La recuperación del verbo
Los aportes de los pensadores latinoamericanos continúan siendo filones sin agotar en la lucha por alcanzar la verdadera emancipación, ante los retos que plantea este mundo globalizado.
Desde los Cronistas de Indias al despegue en las ciencias sociales, la teología, el discurso político y la cultura en la segunda mitad del siglo XX, se tejieron hilos de continuidad orientados a romper con el vasallaje intelectual.
La batalla en casi todas las épocas procuró romper con los puntos de vista impuestos por los colonizadores españoles primero, y por los siglos de mirar a otros países occidentales después, para recuperar el verbo, al decir del filósofo Leopoldo Zea.
En este andar, la construcción de las identidades nacionales tropieza cada día con las estrategias globalizadoras, marcadas por la ideología neoliberal.
No obstante a ello, el pensamiento latinoamericano insiste en enfrentarse sin sucumbir y su oxigenación se evidencia en el ámbito de la protección ambiental, y la lucha por la equidad de género, étnica y social, en todos los órdenes.
Mas, las aportaciones teórico-explicativas en este contexto son escasas, considera el investigador mexicano Feliciano García, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana.
Desde la perspectiva latinoamericana, los años de la segunda posguerra fueron esencialmente propicios para que las naciones de la región mostrasen sus necesidades más urgentes pero no para promover cambios estructurales, precisa el académico.
En la década de 1960, aunque irrumpieron nuevos movimientos de liberación nacional y lo latinoamericano ganó espacio, la militarización regional impuso la persecución al comunismo y el modelo económico heredero de lo pactado en Bretton Woods.
La Alianza Para el Progreso, a partir del otorgamiento de créditos a los países satélites, marcó los derroteros de las relaciones de Estados Unidos con la región y contrarrestó numerosas iniciativas en ese y otros planos.
Casi tres décadas después, la recurrencia de las crisis ramales, sectoriales, mundiales y los conflictos de baja y mediana intensidad, entre otros, modificaron considerablemente las perspectivas y obligaron a cambiar las estrategias.
García recordó que el reaganomics- relacionado con la política económica del ex presidente estadounidense Ronald Reagan-, la desmembración del bloque socialista y la flexibilización productiva, dieron al traste con organizaciones obreras tradicionales.
A esto puede añadirse la aplicación de las políticas de ajuste neoliberal, la reprivatización de las empresas estratégicas, la flexibilización laboral y otras que trajeron consigo la profundización en la deformación estructural de estos países.
De igual modo, se acentuó la búsqueda de alternativas para paliar la crítica situación de los pueblos y hacer frente a los cantos de democratización, instrumentados desde el norte con el fin de apartar la atención de los problemas sociales.
En medio de este proceso, el legado intelectual latinoamericano aparece como un bien a explotar hasta la saciedad, partiendo de los negados a aceptar el capitalismo “humanizable y perfectible”: José Martí, Enrique Rodó, José Carlos Mariátegui, Ernesto Che Guevara…
Las miradas de Raúl Prebich, de los teóricos de la dependencia, de los críticos del colonialismo interno y defensores de la importancia de los procesos culturales y civilizadores, de los teólogos de la liberación, son sólo una parte de este patrimonio.
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