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Benedicto XVI y la mayor prueba de su sapiencia

Benedicto XVI y la mayor prueba de su sapiencia

Benedicto XVI  sorprendió al mundo este día al adoptar una decisión poco usual en la historia de la Iglesia Católica, pero bien acertada y ejemplar: abandonará su puesto papal el próximo 28 de febrero porque “debido a su edad, ya no tiene la fuerza suficiente para seguir en el cargo”.

De manera personal, el cardenal Joseph Ratzinger -de origen alemán- comunicó la noticia en latín, durante la ceremonia de canonización de 800 mártires italianos y dos beatas latinoamericanas celebrada este lunes 11 de febrero de 2013 en el Vaticano.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aseguró que el anuncio les cogió por sorpresa y que los más cercanos al Pontífice desconocían la decisión.

Según el canon pontificio, explicó, para dimitir no es necesario consultarlo y sólo es requisito anunciarlo de forma libre e inequívoca.

Es una decisión muy personal y fruto de una reflexión de meses, subrayó Lombardi.  

En virtud de ello, desde las 20.00 horas del 28 de febrero comenzará el período de sede vacante hasta la elección de un nuevo Papa, aunque Benedicto XVI seguirá viviendo en el Vaticano.

El papa de salida no participará en el cónclave, luego del cual se mudará a la residencia de verano de Castel Gandolfo, como paso previo a su retiro a un convento de monjas de clausura.

Lombardi precisó que el nuevo Papa debe ser elegido antes del 31 de marzo, en tanto es posible que Benedicto XVI sea nombrado obispo emérito.

Medios de prensa recordaron que la renuncia de Benedicto XVI venía planeando desde que, hace dos años, admitiera la posibilidad durante una entrevista con Peter Seewald: “Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de no estar bien física y espiritualmente para llevar adelante el encargo confiado, entonces tiene el derecho y en algunas circunstancias también el deber de dimitir”.

Pocas horas después del anuncio de Benedicto XVI, la mayor prueba de su humildad, ya suenan nombres de posibles candidatos, donde hay varios latinoamericanos:

    João Braz de Avis (Brasil, 65 años). Relacionado con la Teología de la Liberación. Ha mantenido un perfil relativamente bajo en el país con más católicos en el mundo.

    Timothy Dolan (Estados Unidos, 62 años). El arzobispo de Nueva York  es “la voz” del catolicismo en Estados Unidos. Su sentido del humor y su dinamismo (tiene una activa cuenta de Twitter) le han ganado varios seguidores.

    Marc Ouellet (Canadá, 68 años). Uno de los principales líderes dentro de El Vaticano. Es el encargado de la congregación de obispos.

    Gianfranco Ravasi (Italia, 70 años). Ministro de Cultura de El Vaticano desde 2007 y representa a la Iglesia en el arte, la ciencia, la cultura e incluso en foros ateos.

    Leonardo Sandri (Argentina, 69 años). Nacido en Buenos Aires de padres italianos. Ocupó el tercer puesto más importante dentro de la Curia (jefe de Gabinete) entre 2000 y 2007.

    Odilo Pedro Scherer (Brasil, 63 años). El candidato más fuerte de América Latina. Es arzobispo de São Paulo, la mayor diócesis en el país con más católicos del mundo.

    Peter Turkson (Ghana, 64 años). El candidato africano con más posibilidades. Es el líder de la Oficina Vaticana para la Justicia y Paz, y portavoz de la Iglesia en asuntos sociales.

    Cristoph Schoenborn (Austria, 67 años). Ex alumno de Benedicto XVI, es el arzobispo de Viena.

    Angelo Scola (Italia, 71 años). Arzobispo de Milán y uno de los referentes en el entendimiento entre musulmanes y cristianos.

    Luis Tagle (Filipinas, 55 años). Su carisma ha hecho que muchos lo comparen con Juan Pablo II. Es muy cercano a Benedicto XVI.

