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Cuba: entre la cubanidad y el cubaneo, opiniones de Pedro Pablo Rodríguez

Dr.C. Pedro Pablo Rodríguez, historiador e investigador del Centro de Estudios Martianos

Una de las más complejas alternativas de la Cuba del siglo XXI hace equilibrio entre lo que quisimos ser, lo que queremos ser y lo que vamos siendo. Por muchas razones la cultura es la malla de protección, pero reconocerlo no significa saber por qué y para qué. La subjetividad en torno a los conceptos de cubanidad o cubaneo, la necesidad de saber lo que está bien o mal hace más difícil enrumbar el destino.

Para el Dr.C. Pedro Pablo Rodríguez, historiador e investigador del Centro de Estudios Martianos1 los procesos de formación de la identidad, nacionalidad y cubanía están sometidos a circunstancias históricas y sociales y eso los hace cambiantes, incluso en la disyuntiva de desaparecer, «y con ellos también desaparecen elementos identitarios —nunca homogéneos, además—, útiles para entender determinadas esencias».

Unas consideraciones preliminares bastan para que el académico analice contextos, relacione gestas y exponga juicios, sin temor a la polémica que pudieran despertar.

Siempre habrá unos procesos más significativos que otros ¿Cómo han intervenido los más determinantes para la formación de ideas opuestas como cubanidad o cubaneo?

«La formación de la nacionalidad cubana es inseparable de la formación de la identidad nacional y para ello es necesario que aparezca antes una identidad cultural, en el plano genérico, no solo en el plano de las artes, en rasgos de comportamientos, de conducta e incluso en actos que acercan a las personas. Eso ha ocurrido en todas las sociedades. Y sobre todo en las modernas, a partir de la Revolución Francesa, con el concepto de nación identificado con el de estado.

«En primer lugar Cuba enfrentó dos circunstancias muy adversas: el colonialismo y la esclavitud.

«En los tres primeros siglos después de la conquista, los procesos fueron muy lentos, no solo en lo económico sino también en lo concerniente al poblamiento. En general estuvieron bastante aislados de los grandes centros de poder o con relaciones muy esporádicas.

«A mi juicio la esclavitud significó un cambio de rumbo en la formación de la nacionalidad, porque a pesar del colonialismo, lasociedad cubana fue hasta entonces más coherente, menos polarizada, hacia finales del siglo XVIII, cuando la esclavitud se convirtió en la base de la economía y la vida en Cuba. Todo ello distorsionó los procesos históricos anteriores.

«En primer lugar trazó una diferencia que pesa hasta hoy. Si los esclavos hubieran sido gentes de todos los colores, la discriminación subsiguiente hubiera sido diferente. Sin embargo, venían del África negra. Esto hizo posible una identidad, que diluía ciertos elementos culturales africanos, porque no era lo mismo un esclavo de Nigeria, que uno llegado del Congo, territorio sin grandes mecanismos de jerarquía social y con pocos conocimientos de agricultura. A todo esto sumemos las muchas regiones que aportaron cautivos con lenguas, costumbres, ritos y religiones distintas.

«En Cuba un aspecto los homologó: eran esclavos y lo que los identificaba visualmente ante el resto de la sociedad era su color. Alrededor de 1840 hubo 400 mil esclavos, aproximadamente; cifra no estática, porque eran muchos más los que llegaban y morían, incapaces de aguantar el trato bestial que les daban, así que un cálculo rápido daría como resultado el paso de dos millones de africanos por Cuba.

«Eso explica en parte por qué no existió una revolución antes del 68, por el  miedo al esclavo, ante lo que pudiera ocurrir al estallar una rebelión a gran escala, por mucho que molestara a España. Era tanta la riqueza, que daba para pagar los enormes impuestos que obligaba la corona.

«Recordemos también que los primeros negros que llegaron a Cuba no eran africanos. Venían de España, de Andalucía, los famosos llamados negros “curros”, que impusieron rasgos y patrones de conducta: la forma de hablar alto, el salero en el uso del lenguaje, la forma de vestir, con colores brillantes y fuertemente contrastados y la forma de conducirse familiar o la que hoy diríamos como bravucona.

