El boom económico boliviano
Reconocimientos múltiples recibió el Estado Plurinacional de Bolivia por su desempeño económico en 2010, año durante el cual alcanzó gran estabilidad y confianza ciudadana, pese a la crisis global y a las afectaciones climáticas.
El boom, como calificaron algunos al despegue experimentado en ese orden, derivó del seguimiento de la estrategia iniciada por el gobierno de Evo Morales en 2006, marcada por la austeridad, honestidad y explotación de los recursos naturales, a partir de su industrialización.
La baja inflación, el alza del Producto Interno Bruto (PIB), de las reservas internacionales y del superávit fiscal, entre otros, resultaron de un patrón establecido a la manera boliviana, "sin recetas del Banco Mundial ni de otros entes financieros", como expresó el vicepresidente, Álvaro García.
Entre 2006 y 2010, el país mantuvo un promedio de crecimiento anual de 5,2 por ciento -la tasa de expansión más alta de las últimas tres décadas- y al cierre de esta etapa clasificó por primera vez en la historia como el más estable de América Latina.
Bolivia tiene una macroeconomía soberana y por ello puede navegar sin sobresaltos en medio de la crisis económica y financiera internacional, de acuerdo con el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce.
Datos aportados por esa fuente dan cuenta de que el PIB casi llegó a los cuatro puntos porcentuales (3,64) y el superávit fiscal ronda los 2,8 por ciento, siguiendo la tendencia de los últimos cinco años.
En virtud de ello, aunque el índice inflacionario alcanzó 5,32 por ciento, por encima del 4,5 por ciento previsto (debido al alza de los precios en el mercado internacional y a los problemas climáticos), el Estado no tendrá que pedir préstamos a organismos financieros como en épocas anteriores.
El gobierno del cambio, lejos de mantener la dependencia y sometimiento a entidades foráneas como sus antecesores, desplegó una política de "bolivianización" de la economía nacional y con ello permitió apreciar la moneda nacional respecto al dólar estadounidense en 2010.
Informes del Banco Central de Bolivia (BCB) prueban, además, que los depósitos en bolivianos rebasaron el 52 por ciento en el período y rompieron con la tradicional reserva mayoritaria en dólares, tendencia que continuará en crecimiento, en opinión de especialistas.
Otro indicador del buen estado de salud de la economía boliviana es el crecimiento de las cuentas en Cajas de Ahorro, que se triplicaron en los últimos cinco años, al transitar de mil 12 millones de dólares a tres mil 259 millones de dólares, de 2005 a julio de 2010.
El Ministerio de Economía y Finanzas Públicas atribuyó el alza en las reservas particulares al ascenso de la capacidad de ahorro de la población con menores ingresos, por mejoras salariales o los beneficios percibidos a partir de la recepción de ayudas otorgadas por el Estado.
La esperanza simbolizada en el Litio
Una de las noticias más alentadoras, por cuanto puede contribuir al sostenimiento de la bonanza económica experimentada, fue la confirmación en los últimos meses de que Bolivia posee la mayor reserva de litio del mundo: 100 millones de toneladas, sólo en el salar potosino de Uyuní.
En exclusiva a Prensa Latina, el ministro de Minería e Metalurgia, José Pimentel, precisó que este recurso surgió en la memoria de los bolivianos en la década de los noventa, pero sólo ahora se pensó en una política seria de industrialización en beneficio del país.
Los trabajos realizados por profesionales y obreros bolivianos desde hace dos años, bajo el auspicio gubernamental, posibilitaron hallar tecnologías propias para el procesamiento de las salmueras y lograr carbonato de litio de alta calidad, explicó el ministro.
Pimentel adelantó que la planta piloto de Uyuni -principal reservorio, pero no el único, si se consideran los depósitos en los 33 salares del territorio- funcionará en el primer semestre de 2011 y producirá 40 toneladas de carbonato de litio y miles de toneladas de cloruro de potasio.
De forma paralela, añadió, iniciará la construcción del complejo industrial y de una industria de baterías de litio, de alta demanda en el mercado automovilístico, de celulares y en la amplia gama de la tecnología digital.
La importancia de este recurso, convertido en alternativa para una energía limpia en tiempos de crisis ambiental, impulsó a varios países a mostrar su interés de colaborar en los planes de industrialización: Irán, China, España, Japón y Corea.
El ministro del sector aseguró que todavía no existe definición en cuanto a posibles socios en el proyecto, aunque puntualizó que la política estatal es buscar el mayor interés para la nación.
La intención de industrializar el litio puede convertir a este en uno de los rubros exportables más importantes para Bolivia, sin descuidar programas similares tendientes a revertir la exportación de concentrados o materia bruta de otros minerales, como el zinc.
Para 2011, el Ministerio de Minería e Metalurgia contempla en sus planes la licitación de la construcción de 12 minerías de zinc y la reactivación de la planta de tratamiento de concentrados de plomo -plata, con lo cual todos los minerales se fundirían en el país suramericano.
Industrialización para el desarrollo social
Bolivia apuesta por industrializar la extracción y procesamiento de sus recursos naturales y por crear infraestructura, para terminar con el ciclo de pobreza y la redistribución desigual de riquezas heredados.
Los recursos generados por la minería y la reanimación económica experimentada en 2010, permitieron al Estado sostener medidas de beneficio popular implementadas con ese propósito, entre las que destacó la entrega de bonos o ayudas económicas a diferentes grupos poblacionales.
Durante este año, 28,4 por ciento de la población boliviana se benefició de los fondos otorgados en virtud de la Renta Dignidad (a los adultos mayores de escasos recursos), y los bonos Juancito Pinto (alumnos de escuelas públicas en esa condición) y Juana Azurduy (embarazadas y bebés).
Alrededor de 2,9 millones de personas de ambos sexos obtuvieron alguna asistencia gubernamental gracias a la mejora de ingresos por la nacionalización de los hidrocarburos y el desempleo abierto urbano quedó en 6,83 por ciento, muy por debajo del 9,29 por ciento del año 2004.
Lo positivo del modelo boliviano o "Evonomics", como admiten economistas norteños, es que descansa en la recuperación de las riquezas de manos extranjeras -para devolverlas al pueblo y resolver añejos problemas sociales- y en la revitalización del papel del Estado.
Más que confiar en la capacidad revitalizadora del mercado internacional, como hicieron otros en medio de la crisis, las autoridades bolivianas reactivaron el mercado interno para dinamizar la economía nacional.
Los programas de asistencia a los menos favorecidos alientan la demanda interna y la circulación de capitales, en tanto alivian la pobreza en grupos poblacionales vulnerables y frenan otras problemáticas legadas por más de cinco siglos de colonización.
El milagro se llama economía planificada, que igual implica el respaldo estatal a los productores individuales, comunidades campesinas, pequeñas y medianas empresas, y empresarios endógenos, en correspondencia con la Constitución Política del Estado, promulgada en febrero de 2009.
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