Blogia
ALTiro

El que no juega, exige, aseguraba el último gran liga cubano, Conrado Marrero

El que no juega, exige, aseguraba el último gran liga cubano, Conrado Marrero Era todavía un muchacho cuando Conrado Eugenio Marrero Ramos comenzó su aventura deportiva. Con el paso de los años esta lo llevaría a convertirse en uno de los grandes lanzadores cubanos de todos los tiempos.
Su actuación en el diamante le permitió romper el mito que había imperado durante décadas: hombre de baja estatura, medía 1.66 metros (5 pies 5 pulgadas), nunca podrá ser buen pitcher.

El "Guajiro de Laberinto", como es conocido por la afición nacional, logró con vergüenza y dedicación imponerse en el béisbol de su época. Alcanzó el sueño dorado de cualquier pelotero de su generación: lanzar en las Grandes Ligas.

Según relata el desaparecido cronista deportivo Severo Nieto en su libro El Premier, Marrero ganó 353 juegos con 173 reveses, entre 1938 y 1957; pero hay que añadir los triunfos que obtuvo "de domingo a domingo" en los desafíos que actuaba.

Vive en un pequeño apartamento en la calle Ayuntamiento, en el barrio del Cerro, en La Habana. Su esposa Petra Calero, con la que tuvo cuatro hijos, falleció el pasado año. Ahora lo acompañan algunos hijos, nueras y nietos.

Marrero duerme entre 8 y 10 y horas diarias. Se levanta temprano. Desayuna. Normalmente almuerza con carne, viandas y vegetales. Al anochecer ingiere algún alimento ligero.

Había tenido contacto con Marrero en la década del 50 cuando me iniciaba en el periodismo. En el sector deportivo hice mis primeros trabajos.

Durante más de 30 años dejamos de vernos. Cuando lo visité me reconoció enseguida. Lo primero que me dijo fue: "No te ha ido mal. Has engordado; ya no eres el muchacho flaquito aquel que andaba por los dogouts detrás de la noticia".

Escuchar a Conrado Marrero es una experiencia excepcional. Muy pocas veces se nos da la oportunidad de dialogar con una persona que ha vivido tanto y conserva una buena memoria.

Conversamos largamente y recordamos hechos y personajes. Cuando le expliqué el objetivo de la visita, estuvo de acuerdo e incluso llegó a decir con picardía: "Si te concedía entrevistas antes, cuando era famoso, cómo no te las voy a dar ahora".

Al iniciar el diálogo la grabadora no quiso funcionar. Aquello le provocó risa. Con esa malicia campesina me comentó: "La técnica es muy importante, pero mucho más importante es el hombre. La técnica se descompone fácilmente. El hombre solo se descompone cuando muere".

Le manifesté que siempre me impresionaron las cosas que hacia en el box, pero ahora me había quedado maravillado pues desconocía que después de viejo se hubiera convertido en filósofo. "No jodas", fue lo único que me contestó a la vez que encendía un tabaco.

Finalmente pude arreglar la grabadora. Comenzamos un desafío que duró más de nueve innings y en el que se invirtieron los términos: el "Guajiro de Laberinto" no lanzó, sino bateó, y bateó bien. Me costó trabajo ponerlo out, e, incluso, en ningún momento lo pude ponchar.

¿Dónde nació?

En la finca "Laberinto", en Sagua la Grande, el 25 de abril de 1911. Es decir ya tengo 81 años. Espero a llegar a los 100.

¿De ahí viene lo de "Guajiro de Laberinto"?

Por eso soy Laberinto, porque cuando pitcheaba la gente decía: hoy va a lanzar el "Guajiro de Laberinto". Y se me quedó.

Los apodos era algo muy normal. A Rogelio "Limonar" Martínez le surgió porque lanzó mucho en el pueblo de Limonar, en la provincia de Matanzas. Mientras, Sandalio "Potrerillo" Consuegra, era de un pueblito de ese nombre.

A su vez Julio "Jiquiâ�Öâ�Ö Moreno, apodado así por una rama de árbol muy fuerte y ser el pitcher que más duro tiraba. A Pedro "Natilla" Jiménez, le denominaron "Natillaâ�Öâ�Ö porque era su dulce favorito y a Antonio "Quillaâ��â�Ö Valdés, porque era flaco como una quilla de pescar. Pudiéramos hacer una lista interminable.

¿Qué hacían sus padres?

Trabajaban en el campo. En Laberinto teníamos una colonia cañera. Ahí nos criamos todos, hasta que fuimos grandes y la gente empezó a repartirse. En el año 1945 papá vendió la colonia y compró una finquita.

