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América Latina ante el fenómeno Obama

América Latina ante el fenómeno Obama

   "Esta noche, gracias a lo que hicimos este día, en esta elección, en este momento de definiciones, el cambio ha llegado a Estados Unidos", expresó Barack Obama al saberse presidente electo, el 4 de noviembre de 2008, pero...

   ¿Realmente colmará las expectativas el primer presidente negro de Estados Unidos? ¿Ello significará un cambio en las relaciones entre la superpotencia norteña y sus vecinos en América Latina?

   La victoria de Obama, sobre el republicano John McCain, más que el triunfo de un sector marginado tradicionalmente, es la representación del mayoritario rechazo a la política sostenida por su antecesor, George W. Bush, y a la crisis general del capitalismo.

   Los criterios difieren al referirse al carismático abogado: para algunos, este es sólo una nueva carta de triunfo del stablishment, el símbolo de la estrategia diseñada con el fin de acallar las críticas al status quo y camuflar la esencia de la superpotencia, controlada por el poderoso complejo militar industrial.

   Para otros, el hombre nacido el 4 de agosto de 1961 en Hawai- de un padre negro de Kenia y una madre blanca de Kansas-, representa la esperanza de la transformación sociopolítica de la nación estadounidense y de su sistema de relaciones con el resto del mundo, mediado tradicionalmente por la lógica del ser supremo sobre sus potenciales servidores.

   Más que el colapso del sueño americano- pronosticado por algunos expertos a raíz del crack de octubre de 2008-, el ascenso de un negro a la máxima magistratura estadounidense colma las expectativas de quienes, desde los sectores más empobrecidos, confían en que un día podrán ascender en la escala social por obra de la suerte o gracia del mercado.

   América Latina, uno de los puntos neurálgicos de la geopolítica impulsada por Washington, también espera atenta a las decisiones del futuro presidente y procura marcar su beneplácito ante su posible investidura, el 20 de enero de 2009.

   A tono con los pronunciamientos de presidentes, líderes de los movimientos sociales e intelectuales del área, el triunfo de Obama genera en los países situados del Río Bravo a la Patagonia la esperanza del fin del unilateralismo de la era de Bush y del surgimiento de relaciones más fluidas con el subcontinente, donde se redobló en los últimos años el sentimiento anti-norteamericano.

   Durante la campaña previa a los comicios, el presidente electo de Estados Unidos manifestó su intención de revisar las relaciones con esta región del mundo, agravadas por el rechazo de Ecuador al respaldo norteño a las incursiones de los militares colombianos en su territorio, la crisis diplomática con Venezuela y Bolivia, la permanente diferencia de criterios con Cuba y la posición anti- hegemónica de Nicaragua, entre otros.

   Todo ello, en un contexto marcado por el crecimiento de las alianzas de estos países con Rusia, Irán o China, en varios órdenes, en particular, en lo energético y militar. Pero sobre todo, por la oxigenación y progresiva concreción de proyectos integracionistas regionales, con miradas más abarcadoras.

   No obstante, al trascender el triunfo de Obama, el presidente mexicano, Felipe Calderón, lo invitó a trabajar en la construcción de un porvenir mejor para las Américas y a visitar próximamente su país. En tanto, su par venezolano, Hugo Chávez, calificó de histórica su elección y ratificó su voluntad de relanzar una “agenda bilateral constructiva”.

   Obama ha sido "una sorpresa", declaró el gobernante ecuatoriano, Rafael Correa, quien catalogó el discurso del político negro "más cercano" a las posiciones de su país.

   Cuba, por su parte, saludó la derrota de los seguidores de Bush y compartió su esperanza de que la llegada de una corriente menos conservadora al poder redunde en la suavización del bloqueo sostenido hace cinco décadas por los gobiernos norteamericanos contra la Mayor de las Antillas.

   Obama "es sin duda más inteligente, culto y ecuánime que su adversario republicano", señaló en vísperas del sufragio el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, mientras el canciller, Felipe Pérez Roque, lo conminó a decidir si admite que el bloque “es una política fracasada... o si persiste, con obcecación y crueldad, en intentar rendir al pueblo cubano por hambre y enfermedades".

