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K'a'ajsaj, un paso a tiempo por preservar el idioma maya

K'a'ajsaj, un paso a tiempo por preservar el idioma maya

   Duele un mundo pobre en opciones para pueblos de sangre noble, cuyas hijas e hijos se ven forzados desde los primeros años de vida a aprender lenguas y costumbres ajenas a las suyas como garantía de sobrevivir en medio de una sociedad que los desprecia.

   Por eso vale el doble la salida de K’a’ajsa (Remenbranza), proyecto editorial en idioma maya de la estatal Universidad de Oriente (UNO, Yucatán, México), destinado a insuflar energías al orgullo de esa nación de orígenes ancestrales y difundir los valores de su cultura.

   “Sus páginas se proponen abrir caminos para allegarnos un espacio sencillo pero lleno de dignidad, un ámbito donde puedan confluir las voces del estudiante reflexivo, de los profesores que deseen desbordar su labor de horarios y resuelva interactuar con quienes escriben y leen maya, de los sabios dignatarios mayas y de todos aquellos con deseos de escribir y ser leídos”, definen sus artífices en el sitio web de esa casa de altos estudios http://www.uno.edu.mx/index.php?pag=2&id=60

   ¿Y qué mejor lugar que la UNO para enviar esta lección al mundo? Su fortaleza principal como institución pública de educación superior es el porcentaje elevado de estudiantes y profesores hablantes de ese idioma, así como estar bajo la dirección de Carlos Bojórquez-Urzaiz, reconocido defensor de ese pueblo y de los más entregados cultores de la herencia de José Martí en América Latina y el Caribe.

   “La historia de América, de los indios acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria”, nos legó el apóstol cubano y sobre esa base surge una obra común como K’a’ajsa.

   Esa frase, aprendida desde los primeros años escolares, aún nos convoca y es la razón esencial por la cual ponemos nuestro granito de arena en el afán de arrojar luz sobre la existencia de un proyecto como ese, que fortalecerá la autoestima de un pueblo merecedor del respeto universal.

   La pérdida de múltiples idiomas autóctonos latinoamericanos es una de las peores secuelas del proceso de conquista y colonización desatado desde el siglo XVI y su incidencia se vio reforzada con la expansión del modelo neoliberal desde finales de la centuria pasada.

   Concordamos con quienes insisten en que la reconstrucción de la identidad latinoamericana debe contemplar la mirada ineludible a todo lo asociado a los primeros pobladores del continente y en particular, a sus trayectorias idiomáticas.

   Pese a los impactos socioculturales registrados, la diversidad lingüística de estos pueblos representa una sinfonía maravillosa, como expresara el historiador mexicano Miguel León-Portilla, para el cual esos idiomas constituye el “inventario de las culturas” y el “parto” de un pensamiento diferente, de una visión del mundo digna de preservar.

   Guiado por ideas como esas, el gobierno venezolano desplegó hace un lustro un programa por la subsistencia de los idiomas ancestrales de 40 pueblos indígenas en ese territorio, aprovechando las facilidades creadas con la puesta en órbita del primer satélite en ese país sureño.

   Pero la suerte cambia para otros en el área por la desatención estatal al tema: de las 60 lenguas nativas que existían en México, sólo 20 están vivas y activas, y otras 20 en peligro de extinción, según la oficina de Educación Intercultural y Bilingüe de la Secretaría de Educación Pública.

   Mientras, nueve casi están al desaparecer en Costa Rica, según la edición del 2009 del Atlas de las Lenguas en Peligro, de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

   De acuerdo con esa fuente, son dos mil 500 las lenguas autóctonas en riesgo de desaparición en todo el mundo, 714 de ellas en Centroamérica. La lista la engrosan cinco panameñas y los 23 idiomas de Guatemala -21 mayas, el xinca y el garífuna-, entre otras.

   Especialistas coinciden en que no hay país de América Latina y el Caribe donde no haya idiomas indígenas amenazados y de los casi perdidos destacan el puelche, tehuelche y vilela (Argentina); bauré, itonama, leco, pacahuara, reyesano y uru (Bolivia) y la kawésqar y la yagán (Chile).

   En Brasil el registro incluye una treintena, en tanto en Colombia podrían perderse el cabiyarí, tariano, tinigua, totoro, y tunebo; y en Ecuador el záparo, como ocurrió con el pipil en El Salvador.

   Perú posee el mayor riesgo en ese orden si se consideran las casi 50 lenguas amenazas de desaparecer, al mismo tiempo que las autoridades nicaragüenses ven con preocupación la progresiva extinción del idioma de los indígenas rama o ramakí.

   La Unesco asegura que de los seis mil idiomas existentes en el orbe, más de 200 murieron en las tres últimas generaciones, 538 están en situación crítica, 502 seriamente en peligro, 632 en peligro y 607 en situación vulnerable. Entre los perdidos cita el manés de la Isla Man, fuera de escena con la muerte de Ned Maddrell (1974); el aasax de Tanzania (1976); el ubyh de Turquía (1992) y el eyak de Alaska (2008).

   Otros199 idiomas cuentan con menos de 10 locutores y 178 más tienen un número de hablantes comprendido entre 10 y 50.

   La extinción de una lengua conduce a la desaparición de varias formas de patrimonio cultural inmaterial y, en particular, del legado invaluable de las tradiciones y expresiones orales de la comunidad que la habla, de allí la necesidad de recurrir a todas las alternativas posibles con tal de preservarlas y en ese sentido la UNO da una lección que ojalá sirva de inspiración a otros en esta zona.

   “¿En qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos de sangrientos de un centenar de apóstoles?”, señaló el cubano universal, en oposición a quienes en su época miraban al Norte.

   Como entonces, en nuestro tiempo se impone el cambio de espíritu, más que de formas,  y K’a’ajsa es la prueba de que algunos en estas tierras encontraron el mejor modo de hacerlo.

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