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No existe globalización sino globocolonización, define Frei Betto

No existe globalización sino globocolonización, define Frei Betto

No existe la globalización, eso es mentira, existe la globocolonización y el gobierno de Estados Unidos del presidente Barack Obama ha sido muy malo para el mundo porque ha perfeccionado ese proceso con intervenciones como la última en Ucrania, afirma Frei Betto.

Así se expresó el fraile dominico brasileño en una entrevista concedida a Prensa Latina aprovechando su paso por Panamá donde fue invitado por la Fundación Ciudad del Saber a dictar una conferencia magistral sobre el futuro de América Latina.
Tomando como referencia esa temática, abordamos con el destacado analista asuntos puntuales que dieran la oportunidad de hacer valoraciones más allá de la coyuntura actual.
PL.- ¿Cómo usted aprecia el gobierno del presidente Barack Obama, más positivo o más negativo para América Latina que los anteriores?
FB.- Yo diría que es más positivo para América Latina en el sentido de que Obama no tiene ningún conocimiento de América Latina ni ninguna otra sensibilidad, y por eso ha sido menos agresivo que los Bush o Reagan y que otros anteriores.
Pero ha sido un gobierno muy malo para el mundo porque es un gobierno que ha perfeccionado todo el proceso de globocolonización, con intervenciones por ejemplo en Ucrania, en Siria, en Libia y otros países. Es la policía del mundo.
Descaradamente ha estado por encima de todas las leyes y los tratados internacionales, no le da ninguna importancia a esos acuerdos y no hay cómo sancionarlo.
Por suerte ya no somos aquel rebaño de ovejas que bajaba la cabeza ante el pastor de la Casa Blanca, hoy tenemos más soberanía, más independencia y más claridad de qué caminos liberadores queremos seguir.
PL.- Tomando como fiel de la balanza a ese mismo gobierno de Obama, ¿cómo aprecia usted la correlación de fuerzas políticas en América Latina? ¿Está a favor o en contra de Estados Unidos?
FB.- Yo diría que la correlación de fuerzas es bastante desfavorable para Estados Unidos por todos los avances de jefes de Estado latinoamericanos identificados con los pobres y elegidos democráticamente.
Es un proceso que comenzó con la elección del presidente Hugo Rafael Chávez en 1998 y ahora sigue con muchos jefes de Estado de América Latina que unánimemente han estado apoyando a Cuba y están contra el embargo de Estados Unidos.
Obama y los líderes de la Casa Blanca se han dado cuenta que ya no pueden tratar a América Latina como hacían en los años 60 y los anteriores, y tienen que estar muy preocupados por ese desequilibrio. Ya América Latina dejó de ser el patio trasero de la Casa Blanca y los países que estaban atados a Estados Unidos se han emancipado como Panamá en el año 1999, y ahora solo falta Puerto Rico por liberarse de la tutela estadounidense para completar ese proceso de liberación de las fauces del imperio.
Por eso creo que la correlación de fuerzas es más favorable hoy para nosotros los progresistas que cuando Estados Unidos no solamente metía la pata en nuestros países sino que promovía golpes militares fascistas que han tenido un costo humano, político y económico muy alto para América Latina.
PL.- ¿Cuáles son los principales peligros que acechan a América Latina que podrían cambiar esa correlación de fuerzas contraria a Estados Unidos?
FB.- Bueno la principal es la contradicción esa que vivimos de tener políticas progresistas con una economía capitalista, es decir, todavía no hemos encontrado un modelo económico post capitalista que permita dar un paso de ese capitalismo a una economía más solidaria, más cooperativista, más popular.
Este es un nudo sin desatar muy preocupante, como también la falta de un trabajo más intenso de concentración y organización política sobre todo en los sectores populares y los jóvenes.
Creo que no se hacen avances políticos solamente con consignas y políticas sociales más positivas hacia los jóvenes, sino que es necesario también otro tipo de alimento para los más pobres, que es el alimento espiritual, ideológico, educacional para que la gente, cumpliendo el significado de ese proceso, avance hacia un futuro de justicia y de paz.
PL.- ¿No cree que los instrumentos de integración que se han creado en la región, y no solamente los económicos y comerciales, pudieran contribuir a ese avance hacia el futuro de justicia y paz que usted señala?
FB.- Si, yo creo que es muy importante que haya esa multiplicación de organismos, el problema es que por ahora todos ellos son superestructurales, y el futuro no está tanto en esos organismos, sino en la manera como la gente mira ese proceso.
La gente solo puede soportar las dificultades, desde caminar hasta lo que sea, si comprende la razón del por qué hay que enfrentarlas, y muchas veces no hay una concientización de ese proceso y la gente que está siendo beneficiada desde el punto de vista económico, no tiene conciencia política de qué significa.
Por lo tanto hay que valorar los instrumentos creados, incluso mediáticos como Telesur; estar atentos y hacer un trabajo de base justamente para mantener viva y actuante la organización popular con un proceso intenso de educación del pueblo.
No creo que fuera de ese contexto vayamos a esperar que la gente asuma una posición progresista por sí misma en el mundo de hoy cada vez más de derecha en general.
En el Parlamento Europeo las fuerzas de derecha han crecido mucho, no hay fuerzas de izquierda lo cual es una lástima porque Europa en el siglo XX tuvo una fuerte tradición izquierdista, incluso en Italia, y el mundo socialista europeo.
Ahora prácticamente el único continente que tiene esperanza de futuro es América Latina, y la responsabilidad que tenemos es priorizar y preservar ese proceso progresista, pero eso no se consigue con consignas y con avances electorales solamente. Es necesario crear raíces más profundas, sobre todo en las redes sociales que son muy manipuladas por los conservadores, los capitalistas, la derecha, y de ahí la responsabilidad que tenemos de profundizar el trabajo político y educativo.
