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Barco del Aborto desafía al conservadurismo en Guatemala

El Barco del Aborto, de la organización civil holandesa Women on Waves, llegó el 22 de febrero a aguas jurisdiccionales de Guatemala para prestar servicios gratuitos y chocó con el conservadurismo de una sociedad negada a aceptar ese derecho.

Mientras integrantes de grupos pro-vida manifestaron su rechazo a los tripulantes de la nave -activistas de Brasil, Austria, Alemania, Holanda, España y Guatemala- las autoridades portuarias del Puerto de San José las obligaron a regresarse a esta so pretexto de no haber declarado la razón de su visita.

Para representantes de organizaciones feministas, lo ocurrido refleja la preponderancia del patriarcado en este país, donde impiden a las féminas gozar de libertad para decidir sobre su cuerpo.

'El aborto existe, es una realidad concreta en este país, lo quieran o no, esté penalizado o no. Las mujeres no abortamos por placer, porque nos guste', afirmó María Ixmucane Solórzano, de Mujeres de Tierra Viva.

Y aseguró que 'son las condiciones sociales, políticas, económicas, culturales, incluso religiosas las que nos llevan a tomar estas decisiones en condiciones insalubres, inseguras, solas, desprotegidas, solas'.

Subrayó que por ello está a favor de despenalizar el aborto, 'que implica garantizar a las mujeres condiciones reales para decidir sobre su vida sexual y reproductiva de manera libre, informada y con los recursos necesarios y óptimos para su intervención'.

'Nadie puede decidir por nuestro cuerpo. No permiten el barco pero no hacen nada por las clínicas que lo hacen, que arriesgan la vida de muchas mujeres. No quieren el barco, porque dicen que por qué no se cuidan. ¿Pero quién da clases de educación sexual? Nadie', afirmó la comunicóloga María Angelina (Angie) Quixtan.

'Este tema lo tienen que decidir las mujeres, no los hombres. Las que sufrimos y pasamos por una maternidad solas y sin dinero somos nosotras', enfatizó, en diálogo con Prensa Latina, la joven madre de dos hijos.

El Barco del Aborto, lejos de ser el enviado de la muerte como algunos le llaman, es considerado por muchas mujeres sin acceso a estos servicios por razones económicas o impedimentas legales, signo de esperanza y más en un país donde cada año se practican unos 65 mil en la clandestinidad.

De esos abortos inducidos de forma ilegal, y por lo general en condiciones precarias debido a la penalización que pesa sobre quienes los realizan o recurren a ellos, 22 mil quedan con complicaciones, según el estudio Embarazo no planeado y aborto inseguro en Guatemala: causas y consecuencias, del Guttmacher Institute (2006).

El documento se nutrió del informe Línea Basal de Mortalidad Materna para el año 2000, del Ministerio de Salud y Asistencia Social, y desde entonces los datos recogidos en ellos son reiterados por falta de otros más fidedignos de la problemática pese a los intentos de actualización de varias agrupaciones.

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