Sepur Zarco comienza a cambiar el rostro, opina Jody Williams
Visitar Sepur Zarco y compartir con las mujeres indígenas queqchí que ganaron el juicio por esclavitud sexual y doméstica infringidos contra ellas durante la guerra en Guatemala alienta la esperanza, opina hoy la premio Nobel Jody Williams.
"Fue un gusto llegar a Sepur, para cumplir con la promesa que hicimos a esas mujeres valientes, porque nunca hablo sin hacerlo", afirmó en diálogo con Prensa Latina la activista de derechos humanos y profesora estadounidense, que hizo del acompañamiento a este caso otra de las causas de su vida.
"Cuando las conocí en los días del juicio (1 al 26 de febrero de 2016) sentí que estaban sin ánimos, quizás por el proceso que enfrentaban y por las dudas acerca de si lograrían justicia, pero otra cosa fue llegar a su pueblo y verlas más animadas", relató tras una estancia en la localidad de El Estor, municipio del departamento caribeño de Izabal.
Quizás lo mejor de haber confraternizado después de la sentencia condenatoria alcanzada por ellas, la mayoría abuelas ya, es ver el modo en que "todas entienden bien lo que lograron por medio de sus luchas para el futuro de su comunidad y eso les da el orgullo que merecen".
El caso por esclavitud sexual y doméstica en el destacamento militar establecido en Sepur Zarco, hace 34 años, es importantísimo para todas las mujeres violadas del mundo y para todas aquellas que saben, las acecha el peligro de serlo en algún momento de sus vidas, a juicio de Wiliams.
La Organización de Naciones Unidas lo reconoce: una de cada tres mujeres van a ser violadas sexualmente una vez, incluso sin que existan condiciones propias de un conflicto armado como el que ocurrió en Guatemala.
De allí la relevancia del proceso penal protagonizado por estas mujeres analfabetas, sin estudios, que dieron una lección al mundo y lograron generar un cambio en su comunidad, consideró.
Y subrayó el hecho que estas mujeres mayas queqchí "son madres, abuelas, y están satisfechas por haber roto el silencio para denunciar los horrores que padecieron con tal que eso no ocurra nunca más, ni con sus nietas o hijas, ni con ninguna guatemalteca, o mujer en todo el planeta".
Williams, cuya obra de vida es ejemplo de consagración a la batalla por la prohibición del uso de minas antipersonales y municiones de racimo, así como por la retirada de estas y de sus restos de todos los territorios, cree firmemente que algo cambia en Sepur Zarco.
"Ahora los líderes comunitarios miran con más respeto a estas mujeres, porque gracias a ellas llegaron proyectos que jamás hubieran llegado a ese luegar", destacó, más confesó su recelo porque algunos traten de echar a un lado del proceso de reparación de justicia a las verdaderas promotoras de la transformación.
En todo caso, sugirió la premio Nobel de la Paz 1997, es preciso seguir acompañándolas e insistir en la búsqueda de un compromiso del Estado para honrar de manera integral los compromisos contraídos con estas mujeres dignas de fomentar educación, atención a la salud, y perspectivas de empleo, entre otras, en su entorno.
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