«En ese plano los cubanos somos muy andaluces.

«Así, en otra etapa de la historia de Cuba se consolidaron los valores burgueses, con características particulares propias de la realidad cubana. Se produjo un proceso doble, porque el sector dominante transmite y convierte en modelo sus valores, sus maneras de ser y el sector dominado las rechaza y a su vez busca como imitarlas, porque son las que dan valor y reconocimientos en el estatus social.

«Es decir, es un proceso de atracción-evitación por ambas partes, porque también las culturas dominadoras buscan los ciertos encantosde la cultura dominada. Todo eso da origen a los estereotipos, como que la mujer cubana más perfecta es la mulata y que las gentes del pueblo son más divertidas y sencillas.

«De alguna manera se cumple la famosa tesis de Lenin de las dos culturas —que en realidad eran más de dos—, presentes en toda sociedad: así como hay diversidad de rasgos comunes hay multiplicidad de rasgos que diferencian.

«Estoy intentando exponer de modo práctico, sin teorizar en demasía, el por qué y el cómo de complejizar los procesos identitarios.

«Luego llega la Revolución Cubana, muy confrontada por los Estados Unidos y obligada a desplegar una enorme energía para resistir.

«Aun cuando los procesos revolucionarios aceleran los procesos históricos, en el caso Cuba significó un ascenso muy rápido de los sectores, no solo explotados, sino también más desposeídos, que generó un conjunto de cambios a una velocidad pocas veces vista en la historia.

«La Revolución provocó, en un primer y largo período, que la gente tuviera conquistas, como resultado de ese afán reivindicador, dado en el plano real: reforma agraria, reforma urbana, campaña de alfabetización, educación y salud gratuitas… todo eso provocó gran entusiasmo, una cierta homologación, una atenuación de las diferencias e incluso la desaparición de la burguesía como clase social dominante.

«Pero existe la tendencia a que ciertos elementos de la identidad en un momento dado queden relegados a un segundo plano por eso mismos procesos. Y puede ser que en otro recuperen una cierta presencia, una cierta estabilidad, porque quizá obedecen a rasgos profundamente marcados en la psicología de los pueblos. Por períodos, las gentes los arrinconan, obligados por las circunstancias y después tienden a ocupar el lugar que tuvieron de un modo natural, no estoy hablando de nada forzado, aunque puede haberlo.

«Hoy día seguimos diciendo que en Cuba la comida típica es el arroz blanco, los frijoles, la carne de puerco y la yuca con mojo, y si nos ponemos a ver la comida típica cubana es la pizza, las pastas en general, que hace mucho rato comemos más, como en un tiempo determinado fueron los chícharos. Y eso tiene la identidad, que puede ir de lo sublime a lo ridículo, desde los elementos emotivos, más poderosos y que unen con más fuerza las personas, hasta elementos de vida cotidiana, a los que habitualmente la gente no da mucho peso. Y puede que incluso no lo reconozca.

«Por otro lado creo que el socialismo pecó en todas partes, y también en Cuba naturalmente, de no saber moverse con la diversidad, el pensar en el individuo perfecto, idea que se potenció muchísimo en los años 80. El hecho de vernos todos “cortados por la misma tijera”, más que igualitarismo, fue “similaridad”, cuestión que ninguna sociedad podría lograr, porque somos individuos y cada uno es irrepetible. A mi juicio eso está aún presente entre nosotros.

«Después de la debacle del socialismo empezamos a razonar sobre eso. Ahora es muy fácil decir que el país demoró mucho en plantearse el análisis, es muy atractivo decirlo ahora, pero es tan complejo que muchos países del Este no pudieron encontrar respuestas y hoy son naciones consideradas las más atrasadas de Europa.

«En Cuba el derrumbe del socialismo europeo nos puso en primer lugar en el dilema de subsistir, que en unas cuantas personas significó no pensar más que en sí mismos, actitud que cuando se exacerba significa además aplastar a los demás, si es preciso. Esto se acompaña de una pérdida de patrones morales, de fe, de confianza en el futuro —o en el presente— y derivan hacia conductas y formas de vida que no se habían practicado antes.

