Agua y pobreza en Honduras
Un aspecto clave en la reducción de la pobreza en Honduras es el acceso al agua, particularmente al sur del territorio, considera el ex asesor de la Secretaría de Agricultura y Ganadería de ese país, Jesús Salas.
Mientras los habitantes de la vertiente Atlántica gozan del 87 por ciento de las fuentes de abasto, el 32 por ciento de la población concentrada en los departamentos cercanos al Pacífico tropieza con volúmenes que apenas alcanzan 13 por ciento.
No obstante, precisó el ingeniero agrónomo, el déficit de cobertura de agua no sólo afecta a los departamentos de Ocotopeque, Lempira, Valle, Choluteca, Francisco Morazán, El Paraíso, Comayagua, Intibucá y La Paz.
Todo el territorio padece la escasez del recurso hídrico por la degradación de las cuencas, los elevados índices de contaminación y la pobreza extrema, que abarca al 70 por ciento de hondureñas y hondureños y los limita de acceder al servicio.
Disímiles actividades humanas amenazan a su vez las cuencas hidrográficas destinadas a servir a la nación centroamericana: las quemas, talas indiscriminadas de bosques, agricultura migratoria, erosión del suelo, sedimentación, u otros.
Al intervenir en el Congreso de Medio Ambiente y Desarrollo, celebrado en La Habana del 2 y el 6 de julio de 2007, Salas precisó que el país cuenta con 19 cuencas hidrográficas, equivalentes a mil 542 metros cúbicos por segundo.
Sin embargo, es bien diferenciada la situación de los que viven en el norte y el sur por las recurrentes sequías que, al sureste en particular, impiden la satisfacción de necesidades básicas de alimentación, agua segura, y otros beneficios.
El servicio de agua potable en Honduras es racionado y pese al conocimiento de la insuficiencia de las fuentes de suministro, el consumo suele alcanzar niveles excesivos, de acuerdo con el funcionario.
Tegucigalpa, la capital del país, muestra los extremos en esta situación.
La sobreexplotación de acuíferos costeros e insulares, por diversas razones, impulsa la intrusión salina y algunos estudios sugieren la presencia de metales pesados en depósitos del sur del país, de los cuales se sirve la población.
Otros funcionarios coincidieron con estas opiniones y en la urgencia de articular un sistema de información confiable en las diferentes instituciones para lograr un manejo efectivo del recurso.
Más del 70 por ciento de la energía eléctrica consumida en Honduras proviene de plantas térmicas, lo que incide en el incremento de los costos de producción y por consiguiente, en el alza de las tarifas del servicio.
El potencial del país para la generación de energía hidroeléctrica fluctúa entre tres mil y tres mil 500 mega watt, aunque en la actualidad apenas alcanza 432.2 mega watt.
Sólo la acción coordinada de las autoridades gubernamentales, instituciones y pobladores, entre otros implicados en la problemática, posibilitará contrarrestar estas limitantes y rescatar la estabilidad del sistema arrecifal insular, consideró Salas.
Una estrategia que tenga la acción conjunta como base posibilitará además equilibrar el desarrollo entre las distintas regiones del territorio y aliviar los ascendentes niveles de pobreza expandidos por él, concluyó.
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