Guatemala-2016: en la ruta de las estocadas contra la corrupción
Guatemala nunca será la misma porque el ojo ciudadano está más atento, aunque muchos se empeñen en minimizar los resultados de la ola masiva de manifestaciones pacíficas que conmocionaron al país de abril a agosto de 2015.
De hecho, informes del Ministerio Público (MP) reconocen el incremento de las denuncias contra la corrupción y la impunidad en los últimos dos años y también la apertura de mayor cantidad de procesos penales contra los sindicados por hechos de esa naturaleza.
La asonada ciudadana contra el primer gobierno del Partido Patriota (2012-2015) -y probablemente el único que lograrán los miembros de esa agrupación en mucho tiempo por tanto desprestigio- sacó de los estrados a decenas de ministros, directivos de instituciones estatales, funcionarios de rango medio, y hasta empresarios y banqueros.
Mientras el final de las causas legales abiertas contra estos está por ver, el pueblo se congratula con constatar la permanencia en cárceles de quienes hicieron de esa administración la más corrupta probablemente en la historia de Guatemala.
Cada 'Jueves de Cicig', en alusión a la secuencia de denuncias formuladas en días como ese por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y el MP, reanimó la confianza en esas instituciones y alentó a develar otros rejuegos turbios con los dineros del pueblo.
Los casos que trascendieron como La Línea, el Bufete de la Impunidad, IGSS-Pisa, Los Negociantes de Salud, Redes, Lago Amatitlán, Plazas Fantasma en el Congreso, Terminal de Contenedores Quetzal (TCQ), Migración, La Coperacha y otros, asustaron a muchos y estimularon a otros.
Sólo de enero a diciembre de 2016 las denuncias por corrupción aumentaron a 974, lo cual representó un incremento con relación al año más movido de la época democrática en el país (2015), en el cual este indicador llegó a 809. La Fiscalía Contra la Corrupción del MP dice que este año, además, giró órdenes de captura contra 67 personas y presentó 181 acusaciones formales.
Estos registros sugieren que algo está moviéndose en el orden de la institucionalidad y de la confianza en las autoridades en Guatemala, donde en años precedentes ingresaban de 250 a 400 denuncias anuales por ese delito.
Pero no es suficiente y eso lo sabe la ciudadanía guatemalteca, en la que aún prima la inconformidad, pese a la promesa del comisionado Iván Velásquez y de la fiscal general Thelma Aldana de revelar los resultados de otras investigaciones en curso 'en su momento procesal oportuno'.
La corrupción es un fenómeno complejo y generalizado, un impedimento para alcanzar en los objetivos de desarrollo sostenible, y por eso la lucha contra ella requiere estrategias multidisciplinarias y multisectoriales integrales.
En ese punto coinciden la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Cicig, para cuyos representantes en Guatemala la problemática es fuente de inestabilidad, de pobreza y del debilitamiento del Estado.
OTRA MIRADA
'Guatemala devino hace mucho en un país horrendo desde el punto de vista sociopolítico. Es desgarrador y más duele la despolitización deliberada de buena parte de la juventud', opina el doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España, Manuel Villacorta.
Durante un diálogo con Prensa Latina el analista recordó que 'desde el hallazgo y conquista para la dominación absoluta por parte de España, el tema de la violencia penetró sus entrañas y todavía persiste'.
'Paralelo a esto apareció el racismo, otro lastre que acarreamos desde entonces y que no logramos superar', añadió.
En Guatemala el indígena fue sometido, mangoneado y tomado como fuerza sostenedora de un modelo agroexportador inclemente y de una sociedad que continúa mirándolo como un ser inferior, objeto de burlas constantes e incapaz de dirigir, lamentó Villacorta.
Y afirmó que 'la protesta social, pacífica, es el único recurso que quedó al pueblo guatemalteco para pronunciarse contra los males que lo golpean en una sociedad recalcitrante, violenta y racista, que lo mantiene muy dolido, lastimado y frustrado por cuanto nunca pudo ver consolidado el modelo democrático'.
Para el 90 por ciento de guatemaltecas y guatemaltecos, este es un Estado fallido. Sin embargo, hay que considerar que continúa siendo exitoso para el crimen organizado y para la oligarquía nacional que no paga impuestos y acumula riquezas con creces, aseveró.
A su juicio 'lo interesante en medio de este escenario es que desde hace poco más de un año el gran socio de siempre, Estados Unidos, decidió romper ese bloque de poder con aliados tradicionales e iniciar procesos penales contra estos a través de la Cicig'.
Desde entonces proliferaron las acusaciones contra políticos y funcionarios por corrupción, contra militares violadores de los derechos humanos en el ámbito de la guerra interna y contra grandes empresarios evasores de impuestos y promotores de la destrucción del medio ambiente y los bienes naturales.
Todo ello aparejado al fortalecimiento de las instituciones que conforman el sistema de justicia, como el Ministerio de Gobernación, la Corte Suprema de Justicia, el Organismo Judicial, la Corte de Constitucionalidad y el MP.
'Creo que la gran paradoja de todo esto es que tal estrategia concuerda con lo que siempre demandó la izquierda en este país y por lo cual le respondieron con balas', remarcó, en alusión al enfrentamiento entre fuerzas del Estado y las guerrillas que provocaron un baño de sangre en el país por más de 36 años.
'La Cicig ganó el respeto ciudadano y eso no es fortuito. Poco más de siete años después de su establecimiento por la Organización de las Naciones Unidas en Guatemala, esta apoya ahora a diferentes actores de la sociedad civil.
Indígenas, defensores del territorio, de los derechos humanos, colectivos feministas y medios de prensa alternativos, tuvieron el respaldo de diversos modos en sus denuncias ante el ente bajo el mandato de Velásquez', argumentó.
Más allá de eso Villacorta piensa que 'Guatemala pudiera ser hoy un laboratorio, un plan piloto, para ver qué sucede a partir de la cooptación del sistema de justicia y de los medios de comunicación, quizás por la subestimación de la capacidad de este pueblo de autogobernarse'.
'Lo que pasa en Guatemala tiene una trascendencia importante y los resultados pueden redundar en la aplicación de similares métodos en otros países del mundo', expresó el consultor político.
No obstante, subrayó que 'en Guatemala prevalece un sentimiento dual: por un lado tristes de haber llegado a niveles de corrupción lacerantes, pero por otro lado felices al ver instituciones como la Cicig y el MP que están impulsando el cambio'.
'Nuestro país es mirado todavía como uno de los más corruptos y eso nos daña en muchos sentidos, pero la buena noticia es que de momento estamos en el quirófano, en crisis, pero para un momento mejor', matizó Villacorta.
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