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Estados policíacos alimentan crisis de migrantes, opinan en Guatemala

Estados policíacos alimentan crisis de migrantes, opinan en Guatemala
El accionar de estados policíacos y fallidos motiva que cada año unas tres mil personas requieran servicios de la Casa del Migrante de los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos, en Guatemala, sugirió hoy el padre Mauro Verzeletti.

Para el sacerdote, de origen brasileño, la atención a esos seres humanos en movilidad devino sentido de vida hace tiempo, conforme con su inclinación humanista, vinculada a la práctica del buen samaritano del evangelio.

'En nuestros países hay una gran confusión, porque lejos de implementar políticas públicas tendentes a impulsar el desarrollo humano, se sigue alentando el crecimiento económico sólo para unos cuantos y no para toda la población', reflexionó, en diálogo con Prensa Latina.

Y destacó que 'esa deformación es la que está en el sustrato de los grandes movimientos migratorios de las últimas décadas en América Latina y el Caribe'.

'Era necesario un cambio en las políticas migratorias, pero no como se entendió por parte de ciertos estados', consideró el misionero scalabriniano y condenó la persecución a la población migrante.

En su opinión, el acoso a quienes se movilizan de una a otra parte en busca de mejores condiciones de vida refleja lo fallido de algunos estados, que optan por convertirse en verdaderos estados policiacos antes de adoptar políticas públicas favorables a las mayorías.

'Hoy tenemos estados policiacos persiguiendo a personas, a través de la creación de fronteras, de la construcción de muros, de la delimitación territorial virtual con patrullas militares antinmigrantes, y otras medidas coercitivas. Estados policiacos y violadores del Derecho Humanitario, refrendado por múltiples tratados internacionales', consideró.

Asimismo relató lo que impacta esa estrategia militarista, que va de la mano de las deportaciones o devoluciones de personas 'innecesarias, injustificadas, y muchas veces atentatorias de los derechos humanos, de la dignidad, y del derecho de las familias a permanecer unidas'.

En este contexto, el derecho a migrar queda sepultado y cada vez es más recurrente la desintegración forzada de las unidades familiares, agregó.

'El Estado debe pensar cómo esas personas expulsadas van a vivir en sus lugares de origen. Es fácil detener, pero no es justo dejar a alguien en la calle a merced de la caridad o hasta de la muerte, por el riesgo que puede tener de regresar al barrio de donde huyó por la violencia', afirmó.

De acuerdo con Verzeletti, en su trayectoria al frente de la Casa del Migrante tuvo que enfrentar varios momentos críticos y uno de estos fue a raíz del atentado a las Torres Gemelas de New York (el 11 de septiembre de 2001), en virtud de las acciones fuertes adoptadas por los gobiernos contra la migración.

'Entonces México empezó a cerrar sus fronteras, copiando el modelo de Estados Unidos, para frenar a las personas y coartarles el derecho a la libertad de trasladarse de un lugar a otro. Luego tuvimos que enfrentar la avalancha de niñas, niños y adolescentes, sin acompañantes adultos, en 2014', explicó.

A propósito del éxodo masivo infantil ese año, subrayó que 'hizo más visible una arista del fenómeno migratorio, y de la crítica situación en estos países que los empujaba a migrar, que antes no se visibilizaba'.

'Esas niñas, niños y adolescentes, fueron expuestos en el muro de la vergüenza. Pero eso hizo pensar en la urgencia de replantear todas las políticas relativas a la migración, máxime respecto a la niñez', señaló.

Al mismo tiempo definió que 'ahora estamos a las puertas de otra crisis previsible, la del trumpismo, debido a los decretos que está firmando Donald Trump y que en los próximos meses pudieran acarrear el incremento del número de personas necesitadas de ayuda.

'No sabemos cómo va a actuar Trump, pero en los primeros meses de su llegada al poder hemos podido ver que alrededor de 80 por ciento de las personas detenidas fueron deportadas sin procesos legales', recordó.

La Casa del Migrante de Guatemala recibe un promedio anual de dos mil a tres mil personas, la mayoría provenientes de Honduras, de Nicaragua, El Salvador, Cuba, Palestina, y otros países de esta y otras regiones, pero también retornados de manera forzada por Estados Unidos.

'Estas personas reciben hospedaje, kit de aseo, ropas, alimentos; asistencia sicosocial, odontológica, y otros servicios de manera gratuita', aseveró y destacó que varios grupos civiles contribuyen con sus ayudas a que el centro cuente con lo necesario para proveer a quienes acuden al mismo, entre ellos la Asociación de Damas Hondureñas en Guatemala, cuya Junta Directiva acompañó en su recorrido a Prensa Latina.

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