¿Cuántos hermanos?

Nueve. Cinco varones y cuatro hembras. Quedamos vivos cuatro.

¿Desde cuándo le gustó el béisbol?

Desde que nací.

¿Alguien más jugaba al béisbol en la familia?

Solo yo.

¿Siempre como lanzador? Comencé desempeñando la tercera. Un buen día en un juego contra un equipo de Sagua la Grande nos cayeron a "palos". No había más pitchers y entonces el manager me mandó para el box. Trabajé bien y ahí comenzó mi carrera como lanzador.

¿En qué año empezó a jugar amateur?

En 1938.

¿Con qué equipo?

El de Cienfuegos. Durante los años que jugué con dicho equipo gané 123 juegos y perdí 39.

Durante mi carrera como amateur lancé 148 juegos completos de los 183 que inicié. Llegué a ponchar a más de 500 bateadores.

¿Dónde se hizo profesional?

En Ciudad Juárez, México, en el año 1946, con el equipo de esa localidad. Posteriormente jugué con los Havana Cubans en la liga Internacional de la Florida y defendí el color azul del Almendares en los campeonatos nacionales.

¿Lanzó algún juego perfecto?

Frente a Tampa.

¿Recuerda la fecha?

El 12 de julio de 1947.

¿Cómo pudo tener trayectoria tan brillante con ese físico?

Yo soy tremendo macho. Los hombres no se miden por el tamaño.

¿Cómo prefieres que sean los lanzadores?

Por lo menos el pitcher, que sean hombres altos.

Usted era una excepción.

Soy de tamaño pequeño, pero grande de ...corazón.

¿La estatura del pitcher es importante?

Importante no, importantísima.

¿Pasó trabajo para ser lanzador?

Muchísimo. Como era pequeño, tenía que tener una buena memoria y el fenómeno ese para poder triunfar.

¿Cuál era el fenómeno ese?

El control. El poder poner la bola donde creía que le hacía daño al bateador.

¿Su mejor catcher?

No había ninguno en especial; no me llevaba por el catcher. Los receptores sé llevaban por mí. Tiraba la bola que creí adecuaÂ�da.

¿Quién es el pitcher más inteligente que ha dado Cuba?

De los que vi jugar, Martín Dihigo. Hombre fuerte, de muy buena velocidad, buena slider, tremendo control. Con un gran físico.

¿Cuál es la diferencia entre el béisbol que se jugaba en la década del 50 y el actual?

Hoy en día no hay un Ted Williams, un Joe Dimaggio, un Willy Mays, un Yogi Berra. Esos eran estrellas de estrellas. Hoy la pelota está carente de hombres como esos,

¿A qué edad llegó a Grandes Ligas?

A los 39 años.

Ya estaba viejito.

Pero con gran espíritu juvenil.

¿Con qué equipo?

Todo el tiempo con el Washington.

¿En qué año?

1950.

¿Cuántos años permaneció en las Mayores?

Cinco.

¿Ganó buen dinero?

El primer año 6,500 (dólares). El más alto, 18,500.

¿Recibe alguna pensión de las Grandes Ligas?

Soy victima del bloqueo. Tendría que vivir en los Estados Unidos.

¿Qué le ocurrió con Ted Williams?

La primera vez que me enfrenté a Williams lo ponché. Había entrado de relevo. Con el tiempo nos hicimos amigos. En una ocasión que fuimos a jugar a Boston me dio dos jonrones. Al terminar el desafío me tiró el brazo por encima y me dijo: "Chico, hoy yo estaba en mi día". Le contesté: "Compadre, todos los días son suyos".

¿A quiénes escogería para hacer un equipo Todos Estrellas de Grandes Ligas?

Receptor Yogi Berra; primera, Johnny Mize; en segunda, Jackie Robinson; en el campo corto, Phil Rizutto; en tercera base, Eddie Mathews; outfielders: Ted Williams, Mickey Mantle y Willy Mays.

¿A quiénes seleccionaría para hacer un equipo Todos estrellas de cubanos?

Catcher, Fermín Guerra; primera, Regino Otero: segunda, Heberto Blanco; en el campo corto, Silvio García y en tercera Héctor Rodríguez.

¿Por qué no Willy Miranda en el campo corto?

Porque lo que buscaba era bateo.

¿En el outfield?

Roberto Estalella, Orestes Miñoso, Roberto Ortiz.

¿Manager?

Napoleón Reyes.

¿Quién era el bateador que mejor le conectaba?