   La personalidad, el discurso y la forma de enfocar las cosas, absolutamente diferente, son los rasgos más atrayentes de Obama, de acuerdo con la presidenta argentina, Cristina Fernández. Al mismo tiempo que para su colega boliviano, Evo Morales, la llegada de este al poder abrirá una posibilidad de flexibilización y cambio en las relaciones del vecino norteño y los latinoamericanos.

   En Nicaragua, el mandatario, Daniel Ortega, aplaudió la disposición del presidente electo de Estados Unidos de revisar el Tratado de Libre Comercio (TLC), tomando en cuenta las asimetrías reinantes y el concepto de comercio justo.

   El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, lamentó la derrota de McCain, por cuanto podía haber beneficiado los intereses del país- con su promesa de eliminar los impuestos a la exportación de etanol-, más calificó de "extraordinaria" la elección del candidato demócrata.

   "Es un hecho extraordinario la elección del primer negro en la historia de Estados Unidos, sobre todo de una persona con la competencia política que ha demostrado el futuro presidente Obama", comentó el mandatario de la mayor economía suramericana.

   Lula demandó al futuro presidente el fin del bloqueo estadounidense a Cuba- reclamo al que se sumaron otros mandatarios y organizaciones internacionales- y entablar una relación más fuerte con América Latina, en particular con los territorios situados al sur y con su nación.

   Una de las primeras muestras de acercamientos al área, ofrecidas por Obama, fue su llamada telefónica al gobernante brasileño, el martes 11 de noviembre. Por esa vía, el presidente electo elogió la solidez económica del país suramericano y destacó los esfuerzos de la nación en impulsar su crecimiento en ese orden, desarrollar programas sociales y crear fuentes de energía renovables.

   Entre los intelectuales latinoamericanos, las opiniones son diversas, porque para muchos no escapan los obstáculos que enfrentará Obama por el poderío de las empresas transnacionales y de los fabricantes de armamentos.

   Obama debe negociar con lo que se llama “gran poder económico” y al mismo tiempo, atender las demandas de la sociedad civil, de los que perdieron dinero, de los sindicatos y de otros grupos de presión que buscan un sistema político y económico más equitativo, recordó el economista costarricense, Luís Paulino Vargas.

   De acuerdo con el especialista, es necesario observar qué cambios sociales se pueden registrar a la hora de enfrentar la crisis económica que enfrenta esa nación, las soluciones que se den, y si estas van a perjudicar a las clases media y a los más pobres.

   Como respuesta a estas posibles disposiciones, consideró, “existe el peligro de un fortalecimiento de la extrema derecha, de los grupos neonazis y racistas, que pueden entorpecer el proceso para que la clase media y los pobres recuperen su poder adquisitivo”. Esos sectores llevan casi tres décadas de estar perdiendo en Estados Unidos, de ser los sacrificados, mientras las grandes empresas, principalmente las transnacionales, han acumulado más riqueza, más capital, agregó.

   Ello sugiere pocos cambios en las relaciones internacionales, aunque resulta probable que por un tiempo, deje de hablarse de los TLC´s y sean retomadas con un poco más de seriedad, las problemáticas medioambientales y sociales.

   "Con una mirada más progresista y conciliadora, Obama tratará de lograr acuerdos económicos consensuados y una mejora general en términos diplomáticos", vaticinó Pablo Kornblum, profesor de economía internacional en la Universidad John F. Kennedy, en Argentina.

   Una América Latina en proceso de cambio es la que recibirá el futuro presidente de Estados Unidos. Iniciativas integradoras como la Unión de Naciones Sudamericanas y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, exigirán mayor agudeza de este.

   Barack Obama tendrá, por fuerza, que reorientar sus prioridades en materia de política exterior, romper con la indiferencia hacia esta región, reevaluar los acuerdos bilaterales y restablecer relaciones diplomáticas con sus vecinos latinoamericanos sobre nuevas bases.

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