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La danza de las máscaras en Costa Rica

La danza de las máscaras en Costa Rica

El Diablo, La Giganta, La Segua y La Muerte, salieron una vez más a las calles con otros muñecos gigantes el 31 de octubre, durante la celebración del Día de la Mascarada Tradicional Costarricense.

  La festividad tuvo como fondo sones y músicas autóctonas, a cuyo compás danzaron los artistas escondidos bajo las máscaras de personajes representativos de la cultura popular.

  Según especialistas del Museo de Cultura Popular, en Santa Lucía de Barva, Heredia, las mascaradas tuvieron su origen en diferentes puntos del país y ningún cantón o municipio puede atribuirse su origen.

  Estas nacieron en turnos y fiestas patronales locales desde siglos anteriores, más alcanzaron carácter oficial a partir de un decreto estatal emitido en 1997.

  Gracias a la declaratoria del día de la Mascarada Tradicional Costarricense, nuestro país cuenta con una celebración nacida del espíritu de nuestras propias tradiciones populares frente a esa foránea festividad de Halloween, destaca el académico y escritor, Carlos Díaz Chavarría.

  Desde entonces, proliferan las iniciativas municipales alrededor de la celebración y las máscaras ratifican el arraigo de una antigua costumbre del pueblo costarricense, en días cercanos al Día de Muertos, en México.

  La Giganta, el Diablo, la Muerte, el Policía, la Calavera, el Cadejos, Pericos, Loras y Lapas, son algunos de los principales personajes que recorren calles y avenidas durante esta jornada de divertimento.

  También participa en la procesión la India Emplumada, con las piernas desnudas, en homenaje a los primeros pobladores de esa porción de la llamada cintura de América, habitada por ocho etnias indígenas.

  Ella va en la volanta, acompañada de una parodia de caballero, por el espíritu de burla y antipatía expandida entre las clases humildes con respecto a la aristocracia, porque por lo general vive de su sudor.

  Otras representaciones -confeccionadas igual de fibra de vidrio, papel o barro- recuerdan a la farsa italiana, a la Mama Giganta de Ecuador, y a otros personajes extraídos de la cultura universal.

  Cada jornada anual de las mascaradas deviene un desfile de lo grotesco, los fantástico, lo cómico, lo ridículo o macabro, en forma de animales, monstruos, o tipos humanos contrahechos o parodiados.

  Algunas de las máscaras despiertan sentimientos encontrados entre los espectadores, como es el caso de los diablos que echan humo por la boca, mueven los ojos, y persiguen a los infantes con su fusta en la mano.

  Lo satírico y lo popular se funden en este panorama carnavalesco, que en los últimos años contó con la presencia de representaciones de personajes infantiles como El Chavo del 8, el Monstruo de Saprissa, Peter Pan, el Capitán Garfio, y muchos más.

  En la alineación de personajes de mascaradas tradicionales hay otros sacados de las leyendas costarricenses y en algunos pueblos incluyen a las brujas y personajes de la vida cotidiana, como el Policía y los Abuelos.

  El ingenio popular carece de límites: en varias ocasiones comparecieron ante el público máscaras con la imagen de políticos y hasta con la figura del popular futbolista brasileño, Ronaldinho. 

  Para la antropóloga costarricense Giselle Chang, copiar y difundir íconos foráneos obedece a intereses comerciales, pero no tiene sentido en la cultura local y atribuye a la falta de conocimientos esta tendencia.

  “El problema es que por falta de conocimiento de lo nuestro, no apreciamos lo que tenemos y se pierde la cultura”, opinó, en alusión a quienes introducen figuras foráneas, irrelevantes cuando se trata de rescatar lo autóctono.

  La mediatización en boga deja su impronta en esta festividad popular, porque los jóvenes procuran nuevas imágenes vinculadas a personajes famosos a partir de su aparición en medios de prensa, la televisión, o el cine.

  Por ello, muchos abogan por la coordinación entre los maestros de las tres escuelas de Cartago, Barva de Heredia o San José-Escazú, de cuyos talleres salen las mascaradas que cada año vuelven a alegrar el panorama de Costa Rica.

1 comentario

Carlos Díaz Chavarría -

Doña Isabel muchas gracias por la mención, una opinión muy clara y sustentada. Es muy interesante esa simbiosis cultural de nuestra tierra, pero definitivamente se deben conocer y respetar sus raíces, su esencia.