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Gustav, Hanna e Ike ¿desquite de la naturaleza?

Gustav, Hanna e Ike ¿desquite de la naturaleza?

¿Será que la naturaleza pretende cobrar cuentas a nuestra especie por los daños infringidos a ella? El calentamiento global, provocado por las constantes emisiones de gases a la atmósfera y otras negligencias humanas, es un hecho y muchos científicos lo consideran la causa fundamental de fenómenos de la talla de Gustav,Hanna e Ike.

Estas tormentas tropicales, devenidas huracanes, dejaron una inmensa estela de dolor y destrozos en infraestructuras y cultivos que incidirán de forma negativa en la región caribeña por buen tiempo.

Como siempre, la peor parte la llevó Haití. El país más pobre del hemisferio occidental acumuló casi 711 víctimas desde el inicio de la temporada ciclónica de este año, iniciada el 1 de junio.

Cientos de casas arrasadas, ciudades incomunicadas y hambre por doquier, conforman el panorama de la nación, donde siguen necesitadas de asistencia humanitaria 250 000 personas de las 350 000 que viven en la ciudad de Gonaives.

En esa localidad haitiana, tercera en importancia y la más afectada por las inclemencias del tiempo, las aguas anegaron las viviendas de barrios enteros e impidieron a 200 000 pobladores acceder a alimentos en más de tres días.

Pero el ambiente es desolador también en otros territorios caribeños. Incluso, en Cuba, donde las autoridades gubernamentales siempre ponen empeño en prevenir tales desastres y la población está preparada para enfrentar las dificultades derivadas de coyunturas como estas.

Después de azotar a Haití, República Dominicana, Jamaica y Gran Caimán, Gustav embistió contra la sureña Isla de la Juventud y dejó cientos de casas e instituciones sin techo, inundaciones costeras, raíces de árboles arrancadas, camiones de carga volteados, lumínicos y señales destrozadas.

Hasta una pesada patana o barco de arrastre avanzó tierra adentro ante el empuje de las bravas olas del mar Caribe!!!

El meteoro derribó unos 600 postes de electricidad y embargó de tristeza a miles de familias radicadas en esa ínsula, al despojarlos de indispensables pertenencias materiales.

Acto seguido, Gustav cargó con la suerte de decenas de miles de personas en la más occidental provincia cubana, Pinar del Río. Bajo el influjo de sus vientos- que alcanzaron rachas de 340 kilómetros por hora- 86 mil viviendas resultaron dañadas, tres torres de transmisión de televisión quedaron fueron de servicio, y cayeron 80 torres de alta tensión, 63 naves avícolas y 3500 casas de tabaco.

Meteorólogos de la estación de Paso Real, en San Diego, aseguraron que los equipos de medición de velocidad y presión conque contaban se rompieron, al sobrepasar los máximos estándares.

El huracán, que alcanzó categoría cuatro en la escala de Saffir-Simpson, afectó directamente más del 60 por ciento del territorio pinareño y convirtió en un amasijo de ruinas a localidades como Los Palacios, cuyos habitantes permanecen albergados, porque sus casas se perdieron.

Múltiples cultivos agrícolas, fundamentalmente de plátano, terminaron arrancados de tajo en Candelaria, San Cristóbal, Los Palacios y Consolación del Sur. También volaron y se quebraron los tanques de agua de las edificaciones, equipamientos del sistema eléctrico provincial, de comunicaciones, y los techos de varias industrias.

En La Habana, alrededor de 280 caballerías de plátano y 3 000 toneladas de naranjas y toronjas quedaron en el piso, y sufrieron severos daños las viviendas en Playa Guanimar- donde el mar penetró más de un kilómetro- y en Playa Cajío.

De acuerdo con el coronel Miguel Ángel Puig, Jefe del Departamento de Operaciones del Consejo Nacional de la Defensa Civil, en este ámbito se protegieron 467 000 personas en todo el territorio, más 77 por ciento en las provincias occidentales, y sólo hubo 19 lesionados, en base a informes preliminares.

El Gustav no acabó con la vida de ningún cubano, pero es innegable que constituyó un duro golpe para el país: dañó 140 000 casas, 600 escuelas, arrasó cultivos y derribó torres de energía. La situación favorable, en relación con los malos momentos del identificado como Período Especial, está en riesgo. Sobre todo si consideramos el saldo preliminar del azote de su sucesor, el huracán Ike.

Cuando apenas Ike anda a mitad de su recorrido por la mayor de las Antillas, imágenes televisivas, testimonios de familiares y reportes de medios de comunicación, dan cuenta de un desastre nunca visto en medio siglo de Revolución.

-“Esto está deprimente, el huracán arrancó completos los ventanales de la secundaria Ignacio Agramonte y derrumbó más de seis casas de madera y tejas criollas en apenas una manzana”, comentaba el menor de mis hermanos, vía telefónica, desde Nuevitas, Camaguey.

Ike amplió los destrozos en Bahamas, República Dominicana y en Haití, donde también sumó 61 nombres más a la lista mortuoria, la mayoría en la localidad de Cabaret, cercana a la capital Puerto Príncipe.

Luego, penetró en Cuba por Punta Lucrecia, en la provincia de Holguín, con rango de huracán y categoría 4 en la escala de Saffir- Simpson y desde entonces, añadió viviendas destruidas, árboles arrancados de raíz, cultivos anegados, postes derribados y poblados sin electricidad.

A tono con ello, la situación alimenticia de la población tiende a complicarse, en particular en las zonas del oriente del país, a pesar de las innumerables medidas preventivas adoptadas con el apoyo de las autoridades.

Los llamados emitidos constantemente por la Defensa Civil, a guardar los debidos cuidados, tampoco impidieron que murieran cinco personas hasta el momento, algo inusual en el caso cubano.

El huracán provocó penetraciones del mar en Baracoa con olas de hasta 7 metros de altura y arrasó casas enteras. Los principales damnificcados, unas 500 personas, se concentran en el litoral de la ciudad y a ellos se añaden más de 42 mil evacuados, a quienes las autoridades brindan atención emergente, potenciada por ayuda alimentaria de otras zonas de la provincia de Guantánamo.

Lluvias, vientos, olas gigantescas e inundaciones, asociados al temporal, mantienen en estado de alerta ciclónica a la población en las 14 provincias cubanas, al mismo tiempo que se cuentan los daños en la infraestructura habitacional ciudadana, instituciones, campos de cultivos y sector agropecuario en general, en aquellos lugares por los cuales transitó Ike.

No obstante a un evidente desvío en la trayectoria del huracán, el ajetreo persiste en Ciudad de La Habana, porque se teme por los cientos de viejos edificios y casas ubicadas fundamentalmente en el casco histórico, Patrimonio de la Humanidad.

La posibilidad de un efecto dominó es considerada por las autoridades de la capital cubana, en tanto las personas afectadas antes por Gustav, en Isla de la Juventud y Pinar del Río, cesan las labores recuperativas y asumen el nuevo reto de la naturaleza.

En la presente temporada ciclónica atlántica, iniciada el 1 de junio y programada hasta el 30 de noviembre, los especialistas contabilizaron 10 tormentas tropicales: Arthur, Bertha, Cristóbal, Dolly, Edourd, Fay, Gustav, Hanna, Ike y Josephine. Cuatro de ellos devenidos huracanes.

Otros pueden llegar, pero es probable que ninguno, supere en fuerza de vientos y saña la prepotencia demostrada por Ike.

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