Blogia
ALTiro

Lecciones de la cantante venezolana Elena Gil desde Guatemala

Lecciones de la cantante venezolana Elena Gil desde Guatemala

La cantante venezolana Elena Gil es de esas personas que impactan por lo melodioso de su voz, pero más atrapan cuando uno tiene la oportunidad de conocer de cerca su esencia humana.

Originaria de la comunidad indígena Pemón, que habita al sur del Estado de Bolívar, en la Región Guayana de Venezuela, esta mujer más de tres décadas de carrera artística confiesa haber aprendido muchas cosas, de personas diferentes, y sobre todo a hacer el canto con una responsabilidad tremenda.
Para cualquier cantante de pueblo sería un honor ser comparada con la chilena Violeta Parra, admitió en conversación con Prensa Latina, más aseveró que bebió de varias maestras de este continente y sobre todo de su país a partir de referencias cruzadas durante estos años.
"En Venezuela hubo grandes mujeres que fueron nuestra fuente de inspiración como la cantante de música tradicional Liliana Vera, una de las primeras maestras de muchas y muchos que estamos cantando ahora", ejemplificó. También aludió a la influencia recibida de otras intérpretes populares como Cecilia Todd y la cuatrista Daysi Gutiérrez, así como de otras y otros del espacio nuestro americano de cuya obra y ejemplo dice haberse nutrido.
Pese a sus demostradas posibilidades para encantar con el manejo de su voz, de la guitarra y del cuatro, Gil confiesa que con los años aprendió que mejor recurrir al acompañamiento de otros más preparados en el uso de esos instrumentos musicales para adornar sus canciones.
"Todo momento tiene una luz, un color, un escenario particular, pero sin dudas el más importante de mi trayectoria como artista fue el primero en que estuve ante un público universitario, estudiantes de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela", rememoró.
"Entonces aprendí que podía cantar frente a una multitud", reconoció esta mujer sin par, ligada por muchas razones a Cuba desde que participara por primera vez en el Festival Boleros de Oro, en 1990.
Sin ser una bolerista propiamente fui invitada a ese evento, en el cual participé en unas seis ediciones anuales, la última de estas en 2012, precisó.
"Cuba es mi escuela, porque contribuyó a mi crecimiento personal y profesional, pero también es mi familia, porque allí siempre me reciben con mucho amor", expresó, sin ocultar su emoción al referirse al tema.
Más para esta indígena Pemón, orgullosa de sus raíces, resultó particularmente genial poder cantar con total libertad las melodías de su pueblo a través de la radio venezolana tras la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el año 1999.
Lo hice en ese momento para agradecerle a nuestro presidente Hugo Chávez (1954-2013) el haber abierto una ventana sellada al posibilitar legalmente que nuestras canciones pudieran ser rescatadas del silencio y difundidas, declaró.
A su vez aseguró que la comunidad en la cual creció le enseña todos los días "a ser solidaria, responsable, a tender la mano a quien más la necesita, y que una es mujer y representa eso, pero también ser venezolana y latinoamericana".

0 comentarios