«Esto ha ido generando fenómenos que se articulan en la psicología social y que comienza manifestándose como simple y cotidiana chabacanería y terminan asentándose en las más complejas formas de corrupción, que a mi juicio, son expresión de protestas sociales, encauzadas no abiertamente contra el sistema y quizás un poco inconscientes, pero que van contra los patrones y los valores prevalecientes durante mucho tiempo, como una forma de cuestionarlos.

«Un estudio realizado durante largo tiempo por la psicóloga Carolina de la Torre ha investigado cómo los cubanos nos hemos visto a nosotros mismos en diferentes etapas. Y en los años 80 nos veíamos como los mejores en el deporte, en la cultura, en las ciencias o en el tema militar, al nivel de las grandes potencias mundiales. En algún momento se llegó a decir por algunos en América Latina que los cubanos éramos los argentinos del Caribe. Era un mal chiste, pero daba también una percepción de cómo nos veían desde afuera.

«Esa alta autoestima ha ido bajando y hay una frase actual que dice… Esto no habrá quien lo arregle… Sin embargo, en mi opinión, es más grave que un ministro robe a que una mujer se prostituya, porque devasta más los basamentos de la sociedad.

«Eso genera expresiones culturales, porque es común oír “¿Y fulano de qué vive? ¿Ese? ¡Del invento! ”

«Es decir el choteo, el oportunismo, la doble moral, el cubaneo, cosas que objetaron algunos intelectuales y políticos de la época republicana, se hacen presentes ahora adaptados a las circunstancias actuales».

Que se hayan convertido en paradigmas en algunos sectores, da un viraje negativo, que algunos consideran ya insalvable.

«No es tan simple.

«Los tatuajes eran considerados cosas de delincuentes y hoy se teoriza en torno a su integración en la estética de los cuerpos. Por otra parte, cuando he visto a dos “aseres” de mi barrio, representes del machismo y de la imposición por la fuerza física, con aretes y saludándose con besitos en la mejilla, me dije… ¡Ah no, espera, la sociedad cubana ha cambiado mucho!… y es evidencia de un fenómeno cultural que se interrelaciona, porque siguen siendo los guapos del barrio, que no les importa si tienen que ir “pal tanque”, pero asumen estéticas que siempre fueron femeninas. Eso es un cambio que no tiene por qué ser negativo. Por el contrario, son alarmantes las cifras que aseguran que cada vez son más las mujeres que fuman y beben. ¿Será esto último un resultado negativo de la lucha por la igualdad de géneros?»

¿De qué o de quién será la responsabilidad de revertir estos malos paradigmas?

Pedro Pablo Rodríguez López, Desde 1996 es doctor en Ciencias Históricas. Es Premio Nacional de Historia 2010, investigador del Centro de Estudios Martianos. Dirige actualmente la edición crítica de las Obras Completas del Apóstol, y es autor, entre otros títulos, de Antología del pensamiento revolucionario cubano (1970); La primera invasión (1987), Premio de Ensayo UNEAC 1995; De las dos Américas (2002), Premio de la Crítica en 2003 y El periodismo como misión (compilación de estudios acerca del periodismo de José Martí, 2003). Universidad en el Departamento de Filosofía, donde impartió clases de Pensamiento Marxista y de Pensamiento Revolucionario Cubano. También impartió Historia de Cuba en las Escuelas de Historia y de Periodismo de la misma Universidad. Fue jefe de la sección de Historia de la revista Bohemia y divulgador de la Dirección Provincial de Cultura de La Habana. Posteriormente trabajó en CMBF, Radio Musical Nacional, primero como jefe de información y luego como director.«Durante mucho tiempo se pensó que el estado o las instituciones podían hacerlo. A mi modo de verlo pueden influir, pero son tantos los factores que juegan en el proceso, que no puede modelarlos. Lo cual no significa que se desentiendan.