La renuncia de Benedicto XVI no es la primera en la historia de la Iglesia Católica y su antecedente más lejano es la del papa Clemente I (del 88 al 97), quien dimitió a favor de Evaristo tras ser arrestado y condenado al exilio. Después ocurrió el caso de Ponciano (230 al 235), el cual dejó su cargo también por un exilio forzado y declinó a favor de Antero, en tanto Silverio (536 al 537) fue obligado a renunciar a favor de Vigilio.

Una de las historias más turbias en ese sentido es la de Benedicto IX (10 marzo al 1 de mayo de 1045), quien primero renunció en beneficio de Silvestre III y luego retomó el cargo para pasarlo a Gregorio VI, que terminó  acusado de haberlo adquirido de manera ilegal y decidió renunciar.

Pero probablemente el caso más conocido fue el del papa Celestino V, el pontífice del gran rechazo, pues apenas gobernó del 29 de agosto al 13 de diciembre de 1294, tras lo cual optó por una vida de eremita y ello le valió el ascenso al trono papal a Bonifacio VIII.

El último de los papas en renunciar hasta ahora fue Gregorio XII (1406-1415), uno de los protagonistas del Cisma de Occidente, como se conoce al momento de crisis en el reinado del catolicismo que derivó de la fragmentación del trono papal en tres: el de Gregorio XII como papa de Roma; Benedicto XIII, el papa de Avignon, y el llamado antipapa Juan XXIII. Esta división prevaleció hasta el concilio de Constanza, cuando el emperador Segismundo obligó a dimitir a los tres pontífices, pero sólo Gregorio XII obedeció y después de él fue elegido Martín V.

Analistas concuerdan en que Ratzinger pasará a la historia por sus intentos —tardíos pero sinceros— de limpiar la imagen de la curía y de la Iglesia del estigma ganado por los miles de casos de abusos a niñas y niños ocurridos en el medio siglo último en instituciones y colegios católicos de casi todo el mundo y por la sistemática tarea de ocultación emprendida por la jerarquía y durante el reinado de su antecesor, Juan Pablo II.

Durante su mandato al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tuvo que acatar la estrategia de Wojtyla y encubrir los crímenes de sujetos como el propio asesor de este, el líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, más al llegar al trono de San Pedro intentó lavar la mancha.

Para algunos, este papa era un intelectual solitario, débil y muy arrepentido por los pecados, la suciedad y los delitos —palabras por primera vez empleadas por un príncipe del catolicismo— de la Iglesia y asoicación su decepción al legado de su antecesor.

“La curia forjada en tiempos de Wojtyla era una reunión atrabiliaria de lo peor de cada diócesis, desde evasores fiscales hasta abogados de pederastas, pasando por contrarrevolucionarios latinoamericanos y por integristas de la peor especie”, aseguran entendidos.

Es comprensible la oposición de esa curía a Ratzinger y a sus intentos de limpieza, al mismo tiempo que el rechazo a su gestión por los movimientos más pujantes, rentables y conservadores: los Legionarios, el Opus Dei y Comunión y Liberación.

El desgaste derivado de los constantes choque con esas fuerzas, unido a los escándalos por los cuestionables vínculos entre miembros del Vaticano y agentes políticos italianos, entre otros hechos, atentaron contra la estabilidad de su pontificado y crearon el caldo de cultivo en el cual debió nacer la determinación de Ratzinger de alejarse del trono de una vez, conciente de sus años, y dejar a otros la solución -si existe- de los problemas del Vaticano.

"Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino...Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos",anunció personalmente el primer alemán jefe del Vaticano en casi cinco siglos.

 Ratzinger asumió las riendas de la iglesia católica el 19 de abril de 2005, en sustitución del fallecido polaco Wojtyla (Juan Pablo II), y sobre su conciencia pesan múltiples casos de encubrimiento a sacerdotes pederastas cuya mala huella quedó en miles de infantes en todo el mundo católico.

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