PL.- En el plano económico hay muchos fantasmas que rondan la integración latinoamericana. ¿Con la Alianza del Pacífico usted lo cree así?
FB.- Sí, claro, pero esta esquizofrenia que he mencionado antes de que tenemos una política progresista en la mayoría de los países con una economía conservadora puramente capitalista, es lo más peligroso, aunque la ventaja es que hay más solidaridad entre los países de América Latina desde el punto de vista económico.
Hay crédito, facilitación en el comercio de productos, hay una integración económica mucho más significativa que en décadas anteriores, pero con muchas dificultades para mantener baja la inflación, actualizar anualmente los salarios, y sobre todo crear posibilidades a las pequeñas y medianas empresas privadas sin que eso sea la semilla de un proceso capitalista monstruoso.
Estamos por la tanto ante un desafío muy fuerte, como crear una economía compatible con esas políticas progresistas, con esos anhelos populares por gobiernos como el de Dilma en Brasil, Mujica en Uruguay, el de Evo en Bolivia, Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, y así en otros países.
PL.- Hablando de los países de América Latina ¿Qué está pasando en Venezuela y por qué?
FB.- Bueno, lo primero es tomar en cuenta que Venezuela es el principal foco de subversión estadounidense en América Latina, y pasa algo muy sencillo, y es que Venezuela es el segundo suministrador de petróleo de Estados Unidos después de Arabia Saudita.
Ocurre que para que un barril de petróleo de Arabia saudita llegue a estados Unidos tienen que pasar 45 días, y uno suministrado por Venezuela llega en cuatro días, por lo tanto la diferencia de precios es enorme entre uno y otro.
Por eso todo lo que Estados Unidos pueda hacer para desestabilizar a la revolución bolivariana lo va a seguir haciendo y no podemos ser ingenuos.
Venezuela cuenta con la solidaridad de todos los países que están en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y eso es muy bueno, ya sea una solidaridad activa como la de Cuba, Brasil, o pasiva de países que al menos no condenan ni están en contra del gobierno de Maduro, pero se mantienen en silencio porque tiene sus intereses con Estados Unidos.
Ahora, yo creo que también hay un desafío interno en Venezuela fuerte que requiere un trabajo político intenso sobre todo con los jóvenes.
Yo creo que algo que todavía no se hizo debidamente en Venezuela es un trabajo político con el movimiento estudiantil, un trabajo de organización de base que lleve a los muchachos a comprender el proceso bolivariano con más profundidad, más conciencia y más participación.
PL.- Y en el caso de Brasil, que es diferente al de Venezuela, ¿por qué esas manifestaciones? Si no son contra el gobierno, ¿por qué se producen entonces?
FB.- Bueno, en verdad lo de Brasil es diferente a Venezuela, allí se ha avanzado mucho en los años de gobierno del Partido de los Trabajadores, pero ha sido un gobierno madre de los pobres y padre de los ricos, y hasta cuándo esa contradicción va a sobrevivir no sé.
Este año tenemos elecciones, yo estoy seguro que Dilma va a reelegirse, aunque uno siempre tiene sus temores porque la oposición puede volver al gobierno.
Porque si por un lado el Partido de los Trabajadores ha promovido una fuerte inserción económica de los pobres donde 55 millones de personas han sido beneficiadas con mejorías efectivas desde el punto de vista económico, es también un gobierno despolitizante por más paradójico que te parezca.
Es decir, un gobierno que no trató ni trata de hacer todavía un trabajo político de valorar los movimientos sociales y sindicales, y por eso las manifestaciones, y los muchachos en las calles y en el mundial de fútbol van a seguir en sus demandas de lograr un lugar político porque quieren participar, pero no han sido convocados ni movilizados, y esa es la preocupación porque ellos saben por qué protestar pero no saben cómo o qué proponer.
Entonces eso puede ser un caos en el futuro que puede ser aprovechado por la derecha.
PL- Hasta donde tenemos entendido no es un movimiento contra el gobierno, sino en demanda a una mayor participación en los procesos y decisiones oficiales ¿es así?
FB.- Sí, es así, lo que sucede es que el gobierno ha cometido el equívoco de facilitar al pueblo de Brasil acceso a los beneficios personales, un coche, créditos, nevera, televisión, cada casita en las fabelas tiene de todo eso, pero siguen viviendo en la fabela y no tienen beneficios sociales.
Y cuando ellos reclamaban mejoras sociales el gobierno decía que no tenía dinero, y de súbito para la Copa del Mundo sí hay y han construido estadios deportivos enormes por millones y millones de dólares.
Pero la gente no tiene educación de calidad, transporte público, sanidad, vivienda decorosa, y de ahí las protestas, pues cómo dices que no tienes dinero y cuando viene la FIFA empieza a aparecer tanto dinero como si cayera del cielo, entonces ahí está la cosa.
La gente no está contra el gobierno, pero está manifestando su desacuerdo con la administración que no priorizó el mejoramiento de la calidad de vida y la situación social del país.
PL.- Y en el caso de Colombia, qué ha ocurrido que, para sorpresa de muchos la ultraderecha sale mejor parada como si la gente hubiera votado minoritariamente por el proceso de paz?
FB.- Bueno, el problema de Colombia es un poco el reflejo de toda esta política imperialista de la que hemos estado hablando, de hacer que la gente vaya cambiando la libertad por la seguridad, y la propaganda del miedo es eficaz y por eso hay gente que termina favoreciendo a la derecha y no al proceso de paz.
Pero yo tengo la esperanza de que el proceso de paz es el que va a ganar, porque no hay otra salida, e incluso a los propios Estados Unidos no les interesa más seguir incrementando esa guerra y les es mejor el proceso de paz, y por eso pienso que al final ganan los que opten por la paz.

