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Cannabis libre por salud, economía y recreación en Guatemala

Cannabis libre por salud, economía y recreación en Guatemala

Pocas propuestas legislativas armaron tanto revuelo este año en Guatemala como la presentada por el diputado de Convergencia Álvaro Velásquez, tendente a liberar todo lo relativo al cannabis sativa o marihuana, aunque con ciertos límites. La iniciativa de Ley para regular el cultivo, producción, distribución, comercialización y consumo medicinal y recreativo del cannabis y sus derivados, anunciada por el congresista el 7 de abril de 2016, alentó la controversia incluso en sectores presuntamente menos retrógrados.
Pese a las múltiples objeciones, la Comisión de Salud del Congreso inició un ciclo de debate que pudiera extenderse hasta agosto para que los diferentes sectores den su punto de vista sobre el proyecto y en medio de ese proceso Velásquez accedió a conversar con Prensa Latina acerca de la propuesta y de las posiciones encontradas en torno a esta.
"Guatemala es una sociedad muy conservadora, en la que predomina el pensamiento religioso, por eso esperábamos esa reacción ante una medida tan progresista", expresó el otrora profesor e investigador de la sede académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en este país.
Mencionó que si bien el tema estaba en su plataforma de campaña, el presentarlo en forma de ley le granjeó cuestionamientos de radicales, extremistas y hasta de uno que otro representante de la ultraizquierda.
La mayoría de estos basaron sus críticas en argumentos gastados y demasiado socorridos: "que no es tiempo para una medida de esa naturaleza" y que "existen otras cosas más importantes para priorizar", rememoró.
Contrario a eso, señaló, "consideramos que esta medida puede alentar una política pública en la cual el Estado deje de tener a la marihuana como una de sus dianas en la guerra contra las drogas y más bien la encare desde una política de salud pública, solidaria, y de libertad del consumidor".
Y es que en su opinión de lo que se trata es de confrontar la problemática de las drogas desde la prevención, en particular desde el plano de la salud, más que desde la represión a los consumidores.

-VENTAJAS DE UNA LEY LIBERADORA
Un aspecto a considerar en favor del proyecto es que la liberación del consumo y portación de la hierba hasta seis onzas contribuiría a disminuir con creces la superpoblación carcelaria acrecentada por esa situación en medio del colapso del sistema penitenciario en Guatemala.
"El 50 por ciento de esta ley gira en torno a la legalización de la marihuana, con lo cual se evitaría la reclusión de quienes porten una cantidad mínima para el consumo, con fines recreativos, o cultiven hasta cinco plantas, sin afán de lucro", explicó el impulsor de la iniciativa.
A juicio de Velásquez, esta contribuiría a generar en Guatemala una industria legal de una sustancia orgánica, cuyos beneficios para la salud están probados desde tiempos ancestrales en buena parte del mundo.
"El fomento de una industria médica y de producción de conocimientos científicos en torno a la marihuana sería ventajoso para este país, si se considera que los resultados de ambos entrarían en un mercado en el cual solo compiten parte de Suramérica, Europa y Estados Unidos", abundó.
Vinculado a esto, agregó, ganarían en el orden económico compañías, emprendedores, clases medias y otros sectores, por las posibilidades que se abrirían al desarrollo de la industria de los derivados de esta planta.
"El campesinado también tendría otra alternativa de progreso, porque el cultivo del cannabis es de una alta rentabilidad, alrededor de 30 por ciento más redituable con relación al maíz, y de intensidad moderada o pronta expansión", aseveró.
"Guatemala podría especializarse en el cultivo orgánico de esa planta, lo cual sería más redituable todavía para las economías familiares del área rural y para el país en general", enfatizó el miembro de la llamada Bancada de la Dignidad.
De igual modo, hizo alusión a una amplia documentación científica que respalda el uso del cannabis con fines terapéuticos, en virtud de los beneficios que puede reportar su uso para calmar dolencias agudas del cuerpo humano.
Dos estudios de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, de 2007 y de 2008, concluyeron que consumir marihuana era algo positivo para los pacientes con VIH/SIDA; en particular para los aquejados de dolores neuropáticos, asociados a la pérdida del sistema sensitivo, y para recuperar el apetito.
Mientras que un sondeo de opinión comprobó que el 50 por ciento de los médicos aprobaban el uso de la marihuana medicinal en ese territorio, al mismo tiempo que en Canadá era aceptado para curar una amplia gama de dolores severos y para aliviar terribles síntomas, al final de la vida.
"Todos lo saben: en Guatemala la hoja de marihuana es usada como medicina tradicional para contrarrestar dolores reumáticos, en una suerte de mezcla con alcohol, que tiene muchas similitudes con lo conocido como Árnica", ejemplificó Velásquez.
"El Marihuanol, como todos llaman a esa especie de fármaco elaborado sin muchas regulaciones técnicas, es vendido en los mercados populares pero sin pasar por los debidos controles de calidad", lamentó.
E insistió en que "la aprobación de nuestra propuesta viabilizaría que el Estado implemente regulaciones en cuanto a esa producción y garantice un producto mejor procesado, con beneficios para el Estado y los consumidores".
"En todo caso el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social tendría a su cargo emitir las licencias correspondientes y establecer las pautas para que los eventuales pacientes asuman la necesidad de pasar por la consulta de un médico para recibir recetas médicas de requerir el tratamiento", subrayó.

