De la bolivariana unión de repúblicas a la Celac, según Díaz Lacayo
Para el historiador nicaragüense Aldo Díaz Lacayo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) es la unión de repúblicas soñada por Simón Bolívar y su expresión más acabada la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba).
La Celac es la unión de repúblicas, su sustento ideológico es la identidad, su sustento es la geopolítica regional y valores como la solidaridad, complementariedad y equidad, afirmó el ex embajador en exclusiva para Prensa Latina.
La liberación, que busca la humanidad desde que cobró conciencia de sí misma, está allí pero actualizada, porque hay un cambio de época, un tránsito de un estadio histórico a otro y el pueblo lo percibe y lo demanda, a juicio del entrevistado.
La Celac proyecta lo que ya propusieron Bolívar, José Martí y la Revolución Cubana, señaló y destacó la continuidad histórica en estos procesos.
Bolívar dice respetémonos, unámonos, nosotros no somos españoles, no somos indígenas, somos una nueva raza. Ya la nación es distinta, ya no es la nación originaria, ya no es la nación colonial, explicó el analista.
¿Cuál es el fundamento de la unidad planteada por Bolívar?, preguntó y a continuación respondió: una unidad geopolítica.
No era unirse por unirse, sino articularse para lograr un equilibrio en el mundo, para que América Latina y el Caribe pesara en el equilibrio geopolítico mundial y ese peso específico le permitiera hablar de tú a tú con los otros centros de poder mundiales, explicó.
El libertador de América, añadió, plantea una unidad política respetando los países, porque ya no había nada que hacer, ya se habían constituido, ya había un imaginario popular de parcelación, y cuando le escribe al chileno Bernardo O´Higgins, en 1821, habla de la nación de repúblicas.
Estaba pendiente esa nación de repúblicas, pero se dio cuenta que existe la posibilidad de crear un Estado núcleo de ella y propone con ese fin el nacimiento de Colombia, pese al contrapeso brutal del andamiaje político en esa zona tan marcada por el colonialismo español.
Para Bolívar esa unidad geopolítica era la madre de todo, de un poder económico, social, político, pero él parte de ella porque, asumiendo la hipótesis de su compatriota Francisco de Miranda, nunca concibió la idea de un continente parcelado.
Bolívar respetó la parcela, pero demandó la unidad, y ¿qué hicieron los Estados Unidos? Desde 1823 con la Doctrina Monroe, y en 1888 con el relanzamiento de la Unión Panamericana, contrapusieron a la unidad geopolítica y a la política, su llamada "integración".
Desde aquel entonces, la integración planteada desde el Norte sigue un mismo propósito de dominación; así lo demostraron el proyecto del Área de Libre Comercio para las Américas y los Tratados de Libre Comercio de matriz neoliberal.
Ese tipo de integración no constituye una propuesta promotora de desarrollo económico, entonces nos parcelan mucho más y logran que nos dividamos políticamente, militarmente, y hasta entremos en guerra, advirtió Díaz Lacayo.
De acuerdo con el intelectual nicaragüense, el comercio, expuesto por la lógica del capital, condujo a enfrentamientos en el pasado y es fuente de actuales conflictos.
No estoy para nada de acuerdo con ese tipo de integración comercial que nos mutila, que nos aísla a unos de otros, que nos enfrenta como pueblos distintos cuando somos todos iguales, de la misma raíz originaria, insistió al contrastar aquel concepto impuesto con fines de dominación desde el Norte con el nuevo y unitario de integración latinoamericana y caribeña, promovido por la Celac.
Según Díaz Lacayo, Martí abogó por la unidad ciento por ciento de América Latina y se pegó un salto infinito al formular que "Patria es Humanidad".
Fidel Castro desde el principio dice igual: la unidad de América Latina y el Caribe y salta como Martí, pero lo institucionaliza y convoca a todos los pueblos del mundo a sumarse a ese núcleo, en particular a los de Asía, África y Oriente Medio, añadió.
En 2011, opinó, la Celac retoma esas ideas y alienta a unirse, a proyectarse, conforme a las nuevas circunstancias, un imperialismo brutal que tiene dos patas o polos: el político, que es el de la unilateralidad, y el de la unipolaridad militar.
Díaz Lacayo destacó los progresos en cuanto a la multilateralidad, a partir de la unión de América Latina y el Caribe con otros bloques de naciones del Sur y con Rusia.
Ese relanzamiento es la idea del presidente venezolano Hugo Chávez, pero también es el espíritu de la Celac, reconoció.
¿Y qué hizo Chávez? Lo mismo que Bolívar, un tratado de unión, y extendió esa proyección a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), creada en 2008, significó.
Chávez con Unasur busca garantizar la paz, evitar la guerra por cualquier motivo o circunstancia, y hace un acuerdo en ese sentido. Otro acuerdo estuvo dirigido a buscar una doctrina militar propia y todo eso también está en el espíritu de la Celac, recalcó.
Vamos en un camino empedrado, porque nos estamos enfrentando a un imperio que tiene el poder militar más grande que nadie jamás pudo imaginarse en el mundo, en ninguna época, y ese imperio está dirigido por los guerreristas, repasó.
El proyecto impulsado por el líder de la Revolución Bolivariana, similar al de Fidel, igual que el de Bolívar, el de Martí, está enfrentado con el mismo imperio en una época en la cual alcanzó un nivel de agresividad superior.
Hizo notar Díaz Lacayo que la búsqueda de una doctrina militar propia, la creación de la Celac, de la Alba, del Acuerdo de Cooperación Energético Petrocaribe, constituyen expresiones de la búsqueda de la identidad latinoamericana por la cual batallaron los próceres de la independencia.
La nuestra es una historia de lucha, desde la conquista hasta hoy. Nuestros pueblos jamás han dejado de lidiar contra el imperio, subrayó.
Parte de esa historia es la división, y parte de esa división es la confrontación armada entre nuestros países y hacerle creer a cada pueblo que su identidad es distinta, lamentó y abogó por revisar esa concepción.
Es cierto, nos metieron los valores cristianos hasta la médula, pero no pensamos en español como España, sino como América, definió el ex diplomático.
Insistió en la relevancia del papel desempeñado por Chávez, quien a su modo de ver es indispensable en el sentido de la claridad del proyecto, porque encarna la nueva forma socialista, de unidad geopolítica regional de América Latina y el Caribe y de esta con el mundo.
Chávez es el eje de este nuevo impulso del movimiento unitario de América Latina y el Caribe, con sustento socialista. Es la continuación de la línea de Bolívar, Martí y Fidel. No es una expresión aislada, es la expresión acabada de una línea histórica, de una estructura histórica, acentuó.
Conforme con el analista, eso implica de por sí organización, ninguna idea puede sobrevivir en el aire, tiene que arraigarse en organización y eso es lo que estamos viendo con esa gran cantidad de instancias orgánicas surgidas.
Díaz Lacayo demostró su convicción en la posibilidad de que prevalezca el sentido de la unidad expresado en la Celac frente a la reacción en cadena de la derecha regional e internacional.
Esa es mi expectativa y estoy seguro que es la de todos los pueblos y de muchos gobiernos de América Latina y el Caribe, razonó y recalcó la responsabilidad enorme de la dirigencia política múltiple de esta parte del mundo en el nuevo contexto histórico.
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