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Yira, el rostro de la medicina cubana en la frontera Guatemala-México

Yira, el rostro de la medicina cubana en la frontera Guatemala-México

Con apenas 30 años de edad, la guantanamera Yira Vanessa Paul Capó devino rostro de la colaboración médica cubana en el territorio que marca el límite noroccidental de Guatemala con México: la aldea La Mesilla.

Pacientes tanto de uno como del otro país acuden al puesto de salud situado en ese territorio del municipio La Democracia, departamento de Huehuetenango, y cada caso es un desafío para la joven que asegura haber enfrentado en estos meses experiencias muy diversas y algunas bien difíciles.
Quizás lo más lacerante, comentó a Prensa Latina, es ver a los niños que acuden a la consulta afectados por la desnutrición que prevalece en los caseríos aledaños, y que obra como factor desencadenante de un sinnúmero de enfermedades.

"La falta de prevención y de percepción de riesgo, así como los cambios constantes de temperatura, provocan la elevada incidencia de padecimientos respiratorios, diarreicos, parasitismo intestinal y otros en el área", abundó.
De acuerdo con la doctora, "La Mesilla es una zona de gran población flotante y por eso muchas veces también tenemos que atender a muchas y muchos que acuden desde todas partes a buscar suerte en bares, cantinas, comercios y otras actividades informales que se desarrollan aquí".
El tráfico de personas, el contrabando y el narcotráfico, también están a la orden del día en la región, donde muchas de sus pacientes son mujeres más o menos de su edad e incluso menores que ella, dedicadas a prestar servicios sexuales en algunos de los puntos de diversión.
Por esa razón, contemplamos consultas y la aplicación de métodos de profilaxis sexual, preventivos y curativos; al mismo tiempo que aprovechamos para transmitirles confianza en que puede acudir a atenderse porque vamos a garantizarles el acceso a la salud sin prejuicios, explica.
"Los embarazos múltiples son frecuentes entre las registradas en nuestro puesto médico, aunque mayoritariamente se trata de mujeres por encima de los 17 años de edad", señaló y precisó que hasta ahora no tuvo que asistir a ninguna menor de edad por esa razón.
No obstante, admitió la necesidad de estar vigilante en todo momento debido a la amplia difusión de virus como el dengue, del chikungunya y de la tuberculosis, que hace tiempo cobraron rango de endémicos en La Mesilla.
El mal de Chagas, la oncocercosis o ceguera de los ríos, la leishmaniasis y la malararia, son otros males diseminados por esta parte del territorio guatemalteco que también debe atender Yira, en la misma medida en que procura preservar su integridad física y mental ante tan complejo panorama.
Pero tal vez ninguna otra experiencia logre aportarle la emoción que sintió cuanto tuvo que practicar sola un parto, por primera vez en sus seis años de graduada, y en condiciones diferentes de las que hubiera tenido en Cuba para sortear ese reto.
"Un niño, un niño fue el resultado", aseveró y con un destello de satisfacción subrayó que "cuando las cosas salen bien, una se siente realizada", aunque por momentos le asalte la nostalgia lejos de su casa, de los suyos, y en particular de su hijo de cuatro años, en cuyo recuerdo se apoya para seguir haciendo el bien por estas tierras donde tantas personas requieren de su colaboración.

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