Maltrato infantil, constante tolerada en Centroamérica
Defensores de los derechos de la niñez y organismos internacionales concuerdan en que el maltrato infantil, en sus distintas manifestaciones, es una constante tolerada por buena parte de la población adulta en Centroamérica.
Incluso, la permisividad en ese orden prevalece de manera particular en lo tocante a la explotación sexual comercial, a pesar de que casi la totalidad de la ciudadanía está consciente de que se trata de un delito penado por la ley.
Investigaciones científicas refieren que la mayor parte de los adultos en los países de la región culpan de las violaciones sexuales y del abuso con fines comerciales a las víctimas, por lo general adolescentes de familias de escasos recursos.
La mirada condenatoria a las supuestas "provocadoras" y a los varones que andan "sueltos por las calles", prevalece en Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Panamá y hasta en la cercana República Dominicana, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De acuerdo con una pesquisa auspiciada por ese organismo, el 95 por ciento de ocho mil personas consultadas consideró que la explotación sexual comercial es condenable más uno de cada cuatro admitió que no haría nada por denunciarlo.
El panorama resultó más sombrío en El Salvador, donde la mitad de los entrevistados ratificó que callaría frente a tales hechos, destacó el informe, vinculado al proyecto Contribución a la prevención y eliminación de la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes en Centroamérica, Panamá y República Dominicana.
Si bien 60 por ciento culpó de estos delitos a las víctimas, 61 por ciento atribuyó a las familias de estas la cuota mayor de responsabilidad en esos casos, añadió.
Participantes en la investigación mostraron su alarma por los resultados de la misma, fiel reflejo de que las personas casi nunca asocian al cliente explotador con las causas de la explotación sexual comercial y lo peor, que continúan sin interiorizar que esta situación es intolerable e inadmisible.
Pero paralelo a esa problemática los infantes centroamericanos enfrentan la recurrencia de los mayores a métodos presuntamente educativos signados por la violencia, tanto física como sicológica.
Los adultos admiten tales comportamientos como si fuesen lo más normal del mundo, porque consideran que esta es una práctica efectiva si se pretende lograr la mejor educación e inserción social de niñas y niños.
La Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) concuerdan en que esta es una problemática en ascenso.
Esos factores, unido a la carencia de una metodología homologada para medir las formas de abuso, impiden determinar con exactitud la incidencia de este mal en las distintas naciones.
No obstante, datos recuperados por especialistas de esas dependencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y entidades médicas dan cuenta de la incidencia en naciones como Costa Rica, promovido por sus gobernantes como el más pacífico y preocupado por la niñez en el área.
Registros del Hospital Nacional de Niños Doctor Carlos Sáenz Herrera, muestran que sólo en 2013 casi mil 500 infantes fueron agredidos en ese país, donde cada día acuden a consulta al menos siete menores de edad con señales de haber sido maltratados.
Los abusos contra al menos mil 468 niñas y niños fueron comprobados por especialistas del departamento de Trabajo Social y aunque esa cifra indica una disminución en 76 casos con respecto a 2012, la cuestión sigue alarmando a los galenos encargados de atender a las víctimas.
A juicio de los especialistas esas estadísticas develan las fallas en el sistema de protección a la infancia en Costa Rica, en particular a los menores de un año, por lo general afectados por el llamado síndrome de sacudida o batuqueo del menor en alto por los mayores de edad.
También en 2013 el Patronato Nacional de la Infancia acumuló 12 mil denuncias por agresiones, cifra que evidencia la lamentable situación que se está viviendo en nuestro país, señaló el sitio web www.crhoy.com
Más, Cepal-Unicef aseguran que tal situación no es privativa de Costa Rica: en América Latina nacen cada año más de 11,4 millones de bebés, muchos de ellos condenados a sobrevivir en medio del hambre y sujetos a patrones de conductas agresivos.
La violencia contra niñas, niños y adolescentes se registra casi siempre en las casas, a manos de sus padres, cuidadores y familiares, y es uno de los factores que más incide en el incremento del suicidio infantil o del abandono del hogar, agrega la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Abuso y tolerancia, legado occidental
La historia de la humanidad acumula pruebas múltiples de abusos y malos tratos desde los que detentan el poder hacia quienes lo soportan, y en el último escalón de sometimiento, a merced de leyes y códigos, costumbres y conductas, siempre estuvieron las niñas y niños.
Como parte de muchos ritos antiguos, los niños fueron llevados al holocausto a la par de vírgenes y animales, para contentar a las divinidades.
El Génesis del Antiguo Testamento cuenta que Dios ordenó a Abraham que sacrificara a su hijo único Isaac para tener una prueba del temor que inspiraba y este hubiera degollado al niño si no hubiera escuchado al ángel enviado para impedirlo tras comprobar tal respeto.
Mateo, en el Nuevo Testamento, relata que el niño Jesús debía ser llevado a Egipto para evitar la masacre ordenada por Herodes, quien burlado por los magos "mandó a matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores".
En este siglo persiste la venganza a costa de los infantes y así lo reflejan informes relacionados con el accionar de grupos criminales, que al estilo de la mafia siciliana procuran eliminar cualquier descendencia de sus enemigos o amedrentar a estos ensañándose contra sus retoños.
En situaciones de conflicto armado y en zonas asediadas por bandas delincuenciales, las niñas son especialmente vulnerables a la violencia, explotación y abusos sexuales por parte de pandilleros, militares, fuerzas de seguridad, pobladores, trabajadores de asistencia humanitaria y otros.
El sistema jurídico de protección a la niñez, con raíces en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), estipula la obligación de los adultos de proteger a la infancia por oposición al abuso físico y mental, al trato negligente, malos tratos y explotación, incluido el abuso sexual.
Sin embargo, pese al progreso investigativo, las metodologías, legislaciones y normativas internacionales, Estados y naciones acogen con mayor o menor voluntad los resultados de esos procesos y el maltrato infantil sigue siendo un problema de graves consecuencias en el mundo.
Estimados de la OMS sugieren que casi 20 por ciento de las mujeres y de cinco a 10 por ciento de los hombres sufrieron abusos sexuales en la infancia, mientras que de 25 a 50 por ciento de niños padecieron maltratos físicos, psicológicos y desatención.
Esas fuentes reflejan que cada año mueren por homicidio 31 mil menores de 15 años de edad, aunque esa cifra esconde la verdadera magnitud del asunto, por cuanto una proporción importante de las muertes por maltratos son atribuidas a caídas, quemaduras, ahogamientos y otras causas.
En América Latina y el Caribe, rebasan los 185 millones los situados por debajo de los 18 años de edad y de ellos la mitad son niñas y niños, de los cuales cerca de seis millones sufren agresiones físicas severas y 80 mil mueren cada año debido a estas, según organizaciones humanitarias.
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