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La muerte, los barriletes gigantes y el fiambre en Guatemala

La muerte, los barriletes gigantes y el fiambre en Guatemala

Camposantos abarrotados y barriletes multicolores distinguieron hoy el Día de los Muertos en Guatemala, en cuyo transcurso muchas familias también compartieron el plato tradicional denominado Fiambre.

Como cada primer día del penúltimo mes del año, la costumbre de compartir con los difuntos todo aquello que en vida pudo resultarles grato volvió a mover a muchas personas a los distintos cementerios del país, donde aumentaron con creces las ventas de flores, de velas, comidas y artículos alusivos a la jornada.

Mas la nota más atrayente volvieron a ponerla los pueblos mayas de Sumpango y San Lucas, en el departamento central de Sacatepéquez, en los cuales los cometas o barriletes gigantes ratificaron la grandeza de una cultura ancestral que legó el color hasta para honrar a los familiares y amigos fallecidos.

Para esas naciones indígenas, la muerte o Kamik no es sinónimo del fin de la existencia sino de un cambio de estado, de una dimensión a otra, y por ello nunca debe ser motivo de miedo, terror o rechazo.

Es decir, al quedar exánime el cuerpo, la persona emprende una suerte de viaje, porque lo material de su existencia deviene energía y se esparce por el espacio.

Acorde con esa filosofía, la mayor parte de la población guatemalteca -más del 40 por ciento de ascendencia maya y cerca del 56 por ciento mestiza- festeja en estas jornadas la vida de sus seres queridos en otra dimensión y por ello no faltan los platillos de comida y licores más apetecidos por estos.

No obstante, el más reconocido de los comestibles preparados cada 1 de noviembre es el Fiambre, suerte de combinación de embutidos de todo tipo, carnes blancas y rojas, quesos, verduras, insumos en conserva y un caldillo peculiar.

El fiambre puede ser rojo o blanco, pero sea con remolacha o sin ella, de cualquier manera se trata de degustar una mezcla sin par de variedades de chorizos, jamones y todo tipo de carnes elaboradas, cuyo costo cada vez es más inaccesible.

Pese a esto pocas familias guatemaltecas con más o menos recursos renuncian a seguir la tradición, sobre todo en las zonas urbanas; mientras en las rurales prevalecen por estas fechas los tamales de maíz, el dulce de ayote, y otras sutilezas más acordes con el legado de sus antepasados.

De tal suerte, y al margen de los tiempos, el fiambre, el viento, los barriletes gigantes y el frío, marcan de modo especial este mes en Guatemala, como asegura el poeta.

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