Cruzada Nacional de Alfabetización, insurrección educativa en Nicaragua
La Cruzada Nacional de Alfabetización en Nicaragua, que concluyó un día como hoy hace 33 años, fue la insurrección educativa más grande de este continente, opinó el exviceministro de Educación Francisco Lacayo Parajón.
Durante ese proceso este país parecía embarazado de educación, todo tenía que ver con educación, y ello permitió que hiciéramos realidad lo que parecía imposible incluso en las zonas más apartadas y gracias al aporte voluntario de miles de jóvenes, rememoró, en diálogo con Prensa Latina.
Para el exdirector de la oficina regional del Programa de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura para América Latina y el Caribe (Unesco), fue muy seria la planificación de lo que calificó como gran epopeya de los nicaragüenses y atribuyó a ello el éxito alcanzado.
Cuando recibimos la orientación de organizar una estrategia para liberar del analfabetismo a nuestra nación lo primero que hicimos fue consultar a cuantos expertos pudimos, estudiamos la experiencia de siete países y después la decisión fue tomada, explicó quien fungiera como director de la cruzada.
Precisó que decidieron llamarla así y no campaña, porque proyectos de alfabetización hubo y habrá muchos y muy buenos, pero la idea era barrer de un soplo con la oscuridad que aplastaba a más de tres millones de personas aprovechando la llama prendida por la Revolución Popular Sandinista.
Lacayo Parajón relató varias anécdotas de esos días, en los que a cada paso descubrían una dificultad por enfrentar, como la urgencia de proveer a los infantes aquejados de avitaminosis de anteojos para ver en las noches o a los alfabetizadores de lámparas para enseñar en zonas sin conexión eléctrica.
Destacó el aporte de organizaciones humanitarias de todo el mundo, la solidaridad de los maestros voluntarios de Cuba, España y otros países, así como los fondos con los cuales contribuyó a ese esfuerzo la Unesco.
Del 23 de marzo al 23 de agosto de 1980, e incluso antes de esas fechas, trabajábamos como locos, pero fue todo un esfuerzo nacional que mereció numerosos reconocimientos internacionales, como la medalla Nadezhda Krúpskaya de la Unesco, comentó.
Esas jornadas educativas fueron masivas, potenciaron la unidad, el redescubrimiento de este país, de su cultura y contaron con más de 115 mil brigadistas que ayudaron a bajar el analfabetismo del 50.4 al 12.9 por ciento, según el exdirector de la Escuela de Sociología de la Universidad Centroamericana en Managua.
Nunca nos habían enseñado que hacía más de un siglo había llegado a Nicaragua la etnia garífuna, la única que conserva rasgos de lengua africana, y el hallazgo de ese grupo humano nos obligó a reformular nuestras cartillas para darles también a esas y otras personas que hablaban el inglés criollo, miskito, y sumo en la Costa Caribe el derecho a aprender, ejemplificó.
En Centroamérica y el Caribe somos el país que más lenguas vivas tiene en la zona atlántica, seis, y grabamos la historia oral más amplia de América, 15 mil horas, añadió.
Significó que en 2007 ese patrimonio y los documentos de la cruzada, las cartas de los brigadistas, diarios, medallas, afiches y banderines, fueron declarados Registro de la Memoria del Mundo al lado de la primera Biblia de Gutenberg, del alfabeto cuneiforme de Persia, ahora Irán, entre otros.
La Cruzada Nacional de Alfabetización fue y es, sigue viva, porque quizás es la mayor matriz de organización social que logramos crear en la historia de Nicaragua y eso sólo fue posible por la Revolución Popular Sandinista, opinó Lacayo Parajón, para quien crear era esencial entonces y sigue siéndolo.
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