«Te imaginas cuando acabe el bloqueo y a Cuba lleguen 300 mil turistas norteamericanos, muchísimos seguramente personas decentes, que vienen deseosos de descubrir lo que les han contado mejor o peor, pero también unos cuantos canallas insaciables a convertir el país en escenario de juego y prostitución. La influencia cultural para bien y para mal, llegada de Estados Unidos será muy grande. Sin contar la enorme influencia que ya tiene la comunidad cubana que vive allá y constantemente tienen comunicación con su familia aquí».

¿Será entonces trágicamente determinista la frase que le atribuyen a Máximo Gómez de que los cubanos o no llegamos o nos pasamos?

«Pero no es la idea más dura. Hay estudios que tratan de demostrar que desde la guerra de independencia hubo rasgos negativos de la identidad cubana naciente, dentro de la propia fila de los libertadores, que ponían en riesgo la revolución, desde el integrismo político al clientelismo —el hacendado, al levantarse en armas era seguido porque de amo o patrón pasaba a caudillo—. En cierta ocasión llegaron noticias a Céspedes de que los mambises habían atacado un pueblo y habían arrasado con las tiendas de víveres y de ropa, calificándose el acto como vandalismo, pero las tiendas eran de los españoles, integristas y los mambises andaban hambrientos y casi desnudos y aquellas posesiones eran del enemigo, ¿qué podía esperarse?

«Cuando la Revolución expropió las compañías trasnacionales y luego las grandes y medianas empresas de las familias burguesas, propiciaba un irrespeto al sentido de la propiedad. Y así hoy, para muchos, si no tengo ventilador y me puedo llevar el del trabajo para mi casa, me lo llevo, porque ese es mi derecho, sin verlo como un delito, aunque esté penado por la ley. Por ese camino se llega al increíble término del “faltante”».

Siempre el origen en la base económica…

«Sí, todos tienen en su origen una base económica».

Y la solución ¿Llegará en brazos de lo económico?

«No tendrá solución solo en lo económico, porque no todo el mundo actúa de esos modos. Lo asombroso para mí fue que en pleno periodo especial hubo muchísima gente que siguió trabajando, diría que «pasando mucho trabajo para trabajar», claro indicio de que hubo y hay un fuerte componente moral que no se dejó llevar por los acontecimientos».

¿Predomina aún hoy ese estado de decencia por sobre los indecentes?

«Creo que sí, predominan por sobre el choteo, el cubaneo y la doble moral, por encima incluso de los más peligrosos, aquellos que como ha sucedido en los países ex socialistas, desde el poder quieren ser los futuros burgueses pronorteamericanos y convertir a Cuba en otra cosa.

"Por eso yo creo que los sentimientos son decisivos, porque todo pasa a partir de que la gente establezca su conducta a partir de los sentimientos, no solamente desde la racionalidad.

«Definitivamente, son tiempos de sumar, aunque haya quienes merecen que los resten, los corruptos sobre todo».

1. Pedro Pablo Rodríguez López, Desde 1996 es doctor en Ciencias Históricas. Es Premio Nacional de Historia 2010, investigador del Centro de Estudios Martianos. Dirige actualmente la edición crítica de las Obras Completas del Apóstol, y es autor, entre otros títulos, de Antología del pensamiento revolucionario cubano (1970); La primera invasión (1987), Premio de Ensayo UNEAC 1995; De las dos Américas (2002), Premio de la Crítica en 2003 y El periodismo como misión (compilación de estudios acerca del periodismo de José Martí, 2003). Universidad en el Departamento de Filosofía, donde impartió clases de Pensamiento Marxista y de Pensamiento Revolucionario Cubano. También impartió Historia de Cuba en las Escuelas de Historia y de Periodismo de la misma Universidad. Fue jefe de la sección de Historia de la revista Bohemia y divulgador de la Dirección Provincial de Cultura de La Habana. Posteriormente trabajó en CMBF, Radio Musical Nacional, primero como jefe de información y luego como director.

(En: http://www.almamater.cu/revista/cuba-entre-la-cubanidad-y-el-cubaneo)

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