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Paradojas a la tica: Los diputados Villalta y Orozco

Según una encuesta reciente, José María Villalta y Justo Orozco son, a un mismo tiempo, los dos diputados mejor conocidos por la población, y los dos que ésta mejor evalúa. La cuestión resulta llamativa, tan solo con que se recuerde que, en muchos sentidos, Orozco y Villalta son como el agua y el aceite: lo que uno y otro representa y defiende corresponde a propuestas ideológicas, valores, posicionamientos éticos y concepciones políticas muy distintas.
Orozco: ¿legislar con la Biblia? Bueno, 
al menos habría que comprenderla


Orozco es un diputado que habla y legisla con la Biblia bajo el brazo, pero mostrando total incapacidad para comprender los contenidos de ese libro más allá de lo que, en el nivel más pedestre y elemental, se deriva de la lectura de pasajes aislados a los que él les atribuye un significado unívoco y literal, descuidando incluso las bien fundamentados cuestionamientos sobre las traducciones actualmente al uso. Entonces, su discurso parlamentario se agota en la repetición incansable de algunas frases de infinita pobreza intelectual. Su fortaleza, entonces, está en el cinismo y en la rigidez dogmática: lo que dice, lo profiere con la desfachatez de quien no tiene respeto por nadie y con la firmeza granítica de quien se cree dueño de la verdad, profeta escogido, oráculo  de la divinidad. Y si su lenguaje no excede el número de palabras que domina un niño de primer grado de escuela, en cambio su venalidad es ofensivamente locuaz. Exigir aumentos de salario o reclamar airadamente porque no se le permita utilizar a capricho los autos oficiales, es, en este sujeto, cuestión por completo normal.
Tratándose de Villalta, diré que la mayoría de las veces estoy de acuerdo con sus planteamientos y propuestas, aunque ocasionalmente no. En realidad, ello es secundario, puesto que necesariamente ha de reconocerse en él a un hombre joven y muy estudioso, corajudo y apasionado, que asume con seriedad su responsabilidad como legislador. Villalta es un político de pensamiento avanzado e innovador (mucho más de lo que las dogmáticas izquierdas extremas podrían siquiera comprender), y un hombre honesto.
Cuando la población selecciona a Villalta y a Orozco para destacarlos por encima de los restantes integrantes de la Asamblea Legislativa, este hecho expresa algo que es mucho más que una paradoja. Ello más bien refleja algunas de las rupturas fundamentales que complejizan el panorama sociopolítico actual en Costa Rica.
Quienes privilegian a Orozco lo hacen desde un principismo religioso dogmático y desde un estrecho énfasis moralizante. Es un sector de la población que, lamentablemente, no tiene un buen nivel educativo y está fuertemente influido por los aparatos ideológicos de la dominación, especialmente los de la religiosidad conservadora. Es un sector que padece de una suerte de analfabetismo en materia de política, civismo y democracia. Bajo esas condiciones resulta la clientela favorita de los políticos y partidos tradicionales, como también de los aparatos de control de la religión conservadora, pentecostal o católica. Ese efecto se hace aún más agudo cuando se trata –lo que es muy usual- de personas pobres, cuyas carencias las hace muy vulnerables a la manipulación.
Quienes seleccionan a Villalta son probablemente personas de mayor nivel educativo y en mayor grado politizadas, o sea, es gente relativamente bien informada y crítica, y seguramente preocupada por el rumbo por el que discurre Costa Rica. Es muy posible que en buena parte corresponda a grupos medios, dotados de cierta sensibilidad ciudadana.
Los seguidores de Orozco provienen de las masas que el sistema procura mantener anestesiadas. De esa condición depende crucialmente que el estatus quo se preserve: gracias a esos sectores la religiosidad tradicional conserva influencia importante, y es la movilización de esos grupos, motivados por el marketing electoral y a través de las maquinarias partidarias, lo que permite que los oscararias y lauraschinchillas ganen elecciones. De ahí, además, el importante papel de los monopolios mediáticos que, desde la prensa escrita, la radio y la televisión, difunden basura ideológica y glorifican la estupidez.
 
El delfín de Orozco: un pastor represententa de la
"teología de la prosperidad", de quien Orozco
proclama que es "muy bien parecido"
Quienes destacan a Villalta muy probablemente son aquellos grupos que han liderado la mayoría de las diversas movilizaciones ciudadanas que, en los últimos años, y en especial en los últimos meses, expresan malestar e incluso rebeldía. Son los liderazgos detrás del movimiento del no al TLC o, más recientemente, los que se han organizado y manifestado contra la minería a cielo abierto, el maíz transgénico o la carretera a San Ramón. O quienes protestan contra las variadas formas de corrupción que intoxican el manejo de los asuntos públicos (desde el narco-avión presidencial a la trocha fronteriza). También los que reivindican los derechos de las mujeres, de las minorías sexualmente diversas, la fecundación en vitro o el Estado laico. Se trata de una gama heterogénea de expresiones sociales, que no necesariamente comparten posiciones alrededor de los diversos asuntos planteados. Tienen en común, sin embargo, su extracción, básicamente de clase media, y su nivel educativo relativamente alto.
No obstante su diversidad, esos grupos –que constituyen el núcleo directriz de lo que podría reconocerse como el “progresismo” nacional- encuentran en Villalta a un referente político importante. 
Que una encuesta destaque a Villalta y a Orozco como los dos diputados mejor conocidos y evaluados, sugiere que uno y otro han devenido referentes visibles de dos grandes fuerzas sociales, actualmente en tensión. De un lado, las masas que, controladas ideológicamente y manipuladas clientelarmente, son el peso congelado que sostiene el orden vigente, dentro del cual ellas mismas son las inconscientes pero muy reales perdedoras. Del otro, los sectores más críticos y políticamente mejor educados, que son los que reaccionan ante los desmanes de los actuales grupos dominantes, e intentan, desde una posición estructuralmente desventajosa, llevar adelante algún cambio de contenido más o menos avanzado y democrático.
(Tomado de Luis Paulino Vargas.
En: http://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com/2013/07/los-diputados-villalta-y-orozco.html )

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