Pedro Formental.

¿Le costaba trabajo lanzarle a los zurdos?

Tenía que trabajar muy duro, utilizar muchos recursos para pitchearles a los zurdos. Al no tener lanzamiento por arriba del brazo, lo tenía que hacer por el lado. Me aprovechaban. Me defendía por mí control. Los zurdos constituían mi dolor de cabeza.

¿Su mejor arma?

La slider.

¿La utilizaba mucho?

Llegué a lanzar juegos completos sin tirar ninguna recta. La slider la dominaba bien, la ponía donde quería. Esa era mi arma. Lo único que tenía era la slider. No tenía velocidad, tenía control. Tiraba la slider, que se movía lo mismo para arriba, abajo, al lado, cerrado.

¿Quién le enseñó a pitchear?
Los batazos que me dieron.
¿A quien considera su mejor manager?
El primero que tuve cuando fui amateur: Jacinto González.
¿Momentos de alegría en el béisbol?
Cada vez que ganaba un juego.
¿Tristeza?
Cuando perdimos un campeonato, en el antiguo estadio de la Tropical, con el Círculo Militar.
¿El juego que nunca ha olvidado?
El primero que gané en Cienfuegos cuando comencé a jugar, pues había ido a que me hicieran una prueba. Salí bien.
¿Qué significó para usted ser manager?
Nunca me gustó. Lo fui en contra de mi voluntad.
El público lo trató siempre con cariño...
Yo pitcheaba para el público. Cada vez que salía al terreno hacía mi mejor trabajo, mi mayor esfuerzo. Mi máxima aspiración era que los que habían acudido al estadio salieran satisfechos de mi actuación. Siempre salía a ganar.
¿Qué sentía cuando lo explotaban?
No hay cosa más horrible que le entren a uno a batazos. Me desesperaba por volver a pitchear para tratar de desquitarme.
¿Se concentraba mucho?
Desde que me ponía el uniforme no hablaba con nadie. Durante el juego tampoco hablaba con nadie. Estaba concentrado para analizar cómo le iba a pitchear a cada bateador.
¿Diferencia entre pelota amateur y profesional?
Los peloteros profesionales están para el béisbol, ese es su negocio. Tienen una disciplina como si fuera un trabajo. Están nada más pendientes del béisbol.
¿Hay buenos entrenadores de pitcheo en nuestra pelota?
Buenísimos. Quienes sostienen el béisbol son los entrenadores.
¿Hay buen pitcheo?
Sí señor. El bate de aluminio es un contrario grande para los lanzadores. Ponle un bate de palo a la gente a la hora de batear para que tú veas qué buenos pitchers hay aquí.
¿Quiénes?
Para mí el mejor es el zurdo de Matanzas Jorge Luis Valdés, sabe lanzar bien. Además, hay mucha gente nueva que está saliendo y dentro de pocos años serán estelares.

