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De la Mar Océana al Mar de los Caribes

De la Mar Océana al Mar de los Caribes

El Caribe quedó reconocido en toda su extensión y devino zona reservada sólo a los españoles veinte y cinco años después del encuentro de los europeos con lo que entonces se anunció como el Nuevo Mundo.

Pero para la fecha, a nadie se le ocurrió llamar de ese modo al mar donde descansan numerosas islas, islotes, cayos y arrecifes que enlazan, cual puente gigantesco inconcluso, a la península de la Florida (Norte) con Sudamérica por la desembocadura del río Orinoco en Venezuela.

En tanto denominación de una región geográfica, Caribe es un invento del siglo XX, ese que dejamos atrás hace apenas cuatro años y en el que la región transitó del dominio europeo a la hegemonía estadounidense.

Mas si del mar hablamos, tendremos que remontarnos a finales del XVIII, cuando bajo el influjo de la revolución burguesa francesa el mundo empezó a hablar de un "Mer des Caraïbes" o Mar de los Caribes, aunque desde hacía mucho tiempo el término era conocido.

Las palabras, como todas las invenciones humanas, guardan una historia entre sus sílabas y arrastran consigo ideologías, discursos e imaginarios de los hombres y épocas en que se concibieron.

La primera traducción de la palabra al español se remonta a 1493, cuando el gran descubridor genovés Cristóbal Colón tomó nota en su diario de unos caribes o caníbales, tras su visita a la isla de Guadalupe.

El anuncio sobre el hallazgo de restos humanos sobre el fuego, cociéndose en agua, o de huesos mondos desde hacía tiempo en la otrora isla Turuquerie, impactó al supuesto mundo civilizado de entonces y se esgrimió como excusa para esclavizar a hombres que no tenían alma porque comían carne humana, según los colonizadores.

Las evidencias de los sacrificios realizados por los guerreros caribes a sus dioses sirvieron además para sustentar una redefinición del término con el cual serían estigmatizados los nativos rebeldes de toda el área.

Mientras tanto, el mar en que ellos se desenvolvieron era anunciado en Europa por cartógrafos y cosmógrafos de múltiples maneras: Mar Océana, Golfo de Tierra Firme e, incluso, Atlántico Norte.

Sólo al mediar el siglo XVI apareció un mapa francés que detallaba un Mer des Antilles, pese a que la corona española insistía en llamar las Indias a lo que sus súbditos reconocían como provincias y no como lo que en realidad eran, posesiones coloniales.

Cuando europeos y criollos anglo norteamericanos comenzaron a concretar su dominio sobre las Antillas Menores, casi un siglo después, optaron por renombrar al área como Caribbean Sea y a sus objetivos territoriales como Caribby o Caribbee Island.

Así, administradores, colonos y marineros de habla inglesa se encargaron progresivamente de trasladar el nombre de los antiguos dueños de las islas al mar que ellas delimitaban, aunque eventualmente prevalecería entre ellos el término más eurocéntrico y oficial que trasciende hasta nuestros días: West Indies.

Los ecos de la denominada Revolución Atlántica- que engloba la guerra de independencia de las Trece Colonias de Norteamérica (1776), las revoluciones francesa (1789) y haitiana (1791), y los procesos independentistas en Hispanoamérica- contribuirían a que mares y océanos se fueran delineando e, incluso, un Mar Caribe.

La geopolítica suele evidenciarse en determinadas circunstancias históricas y este es el caso: los acontecimientos que sacudieron el mundo desde finales del XVIII propiciaron la delimitación de nuevas fronteras, el surgimiento de países y cambios en el orden nominativo de muchos territorios.

En ese contexto, e irónicamente, los caribes fueron perpetuados en la historia al bautizarse con su nombre al mar que también domaron, cuando casi estaban aniquilados o reducidos a reservaciones en Martinica y Dominica o exiliados en la costa de los Mosquitos y Honduras por los británicos.

 

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