, Ecuador, Perú, Honduras, El Salvador, Chile, Uruguay, Costa Rica, Panamá, México, República Dominicana, y otros participaron en el evento, en cuyos inicios fue reconocida la incorporación al tratado de San Cristóbal y Nieves (2012).
En medio de los debates contra la producción, almacenamiento, comercialización y empleo de las municiones de racimo, activistas sociales coincidieron en que la aceptación del acuerdo avanza en Latinoamérica y que pronto pudieran adoptarlo Colombia y Paraguay.
Meta esencial ahora es continuar procurando universalizar la Convención, dotarla de una infraestructura administrativa mínima para su funcionamiento e insistir en los informes de transparencia, en los plazos de destrucción de esas armas y en la ayuda y rehabilitación de las víctimas.

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