Hay varios: Manuel Alarcón, José Antonio Huelga, Braudilio Vinent, Julio Romero, Changa Mederos.
Cuba siempre ha tenido buen pitcheo. Lo que ocurre es que la gente exige demasiado.
¿El público es muy exigente?
El que no juega exige. Nunca verás a uno que haya sido pelotero criticar a un jugador porque se le caiga un fly o se ponche. Como él también ha estado en el terreno sabe que eso existe. Eso pasa. El que está sentado viendo el desafío lo ve todo muy fácil.
Pero hay peloteros que en ocasiones no corren.
Eso sí es una acción reprochable. Estoy de acuerdo cuando critican a un pelotero porque no corre. El jugador siempre tiene que dar el máximo en el terreno de juego. El que no lo haga debiera dedicarse a otra cosa.
¿Qué política aplicaría si volviera a dirigir?
Un poco de mano dura. Hay peloteros que se portan mal, contaminan a los otros. A la primera que hicieran les haría una advertencia. A la próxima, los boto. A veces los managers, con tal de no perder a determinado jugador, les permiten cosas que después salen muy caras. La disciplina es muy importante.
¿Qué consejo daría para mejorar el béisbol?
El béisbol va bien. Solamente lo que se necesita es que los jugadores le pongan más amor al juego. Para ser un buen pelotero se necesita dedicarle el 80 por ciento al deporte y un 20 por ciento a otras cosas. Hay algunos que hacen al revés.
¿Cuáles son las virtudes que le ve al béisbol cubano?
El desarrollo. Se juega bien a la pelota.
¿Defectos?
Algunos peloteros han perdido el amor propio.
¿Cuál es el mejor pelotero cubano en la actualidad?
Eso está en boca de todo el mundo. Eso lo sabe todo el mundo, todo el que lo vea jugar. El más completo es Omar Linares. También hay otros, pero sobresale Linares porque todo lo hace bien.
¿A quiénes escogería si fuera a dirigir un equipo?
Además de Linares, a (Orestes) Kindelán, (Antonio) Pacheco, (Juan) Padilla y algunos más que son muy buenos.
¿Le botaron alguna vez del juego?
Como pelotero, no; de manager, sí.
¿Qué piensa del arbitraje?
Bueno.
¿Qué observación le haría?
Hay algunos que se apresuran en cantar las bolas y los strikes. No debían levantar el brazo con tanta rapidez. Deben esperar a la que la bola llegue a la mascota. A veces la pelota viene de una forma y al final hace algún giro.
También en ocasiones se precipitan en decidir la jugada. Deben actuar con cuidado. Eso le quita seriedad al trabajo de los árbitros. A ellos les pagan para que no se equivoquen.
Igualmente los hay que expulsan con ligereza al jugador. Es necesario tener paciencia. Lo fácil es botarlo. La calidad del árbitro no está dada por la cantidad de peloteros que saca del desafío. El problema no es de guapería, sino de personalidad.
¿El mejor árbitro cubano de todos los tiempos?
Amado Maestri. Eso no se piensa. He ahí un hombre de mucha personalidad. Se ganaba el respeto por su manera de ser y no por la cantidad de peloteros que expulsaba. También Rafael Paz era muy bueno.
¿Cómo ve a los narradores deportivos?
Saben, conocen su oficio, pero debieran comentar la jugada después que pasa, no anticiparse. Apresurarse no es bueno. A veces, sin querer, se es injusto. Dirigir es difícil; criticar es fácil.
¿Sus preferidos?
Eddy Martín y Héctor Rodríguez. Los dos manejan muy bien su negocio. Ya nadie se acuerda de Rubén Rodríguez, un verdadero maestro de la narración y un profundo conocer del béisbol. Eso es lo jodido que tiene morirse: te olvidan.
¿Cuántos hijos tiene?
La mujer tuvo tres. Todos varones.
¿Nietos?
Siete.
¿Biznietos?
Tres.
¿Muy enamorado?
Sí.del béisbol.
¿Cómo se siente a los 81 años?
Estoy fuerte. Me cocino yo mismo. Mantengo buena vista. No necesito usar espejuelos ni siquiera para leer.
¿Su gran afición?
Lo único que me gusta es el béisbol y los tabacos. Las mujeres también, cuando era más joven.
¿Ha fumado mucho?
En una época llegué a fumarme hasta 14 tabacos diarios. Recuerdo que hace algún tiempo un médico me dijo que si dejaba de fumar iba a durar 40 años más. Me dije: "ÂíCoño, durar hasta los 120 años sería del carajo!". Seguí fumando.
¿Cuándo comenzó a fumar?
Le pedí permiso a mi padre para probarlos cuando tenía 17 años. A partir de ahí no he dejado de fumar.
¿Momento difícil en su vida?
A raíz de la invasión por Playa Girón me encontraba en casa viendo la televisión, cuando de repente, veo entre los prisioneros a mi hijo Paco. Mi hijo más chiquito. Fue un momento muy duro. Aquello me desbarató todo. Eso me sacó todas estas canas que tengo actualmente.
¿Ha visitado a Miami?
Lo hago anualmente. Voy a ver a mis hijos. También he participado en juegos de veteranos. A los 15 ó 20 días regreso a La Habana. No soporto vivir fuera de mí país.
¿Le han pedido que se quede?
Siempre me lo proponen. Me han ofrecido de todo. Estoy convencido que me lo piden porque ellos no pueden regresar. Les da envidia que yo vuelva para el terruño. Viven pagando el precio de esa decisión y la nostalgia los va matando lentamente.
¿Por qué regresa?
Eso me da ganas de reír. ÂíCómo no voy a regresar, si es que soy cubano!
El que se ha ido es un problema de él. Quiero mucho a mi país. Quiero mucho a mi patria. Mis padres murieron en Cuba. Yo también moriré en mi tierra. Quien no ama el suelo donde nació no puede querer a nadie. A mí siempre me gustó ponchar y no que me poncharan. Y los que se fueron se poncharon de por vida.
(*) Entrevista realizada en 1992 por Luis Báez a Conrado Marrero, quien falleció en La Habana este 23 de abril, a la edad 102 años.

0 comentarios