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Testimonio de una joven secuestrada en Guatemala

Testimonio de una joven secuestrada en Guatemala
La historia de Lucía Samayoa, desaparecida el 5 de octubre de 2016 y dos días después rescatada en la caribeña ciudad de Livingston, Izabal, confirma los riesgos que circundan a niños y jóvenes hoy en Guatemala.

Pero sobre todo devela que el accionar de tratantes de personas y bandas delincuenciales a veces puede contar a su favor con el machismo de ciertos sectores, que detrás de la desaparición de una persona -sobre todo si es joven y bonita- primero piensan en su probable deseo de jolgorios lejos de casa.

Si bien la pronta divulgación de la imagen de Lucía a través de las redes sociales contribuyó a su rápida localización y rescate, también posibilitó constatar cómo lejos de contribuir a su búsqueda, muchas personas repararon en sus ojos expresivos y sonrisa bella para poner en duda su integridad moral.

Mas bastó con sus declaraciones a la revista Look Magazine para entender que justo las de su apariencia son las más buscadas por los comerciantes del sexo, incluso en la estatal Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC).

Ese miércoles fatídico la estudiante de segundo año de Licenciatura en Física Aplicada en la USAC salió un poco más tarde de lo normal de su casa y dejó su celular, cosa que poco le preocupó, porque debía regresar temprano.

Pero mientras caminaba por el recinto de altos estudios, con el fin de recabar información acerca de la carrera de Veterinaria, varios hombres la abordaron so pretexto de contar con ella para una encuesta sobre productos alimenticios.

El testeo, como se conoce a este ejercicio en el lenguaje coloquial, es una práctica muy común en la USAC y por ello no vaciló en probar el pastelito y el jugo de manzana natural que le ofrecieron, con la presunta intención de incluir su opinión en la muestra.

'Era una encuesta como cualquier otra en donde probé un pastelito que iba a estar a la venta y un jugo de manzana natural. En menos de un minuto perdí el conocimiento', relató y añadió que poco tiempo después despertó en un lugar desconocido, atada y con los ojos vendados.

'Simplemente estaba en shock. No podía hablar, no podía llorar, mucho menos gritar, porque simplemente no sabía qué estaba pasando', afirmó.

Junto a ella estaba una joven de unos 20 años, a quien la llevaron de su lado entre gritos de dolor, y 'cuando ya no escuché más gritos, me volvieron a hacer tomar algo más y de nuevo perdí el conocimiento', agregó.

Y aseveró que todavía no sabe qué es peor 'saber si te hicieron daño o no y estar consciente de eso o perder el conocimiento'.

Lo cierto es que al despertar, precisó, una mujer la instruyó sobre cómo debía actuar y la amenazó de tomar represalias si no cumplía.

Luego de esa escena la dejaron libre en un lugar desconocido, donde el pánico se adueñó de ella, al pensar en cuántas personas eran cómplices de su situación y en la posibilidad de ser asesinada en virtud de cualquier movimiento.

'Luego de que me dejaran libre lo primero que hice fue pedir ayuda a Migración', puntualizó la joven, quien mostró complacencia por la agilidad con la cual fue tratado su caso y muchas personas la reconocieron porque sus fotos habían circulados las horas anteriores en la internet.

'La trata de personas es real, ocurren secuestros a diario y la mayoría terminan en tragedia', señaló Samayoa, molesta por cuanto tras su secuestro tuvo que soportar el acoso, las burlas y las especulaciones en su contra.

'Estamos tan acostumbrados a leer y escuchar de asesinatos y secuestros, que cuando ocurren y no tienen una tragedia como final, lo primero que se les viene a la mente es: seguramente se fue de fiesta', dijo e hizo notar que la mayor parte de las especulaciones y críticas en torno a su caso venían de mujeres.

Mas contar la historia de un secuestro y no ser parte de las estadísticas que enlutan a Guatemala es un privilegio que pocos pueden gozar como Samayoa.

En Guatemala hay 33 mil 800 víctimas de la trata de personas, de las que el 70 por ciento son mujeres y el 46 por ciento menores de edad, según informes del procurador general de la nación, Jorge De León Duque.

Este delito suele andar oculto y sólo se alimenta de quienes recurren a los servicios de los captados por esas redes, incluso niñas y niños, sin parar mientes en la historia de terror que existe detrás de estos.

'Las modalidades son variadas, como la prostitución, el turismo sexual o la venta de niños, pero, como en todos los casos de violaciones de los derechos humanos, hay personas más vulnerables como las niñas, los niños y las adolescentes', remarcó.

A inicios de este año al menos dos mil 208 menores de edad estaban desaparecidos de sus hogares en Guatemala, la gran mayoría niñas, acorde con el sitio web de la Unidad Operativa del Sistema de Alerta Alba-Keneth.

Si bien funcionarios de esa dependencia de la Procuraduría General de la Nación aseguran que la mayoría de los desaparecidos son niñas de 13 a 18 años de edad, imágenes y fichas de denuncias publicadas en ese portal digital prueban la existencia de varios casos de infantes perdidos de apenas uno o dos años.

La gravedad de la problemática es tal que en el año recién concluido fueron creadas cinco mil 969 alertas por la desaparición de seis mil 583 menores de edad en este país, sobre todo del departamento de Guatemala (dos mil 513).

Estas alertas también mostraron la tendencia al incremento de la desaparición de muchas más niñas que niños, cuatro mil 597 y mil 986, de manera respectiva.

Estos datos muestran una ligera disminución respecto a 2015, año que cerró con la pérdida de dos mil 234 menores de edad, que nunca fueron localizados, pese a las gestiones de sus familiares y a las del mecanismo interinstitucional cuya responsabilidad es encontrar a la población infantil desaparecida.

La Coordinadora Nacional del Sistema de Alerta Alba-Keneth está integrada por la Procuraduría General de la Nación, por el Ministerio Público, por la Policía Nacional Civil, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, y por la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia.

Investigaciones desarrolladas por los implicados en el tema concuerdan en que los factores de estas desapariciones son múltiples, pero algunos lo asocian de manera particular a la gran incidencia de la trata de personas en el territorio, considerado un paraíso para la comisión de ese delito.

Una investigación de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) develó que los menores de edad captados por estas bandas son usados para obtener fotografías, videos pornográficos y hasta para explotarlos sexualmente.

Del total de casos documentados por esa dependencia, el 89 por ciento de las víctimas (426) eran niñas y el nuevo por ciento (41) varones, mientras que del dos por ciento restantes no se identificó el sexo.

El informe de Interpol, emitido bajo el título Situación de la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes en Guatemala, estableció que el 86 por ciento de los casos (413) eran de prostitución infantil, el 13 por ciento (60) de pornografía y el por ciento (cuatro) de turismo sexual.

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