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Desatención a la infancia, fiesta del crimen organizado en Honduras

Desatención a la infancia, fiesta del crimen organizado en Honduras

Honduras, considerado el país más violento del mundo, es criticado también por la desatención estatal a los menores de 23 años y el aumento progresivo de los enrolados en las redes del crimen organizado.

Organismos internacionales e instituciones locales concuerdan en que el territorio es caldo de cultivo para la recirculación de la criminalidad, problemática que afecta en particular a los comprendidos en ese rango etario.
Para la coordinadora de la Fiscalía de la Niñez de Honduras, Cristina Martínez, hay una gran falta y carencia de atención de parte del Estado para la población infantil y como resultado, cada día el crimen organizado lleva a decenas de niñas y niños a sus redes en esta nación centroamericana.
El abuso sexual es una de las prácticas más frecuentes contra este segmento poblacional: sólo en los primeros cinco meses de este año, el ente registró unas 300 denuncias por delitos de ese tipo contra menores de edad de ambos sexos, tras cerrar con 800 quejas similares en 2011, informó.
En la norteña ciudad de San Pedro Sula, de 800 a mil menores de edad están amenazados por esta situación y las denuncias de delitos en perjuicio de niños y niñas van en aumento, precisó, citada por el diario La Prensa.
No se les está dando a los infantes la verdadera atención que requieren cuando son víctimas de abusos, de hecho el Estado no tiene centros para atender a víctimas de trata y proxenetismo, admitió Martínez.
De acuerdo con la funcionaria, el abandono de los padres y la carencia de lo esencial para su crecimiento y desarrollo, colocan a los infantes en situaciones de riesgo y al borde del abuso sexual o de caer en las redes del crimen organizado.
Datos de la Fiscalía de la Niñez dan cuenta de la recuperación de infantes hondureñas en México y Guatemala, en tanto los centros destinados a protegerlas a su regreso carecen de condiciones y hasta de alimentos para ellas.
Los delincuentes utilizan a niños y niñas para actividades sexuales, trata, empleo infantil, esclavitud y hasta otros negocios ilícitos, refiere la instancia judicial.
El informe Situación de las Maras y Pandillas de Honduras 2010-2011, elaborado por el Programa Nacional de Prevención, Rehabilitación y Reinserción Social con apoyo del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), confirmó que cada día son más los menores en esas bandas.
Más de tres mil 409 niños y jóvenes en libertad a nivel nacional integran esos grupos en el país: mil 651 (48 por ciento) a la Mara Salvatrucha, mil 655 (49 por ciento) a la Pandilla 18, y 103 (tres por ciento) a otras, detalla el documento.
El estudio, realizado entre septiembre de 2010 y enero del 2011, asegura que la mayoría de quienes siguen en las calles sin llegar a una prisión o centro de rehabilitación opera en San Pedro Sula.
Esa ciudad norteña alcanzó una tasa de 159 homicidios por cada 100 mil habitantes y ello le valió la condición de la urbe más violenta del mundo en 2011, según la Organización de Naciones Unidas.
Sólo en esa jurisdicción, los miembros varones en libertad de la Mara Salvatrucha y de la Pandilla 18 hacen un total de dos mil 35 menores de 23 años, lo cual equivale a 60 por ciento de los integrantes varones en libertad de estos grupos ligados al crimen organizado, añade el informe.
Testimonios acopiados por los investigadores confirmaron que adultos dedicados al narcotráfico y a otros crímenes usan a estos niños y jóvenes para cometer asesinatos, robos, extorsiones, cobrar impuestos de guerra y otras labores que antes solo hacían los mayores.
También la coordinadora de Fiscales de San Pedro Sula, Marlene Banegas, asegura que es evidente que las pandillas encontraron en los niños sus ejecutores perfectos porque, de ser capturados, estos son juzgados mediante una legislación especial.
Convenciones internacionales orientadas a garantizar el respeto a los derechos de la infancia y las leyes hondureñas respecto al tema prohíben imponer condenas a estos menores sino sanciones socioeducativas, explicó.
Sin embargo, alertó, entre 80 y 90 por ciento de requerimientos fiscales presentados en el primer trimestre de 2012 por la instancia judicial involucran a pandilleros por debajo de los 23 años, casi siempre protagonistas en escenas criminales de gran impacto.
Videos tomados como pruebas para estos procesos muestran a un menor de edad entre los autores de tales hechos y por lo general, como principal victimario. Lo entrenan, lo adiestran en el uso de armas y luego es él quien ejecuta las acciones, enfatizó Banegas.
Representantes de Unicef concuerdan en que en Honduras se dan las condiciones para que las pandillas atraigan a muchos menores.
La pobreza, la falta de acceso a la educación, al trabajo, el abandono filial y la desatención estatal, inducen a niños y niñas a involucrarse en esa suerte de familias disfuncionales y macabras que son las maras.
El narcotráfico y el crimen organizado tienen un terreno fértil para reclutar a jóvenes y adolescentes, a quienes usan para sus trabajos relacionados con drogas o diferentes crímenes, ratificó el funcionario del organismo internacional Héctor Espinal.
Matar o dejarse matar puede que sea también el destino de gran cantidad de infantes en suelo hondureño, donde de 1998 a junio de 2012 asesinaron a siete mil 415 menores de 23 años de ambos sexos, según Casa Alianza.
El Observatorio de los Derechos de Niños, Niñas y Jóvenes, de la institución dedicada a velar por los derechos del sector, precisó que entre las víctimas destaca la cantidad de mujeres jóvenes.
Cerca de 20 por ciento de los homicidios ocurridos en el último año fueron contra féminas y, de ellas, 70 por ciento oscilaba de 15 a 35 años. Las mujeres constituyen 51 por ciento de la población hondureña y de ese porcentaje, alrededor del 55 por ciento pertenece a ese rango etario.
En los menos de dos años de administración del presidente Porfirio Lobo, las cifras anuales de crímenes contra jóvenes casi se duplicaron si se comparan con los registrados de gobiernos anteriores.
Desde noviembre de 2009 hasta marzo de 2012 perecieron por la violencia dos mil 92 menores de 23 años de edad, lo que supera con creces las mil 19 víctimas reportadas durante el mandato de Carlos Flores (1998-2002) o las mil 976 registradas bajo el de Ricardo Maduro (2002-2006).
En Honduras, miles de jóvenes mueren cada año por robo, venganza y crimen pasional, entre otros, pues los asesinos parecen sentirse intocables en un país donde el 98 por ciento de los homicidios queda en la impunidad, señaló el Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos.
Este dato concuerda con lo señalado por el Observatorio, que 86 por ciento de los casos se desconoce al responsable de las muertes de los jóvenes ejecutados de manera arbitraria desde 1998 hasta este año.
Frente a la ola de crímenes violentos que azota sobre todo a este grupo humano, crece la preocupación por el futuro del país centroamericano y la falta de garantías para la educación e inserción laboral, indispensables a fin de evitar que se involucren en actos ilícitos.

 

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