-CULTURA Y MARIHUANA
Evidencias arqueológicas, documentos históricos, leyendas y saberes transmitidos a través de la tradición oral, entre otros, dan fe de que el cannabis o marihuana es una de esas plantas milenarias que acompañó siempre a los seres humanos en la búsqueda de una vida más sana.
La búsqueda de antídotos o remedios naturales a las dolencias motivó hace miles de años que en Asia esta fuera usada para tratar inflamaciones de la piel y que para los budas tibetanos fuera la planta más sagrada.
Es conocido también que los habitantes de la aldea china de Bama Yao son los más longevos del mundo y que durante sus más de 100 años de existencia estos llevaron una dieta basada en el consumo de cáñamo o hemp, nombre que recibe la fibra obtenida de esa planta.
El alto contenido en ácidos grasos de este producto es el principal responsable de sus efectos beneficiosos y el ingrediente secreto de la conservación de estas personas y de su salud, corroboran múltiples investigaciones.
Añejas vasijas escitas encontradas por arqueólogos rusos probaron, además, que el cannabis comenzó a ser utilizado hace más de dos mil 400 años con fines terapéuticos, especialmente en la actual Mongolia y en el sur de Siberia, y de allí estos remedios pasaron al Oriente Medio hacia el 2000 antes de nuestra era.
En 1891 el conquistador alemán Hermann von Wissmann contaba que algunas tribus africanas utilizaban la hierba, como la de los Bashilange, un pueblo guerrero y violento bantú que cambió su actitud con la ayuda del cannabis.
El hombre que llegó a fungir como gobernador del África Oriental Alemana (1895-1896) detalló que los bashilanges prohibieron el canibalismo y la utilización de armas y convirtieron el fumar marihuana en una obligación para que ninguno de sus miembros fuera agresivo ni cometiera delitos.
En caso de hacerlo, el castigo era fumar cannabis hasta perder el sentido y eso llegó a convertirse en religión, al punto que los miembros de esta tribu comenzaron a llamarse hijos del cáñamo.
Si bien la marihuana llegó a Europa hace cuatro mil años, proveniente de Asia, en África es relevante el caso de la nación Batwa de Uganda, cuyos integrantes confían en que todas las enfermedades pueden curarse si esta especie natural es consumida de manera sistemática y si se mantiene una vida sexual activa.
Es más, cuando va a celebrarse un matrimonio entre los batwanos, la familia del novio debe dotar a la novia de al menos un kilogramo de cannabis.
Dato curioso: entre los miembros de ese pueblo ugandés no existen casos de la pandemia que mató a tantas personas en el siglo pasado y continúa asolando a millones en la espera de fármacos capaces de revertirla.
Otro caso es el de los Aka, de la cuenca del río Congo, que ingieren cannabis para prevenir los parásitos intestinales.
Desde tiempos arcaicos la nación Amzigh o Bereber emplea el cannabis como sedante y anestésico antes de operaciones, para amputaciones o para extracciones, casi siempre mezclado con otros vegetales como el beleño y la mandrágora.
Médicos de la antigüedad igual lo tacharon de "remedio para los pesares" y lo recomendaron este para evitar la congestión, reducir la fiebre, combatir la diarrea, utilizarlo como analgésico durante cirugías, o emplearlo para calmar los nervios antes de las guerras.

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