Blogia
ALTiro

Secretos entre callejuelas y edificaciones del Caribe

Secretos entre callejuelas y edificaciones del Caribe

La heterogeneidad de estilos y formas distingue a la arquitectura caribeña, así como diversos son los orígenes de los pobladores de esos territorios bañados por un mar común que se prolonga al océano Atlántico y obra como frontera entre las Américas y Europa y África.
El colorido, la combinación y variedad de elementos, así como la disparidad de altitudes, develan en sus construcciones algunos misterios de naciones marcadas por el sistema de plantaciones y la confluencia de múltiples herencias.
El Caribe es uno y es muchos. Su riqueza reside en la unidad dentro de la diversidad que puebla las islas grandes, medianas y pequeñas, y los territorios continentales esparcidos por este espacio geográfico.
Las ciudades desplegadas por él reflejan de manera creativa la mezcla de patrones arquitectónicos de origen español, británico, holandés, francés y portugués, con poco o nada de los legados aborígenes, africanos, asiáticos, árabes o hindúes de sus pueblos.
Poco o nada quedó de las primarias viviendas de los ancestros caribeños, cuya cultura prácticamente fue arrasada por los conquistadores europeos, animados del propósito de imponer sus credos para explotar las riquezas a los territorios colonizados.
Más allá del fomento de los cultivos de caña de azúcar, tabaco, café, cacao y otras bondades tropicales, los venidos a estas tierras trasplantaron sus hábitos y costumbres, también representados en sus viviendas y en las instituciones públicas creadas por ellos.
Sin embargo, en aquellos lugares originalmente convertidos en asentamientos de piratas y corsarios, hoy se exhiben rasgos primarios en edificaciones realizadas por constructores empíricos, sin formación profesional en la rama.
Yarey, guano, palma, bejucos y otros materiales autóctonos prevalecen en esa "arquitectura sin arquitectos" o vernácula, practicada casi siempre por personas de escasos recursos, que reproducen por doquier formas copiadas por los europeos a los originarios en los momentos iniciales de la conquista.
La casa de madera de puntal alto, techos de tejas de barro cocido y espacios considerables, representativa de la construcción del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX, reina en otras partes del espacio Caribe.
Mientras, proliferan edificaciones escalonadas rumbo al cielo, con profusión de cristales, marquetería de aluminio y plástico, como parte aguas en ciudades donde las zonas más antiguas conservan el trazado perfecto de sus calles y sus construcciones de piedra, plagadas de rastros del paso del tiempo.
Esas añejas edificaciones pueden hablar de las luchas libradas en sus contornos, en medio de las cuales cuajó la identidad caribeña, con sus melodías y alegría contagiosas, su apego a la familia, generosidad y otros innumerables atributos.
Son ellas testigos de la cuestionable manera en que crecieron los "castillos de azúcar" erigidos sobre los suelos de cañaverales quemados y la sangre de los esclavos, de cuyo sacrificio nacieron la máquina de vapor de James Watt y los cañones de Washington, como asegura el ensayista Eduardo Galeano.

0 comentarios