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América Latina: Modelo propio contra recetas neoliberales

América Latina: Modelo propio contra recetas neoliberales

Como la plata, en la Cordillera de los Andes, los latinoamericanos procuran alternativas para frenar el impacto de la crisis global y pese a las diferencias ideológicas, cobra cuerpo la propuesta de apartar las recetas neoliberales y concretar un proyecto de desarrollo de matríz regional.

Durante la decimoctava Cumbre Iberoamericana- celebrada en la capital salvadoreña entre el 29 y 31 de octubre de 2008- buena parte de los discursos de los asistentes coincidieron en criticar al sistema capitalista y en los llamados a cambiar de modelo.

El cónclave, programado para debatir sobre las problemáticas que atañen a la juventud, devino foro de análisis de la situación que enfrenta el mundo, marcada por el crack económico financiero más grave de las últimas tres décadas.

En el transcurso de esas jornadas, la mayoría de los presidentes y representantes gubernamentales de 22 países de Latinoamérica, España y Portugal, mostraron el apego a la tesis de que el mundo atraviesa por una situación ante la cual sólo queda evitar esquemas prefijados, actuar con cautela y procurar opciones viables con cabeza propia.

La propuesta más concreta para paliar la crisis partió del presidente de Ecuador, Rafael Correa: crear un fondo común iberoamericano, en lugar de dar cabida a los planes de reestructurar el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Para Correa, “mientras más rápido podamos tirar al tacho de la basura estas instituciones que no sirven para nada, mejor”. Lejos de invertir fuerzas en “parchar el sistema vigente”, América Latina debería unirse y buscar una alternativa de integración que la independice de los países ricos y poderosos, alentó el catedrático.

"Tener un integración con los que se quieran integrar; tener un banco, reservas y hasta una moneda para comerciar entre (...) tres, cuatro o diez naciones", es la base de la iniciativa promovida por Correa, no muy alejada de las que en siglos anteriores propusieron algunos pensadores latinoamericanos.

El sueño de establecer un Banco Central Regional, independiente de los países del mal llamado primer mundo, y un sistema monetario común, diferente del dólar, para intercambios regionales, volvió a colocarse sobre la mesa de análisis en una coyuntura de la que esta zona puede salirse airosa, en opinión de varios expertos.

Luis Inacio Lula da Silva, de Brasil; Daniel Ortega, de Nicaragua y Cristina Fernández, de Argentina; entre otros, demostraron estar en sintonía con estas propuestas e interesados en promover programas de matriz latinoamericana.

“La falta de liderazgo en quien era el abanderado de un modelo marca la realidad que hoy estamos viviendo”, comentó la presidenta argentina durante su alocución y sustentó la hipótesis del efecto jazz, consecuencia de la dependencia de las economías del subcontinente de la del decadente vecino: Estados Unidos.

Ante la crisis del capitalismo global, lo menos que podemos hacer es condenarla en una declaratoria, acotó su par hondureño, Manuel Zelaya, cuya política de gobierno es ejemplo del propósito de algunos de romper con los hilos que tradicionalmente sujetaron a sus naciones a Washington.

Para el presidente guatemalteco, Álvaro Colom, “Iberoamérica debe desligarse de invasiones y hacer su propio modelo de desarrollo, a partir de la cohesión y solidaridad que la distinguen” y sin perder de vista “la riqueza cultural de los pueblos originarios, su fortaleza y potencialidad”.

Colom suscribió la idea de varios sociólogos contemporáneos de que el mundo enfrenta una crisis más profunda, la crisis de valores, de civilización, y llamó a sus colegas a orientar los esfuerzos a articular un modelo fuerte, no confrontativo, con vistas a garantizarle a la juventud de hoy y de mañana una Iberoamérica distinta.

El mandatario guatemalteco reiteró la necesidad de contar con la sabiduría de las culturas ancestrales, representadas en el foro por el primer presidente indígena suramericano, Evo Morales, opositor convencido de las fórmulas capitalistas de desarrollo y crítico de lo que estas impactan en el medio ambiente.

“Lo que llaman problemas financieros son más bien problemas del capitalismo. Algunos dicen que hay que salvar al capitalismo, pero el capitalismo jamás va a resolver el problema de la humanidad. El capitalismo no es salida para los pueblos: nos trae crisis energética, crisis ecológica, nos trae la crisis alimentaria... nos equivocaríamos si tratásemos de salvar al capitalismo”, expresó Morales.

Asimismo condenó la discriminación de que son víctimas los representantes de los indígenas y culpó a los grupos oligárquicos de su país de alentar los prejuicios raciales para frenar las transformaciones propulsadas por su gobierno, y motivar con ello, varios choques violentos en los últimos meses.

Tanto Morales como Colom conminaron a sus homólogos iberoamericanos a unirse en la búsqueda de soluciones a los problemas de sus pueblos, pero ajenas de toda intromisión foránea y en particular, de los dictados neoliberales.

La región debe admitir parte de la responsabilidad en esta coyuntura. Los grandes tienen culpa, pero ¿acaso nosotros no nos hemos beneficiado de esto también?, indicó el gobernante peruano, Alan García, en referencia al alza de las materias primas que favoreció un tanto a varias naciones suramericanas.

En el foro, este fue uno de los pocos latinoamericanos en rechazar el fracaso del modelo neoliberal y hasta cuestionar a los que insisten en esa tesis, en tanto el presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, abogaba por un nuevo orden financiero internacional.

Nuevos mecanismos de control y transparencia, capaces de frenar la crisis a tiempo, en el ámbito del capitalismo, sugirieron ambos de manera indistinta, igual que el mexicano, Felipe Calderón; y la chilena, Michelle Bachelet.

Pero en algo coincidieron todos los asistentes: lo que hace grande a Iberoamérica es su pluralidad, su multiculturalidad, su capacidad de cohesión ante difíciles coyunturas como esta.

Eso, sin olvidar que, mientras el norte rabia por sed, las tierras del Bravo a la Patagonia siguen premiadas por algunas de las mayores reservas de agua dulce del planeta, de petróleo, oro, biodiversidad, y otras riquezas naturales.

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