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De Cuba hasta Honduras: una prueba sencilla de la integración desde los pueblos

De Cuba hasta Honduras: una prueba sencilla de la integración desde los pueblos

Los nombres de los protagonistas de la historia son irrelevantes, lo importante es que una vez más quedará probado que, al margen de ideologías y tendencias políticas, lo que si crece vertiginosamente y es inagotable es la intensa hermandad y solidaridad entre los pueblos de Nuestra América.

Todo comenzó a tramarse con el anuncio de la enfermedad de una mujer hondureña, quien cultivó amores por todas partes y ahora, gracias a gestiones de mujeres y hombres de distintos países de esta región, logró acceder al medicamento más reconocido para la posible cura del cáncer que la aqueja.

Una sencilla botella de agua mineral, plástica y azul para más detalles, viajó desde un extremo a otro de Cuba hasta Honduras, atravesando por Costa Rica y Nicaragua. En ella, devenida símbolo de la amistad, iba el en verdad “precisado líquido”: el Escozul o Veneno de Escorpión Azul.

La entrega oficial tuvo lugar entre birras o cervezas en Estelí, ciudad limítrofe entre Nicaragua y Honduras. Y gracias a un conductor abstemio designado, quedó descartada la posibilidad de un accidente en el último momento del recorrido.

La otra parte de la historia fue más simple: un costarricense de visita en la capital cubana tuvo a su cargo viajar con la botellita hasta su país y de allí llevarlo a tierra nicaragüense.

“Lo bonito que la historia empieza en Brasil, allí esta la doctora que fue la que empezó el recorrido”. “El medicamento salió de Guantánamo, iba a pasar por Bayamo, pero el esposo de ella lo envío directo a La Habana”, supe luego por quien recibe este domingo lo que devino ícono de la hermandad.

Dicen algunos que no se sabe a ciencia cierta si el también conocido como Veneno de Alacrán realmente es la cura definitiva al cáncer, pero con tanto amor que acompañó a esta posión, es probable que mañana tengamos una mejor noticia para dar y podamos festejar también unidos –aunque quizás sólo sea igual por las redes sociales- la certeza de tener sana y salva para todos los tiempos a nuestra Marta.

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