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La caída de Occidente

La caída de Occidente

Un texto sacudió a la intelectualidad latinoamericana rumbo a la tercera década del siglo XX: Der Untergang des Abendlandes o La decadencia de Occidente. Los comentarios aparecidos en la Revista de Occidente, editada por José Ortega y Gasset, contribuyeron a difundir en la región las tesis del filósofo alemán, quien predecía el fin de la cultura europea.

Spengler rechazaba el concepto de historia eurocentrista por “ignorar por completo las grandes culturas americanas” e insistía en la senectud de una cultura que, en su opinión, no podía ser la cumbre de la historia universal.

El teórico esgrimía la supuesta impopularidad de la cultura occidental, entre otras razones, y su propensión a desatenderse del alma, regirse por el utilitarismo, y romper el contacto con lo que identificó por símbolo primitivo (Ursymbol).

La larga época de prosperidad vivida tras la segunda guerra mundial y hasta mediados de los 1970- por la aplicación de teorías económicas y concepciones de todo tipo elaboradas en las otrora potencias coloniales y en las emergentes (como Inglaterra y Estados Unidos, respectivamente)-, puso en tela de juicio estas opiniones.

Los constantes progresos tecnológicos, el avance vertiginoso de las economías, de la calidad de vida, y alguna que otra nueva creación desde el pensamiento, confundieron a muchos en esos años.

Más, a mediados de los 1970, la prosperidad cedió terreno al aumento de la inflación, la ruptura del orden monetario posterior a la guerra- el patrón oro- dólar y las tasa de cambio fijas-, al alza de los precios del petróleo y al cambio de opiniones acerca de los objetivos que debía seguir la política económica.

Esto explica la tendencia a reevaluar la visión spengleriana. Gobiernos, medios políticos, intelectuales, y académicos, coincidieron en ese contexto en la urgencia de cambiar el mundo, aunque las discrepancias prevalecieron en relación con los mecanismos a utilizar para lograrlo.

Por un lado, unos admitían la necesidad de introducir modificaciones estructurales para preservar el status quo, en tanto otros concordaban en que la decadencia de los sistemas históricos en boga resultaba irreversible y propiciaron estos para transformarlos.

“En esta rápida discusión de la crisis de la civilización del capitalismo actual se debe señalar como síntoma de su agotamiento cultural la escasa y decreciente creatividad expresiva e intelectual”, afirma Graciarena y enfatiza en que artísticamente, “esta es una de las épocas más pobres de la historia de Occidente”.

En su opinión, ni los logros del progreso técnico- científico compensan esta debacle, sino más bien la refuerzan, porque propulsa el “vaciamiento interior del hombre y la expansión de sus tendencias autodestructivas”.

Esta época es pobre en el campo intelectual y débil en su fuerza de estímulo para generar nuevas ideologías y mitos sociales capaces de movilizar energías sociales hacia ideales y objetivos que signifiquen un enriquecimiento efectivo de la vida humana, añade.

El sociólogo francés Alain Touraine reafirmó esta tesis en 1992, al demostrar que “la idea de la modernidad, cuando es definida por la destrucción de los órdenes antiguos y por el triunfo de la racionalidad, objetiva o instrumental (a la manera eurocéntrica), ha perdido su fuerza de liberación y creación”.

Touraine desmontó la concepción clásica de la modernidad y la desligó de la costumbre de reducirla a la razón y en ese análisis, introdujo el tema del sujeto y la subjetividad. Para él, el control de lo vivido, su transformación en personal, el reconocimiento de su autoría, el paso del Ello al Yo, es el Sujeto, el cual a su vez es actor, porque no actúa conforme a la situación que ocupa en el entorno social, sino transformándolo.

Este concepto del sujeto y su capacidad de transformación impulsó el abandono del lenguaje determinista en los estudios sobre la sociedad y orientó estas pesquisas hacia el reconocimiento de la influencia de los actores y de las posibilidades de cambio que estos siempre suponen.

Quienes retomaron desde diferentes disciplinas la cuestión presentada a inicios del siglo por Spengler, exhibieron un punto en común: defendieron la necesidad de romper con una mirada del mundo basada en añejos patrones y de reacomodar esta a las peculiaridades de cada región.

1 comentario

Andrés Felipe Lasso -

Este articulo es excelente, ojala hubieran mas sitios con artículos como este, libres de intereses particulares y mas bien con la intención de abrirle sentido al lugar que cada uno ocupa en este "sistema" en el que todos tratamos de sobrevivir.
Gracias por este artículo.