Corn Island, tentación para salir del estrés en Nicaragua
Cansado de lidiar con las rutinas laborales de la semana, cualquiera soñaría con pasar un domingo como hoy en un lugar despojado de las presiones de la vida moderna, al estilo de Corn Island, en Nicaragua.
Ese municipio insular de la Región Autónoma del Atlántico Sur, formado por Great Corn Island y Little Corn Island, hace gala de su virginidad a los ojos del visitante y al menos por unos minutos borra de un soplo las preocupaciones del pasado o por venir.
Para quien está familiarizado con la historia, desandar por esos espacios caribeños nicaragüenses, retrotrae a los tiempos de corsarios, piratas y bucaneros, y a las probables bacanales protagonizadas por esos hombres de mar de un amanecer a otro.
Existen evidencias de que en 1504 los europeos avistaron por primera vez esas islas, calificadas por el portal http://travel.yahoo.com como las líderes del mundo entre los 10 territorios menos conocidos desde el Atlántico Norte hasta el Océano Indico.
El Gran Almirante Cristóbal Colón tuvo el privilegio de avistar esas tierras paradisíacas ese año, en su cuarto y último viaje, sin embargo fueron los ingleses los que concretaron la colonización de las islas maíz y establecieron incluso un protectorado de 1655 a 1894.
Ello explica en buena medida por qué los casi seis mil 626 pobladores de los seis barrios de ese municipio -según registros del Instituto Nicaragüense de Estadísticas y Censos, 2005- son bilingües (inglés-español), independientemente de la etnia o comunidad a la cual pertenezcan.
En el otrora protectorado británico Costa de Mosquitos, que estuvo de 1914 a 1971 en manos de Estados Unidos en calidad de arrendamiento, conviven sobre todo tres grupos humanos: creoles, miskitos y mestizos.
Diferentes oleadas migratorias, asociadas a aspectos naturales o de índole económica, aportaron otros componentes a la diversidad cultural prevaleciente en la grande y pequeña Corn Island, la cual igual clasifica entre sus grandes atractivos.
Ni el tráfico sofocante de autos, ni los apabullantes centros comerciales, aturden al viajero por esos lares, todavía libres de los signos del identificado llamado turismo de masas y propicios para disfrutar de ese patrimonio inmaterial.
Quizás el 27 de agosto es uno de los pocos momentos en los cuales los visitantes dados al escapismo pueden sentir temor de ver rota su tranquilidad en estas tierras, debido a la Fiesta del Cangrejo, celebrada cada año en conmemoración de la abolición de la esclavitud.
Pero ni ese jolgorio, ni otros que puedan acontecer de manera indistinta, acaban con la paz mezclada en el oxígeno que se respira en Corn Island, donde nada es más normal que degustar un rico pescado frito, un plato de rondón, un pan de coco u otra de las maravillas culinarias que abundan en ese Edén terrenal.
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