Centroamérica vibra al compás de los últimos acontecimientos
Centroamérica vibró durante la última semana, en medio de la culminación de procesos electorales, escándalos por corrupción en órganos de seguridad y partidos políticos, y protestas de sectores afectados por medidas estatales de corte neoliberal.
El hecho más destacado por la prensa en el período fue la reelección del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, quien acaparó en conteos preliminares más de 63 por ciento de los votos escrutados en las Juntas Receptoras, según el Consejo Supremo Electoral.
Los comicios ratificaron la aprobación mayoritaria del pueblo al gobierno guiado por el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, favorecido con un avance de 24 por ciento respecto a la aceptación que tenía hace un lustro y por el logro de la mayoría de las bancadas en el Poder Legislativo, con 56 diputados.
La reacción de los opositores no se hizo esperar y ante la imposibilidad de deslegitimar el proceso, provocaron disturbios que ocasionaron cuatro muertos y 46 policías heridos, de acuerdo con cifras oficiales.
Mientras en Nicaragua ratificaba su éxito el partido surgido del movimiento revolucionario que protagonizó la lucha insurreccional contra la dictadura de Anastasio Somoza, la evolución democrática iniciada por el proceso de paz en Guatemala permitió el retornó al poder de la figura de un ex militar: el representante del conservador Partido Patriota, Otto Pérez Molina.
El presidente electo en segunda vuelta, también el domingo, ganó 54,16 por ciento de los votos (en consonancia con informes parciales) después de una campaña signada por el gasto excesivo de recursos sin reparar en las necesidades de una población sumida en la pobreza.
Quizás su aprobación respondió al sueño de muchos de desterrar la criminalidad del país, aunque algunos sectores miran con recelo su pasado castrense y el compromiso de crear grupos armados adjuntos a instituciones de seguridad y de justicia para frenar la delincuencia, hizo notar el Diario de Centro América.
Honduras, el país más violento de la región y del mundo -a juicio de la Organización de Naciones Unidas-, continuó bajo la polémica desatada a partir del asesinato de dos estudiantes universitarios por policías.
La fuga de cuatro uniformados implicados en el hecho, el juicio contra otros cuatro involucrados y la detención de 176 efectivos sospechosos por formar parte de bandas ligadas al crimen organizado, caldearon el ambiente en una sociedad seriamente afectada por la corrupción.
En consecuencia, al gobierno no le quedó más remedio que reconfigurar la jerarquía policial y afloraron iniciativas civiles tendientes a reformar el sistema de seguridad en un país donde la tasa de homicidios ronda los 86 por cada 100 mil habitantes, según el Comisionado Nacional de Derechos Humanos, Ramón Custodio.
También el aumento progresivo de la violencia constituye un desafío para la otrora pacífica Costa Rica, que sufre un severo deterioro económico por indiscriminadas prácticas neoliberales y efectos de la crisis mundial, y la pugna entre distintas fracciones políticas ante una reforma fiscal impulsada por el gobierno, en detrimento de los más pobres.
En ese escenario, acaparó titulares esta semana el escándalo que rodea al líder del Movimiento Libertario y ex candidato presidencial, Ottón Guevara, investigado por recibir fondos ilegales para su campaña electoral -incluso del ex presidente panameño, Ricardo Martinelli- en 2010.
Miembros de esa fracción demandaron la renuncia del secretario general del partido hasta tanto quede clara su situación, complicada al trascender sus intercambios con prestamistas locales y funcionarios del país vecino.
Panamá tampoco escapó de la conmoción en estos días, debido a la expansión a nivel nacional de la huelga en el sistema de salud pública, iniciada a mediados de octubre por médicos opuestos a la privatización del sector, empeñados en exigir una respuesta gubernamental al asunto.
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