Masacre de Jardines de Tívoli, herida abierta en el corazón de Jamaica
La masacre ocurrida hace casi un lustro en los Jardines de Tívoli, donde murieron más de 70 personas a manos de las fuerzas de seguridad, continúa siendo una herida abierta en el corazón de Jamaica.
Pese a los esfuerzos por esclarecer los hechos, desatados a raíz del intento del Gobierno del exprimer ministro Bruce Golding de desarticular la red del capo de la droga Christopher Coke (Dudus), quedan muchas lagunas por llenar y culpables por detener, coinciden activistas sociales.
En los últimos meses comparecieron ante la Comisión de Investigación del Oeste de Kingston varios funcionarios de la época y hasta el propio exgobernante (2005-2011), mas ninguno admitió su responsabilidad directa en lo acaecido en esa comuna capitalina en mayo de 2010.
"Como primer ministro tengo que aceptar la responsabilidad de lo ocurrido, que involucró a las instituciones y los organismos del Estado, pero eso no quiere decir que yo asumo la responsabilidad personal", afirmó Golding ante los jueces, según el diario digital Jamaica Observer.
El exprimer ministro, quien fungía también como titular del Consejo de Seguridad Nacional, insistió en que durante el ataque militar, más allá de los civiles muertos, resultaron heridos varios agentes de las fuerzas de seguridad y tres de ellos perdieron la vida.
Golding puso en entredicho la cantidad de pobladores fallecidos por la impronta del ejército y sugirió que probablemente algunos perdieron la vida "de una manera que no se puede justificar".
A su vez instó a la comisión indagatoria a precisar en ese sentido para no dejar un vacío en la pesquisa desarrollada con vistas a determinar responsabilidades con lo acontecido.
Otra cuestión que nunca llegó a esclarecerse y que afloró durante las comparecencias de los implicados en esos hechos ante la Comisión de Investigación del Oeste de Kingston es el eventual respaldo de la Embajada de Estados Unidos a la represión.
Según el periódico The Gleaner, algunos de los entrevistados aseguraron que el 19 de mayo de 2010 miembros de la administración de Golding pidieron apoyo al gobierno de ese país del norte en unidades aéreas para la búsqueda y captura del entonces fugitivo Dudus.
El exprimer ministro desestimó haber solicitado tal respaldo personalmente, pero admitió que el 25 de mayo demandó colaboración al encargado de Negocios de Estados Unidos en Jamaica, Isiah Parnell, con vistas a contar con imágenes satelitales de la zona.
Golding nunca ofreció disculpas por lo que fue calificado por los abogados de juerga asesina contra la población de los Jardines de Tívoli, donde en ese contexto murieron 73 personas y 500 fueron detenidas, aunque apenas pudieron decomisarse seis pistolas.
Medios de prensa recuerdan el escándalo que provocaron los tres días de registros intensos en el vecindario, la restricción del acceso a la prensa y el estado de sitio proclamado a raíz de la asonada militar que tacharon de carnicería, por cuanto algunos fijaban las víctimas hasta en 150.
Para los jamaicanos, igual sigue fresca en la memoria la constante ida y venida de transportes de todo tipo con los cuerpos exánimes de los masacrados, buena parte de ellos enterrados en el cementerio de May Pen, sin que el Gobierno diera alguna explicación a familiares o amigos.
Opinión generalizada entre los testigos de aquellos hechos es que en la comunidad de Jardines de Tívoli, los miembros de las fuerzas de seguridad cometieron todo tipo de atrocidades incluso contra ancianos, mujeres y niños.
Al margen de lo que se diga la cifra de muertos por la violencia desatada en Kingston, la capital de Jamaica, rondó el centenar, expresó el defensor del pueblo del país caribeño, Herro Blair. Todas las víctimas se produjeron en el barrio Jardines de Tívoli.
El Gobierno de Estados Unidos había pedido la repatriación de Coke en agosto de 2009 y aunque las autoridades jamaicanas retrasaron su deportación, Golding dio su visto bueno en mayo de 2010.
Frente a la crisis provocada por los acontecimientos asociados a esa determinación, el exprimer ministro prometió efectuar las indagaciones correspondientes y hacer caer el peso de la justicia sobre los responsables de la matanza de civiles.
Sin embargo, nunca pasó nada con los que como él mismo afirmó en la época, emplearon demasiado rápido el gatillo y sumieron en el dolor a más de un centenar de familias por los disparos indiscriminados que lanzaron.
La violencia de los policías trascendió los límites de Jardines de Tívoli en esos días y so pretexto de los ataques de grupos armados a dos comisarías, además del incendio de una, otros barrios capitalinos conocieron de cerca la muerte que todavía aflige a muchos en esa capital.
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