(Por Luis Manuel Arce. En: http://www.prensa-latina.cu/index.php?task=viewcat&cat=Exclusivos)

Periodismo en riesgo celebra su día en Honduras

Periodismo en riesgo celebra su día en Honduras

 Honduras celebra este sábado 25 de mayo el Día del Periodista, pese a que ese país devino en la última década uno de los más riesgosos de América Latina y el Caribe para ejercer esa profesión.

Organizaciones gremiales, científicas y organismos internacionales hablan incluso de una masacre contra trabajadores del sector en este territorio centroamericano, con base en los casi 40 asesinatos de que fueron víctimas algunos de sus miembros desde 2003 hasta la fecha.
La Policía es la principal agresora contra los periodistas y la impunidad prevalece en estos crímenes, debido a que apenas dos de esos casos fueron resueltos por la justicia con las correspondientes sentencias a los culpables, concuerdan.
Los riesgos arrecieron a partir del golpe militar contra el expresidente constitucional Manuel Zelaya: desde 2009 hasta diciembre del 2013 al menos 35 periodistas murieron de manera violenta, según el Colegio de Periodistas de Honduras.
En 2010 esta nación derivó en una de las más peligrosas para ejercer el periodismo, debido a 29 crímenes contra comunicadores, de los cuales apenas uno logró sentencia firme.
El año pasado las muertes de profesionales de la comunicación descendieron a tres, seis menos que los nueve ultimados en 2012, más el número de agresiones y amenazas contra estos aumentó, de acuerdo con el Comité para la Libre Expresión.
Esa comisión informó que en 2013 ocurrieron 191 agresiones contra la libertad de expresión -55 más que las 136 registradas durante 2012-, 29 perpetradas por policías, 24 por militares, 18 por funcionarios del Gobierno, 16 por otros servidores estatales y 44 por personas ajenas al Estado.
Precisó, además, que en lo que va del presente suman 28 las agresiones a la libertad de prensa y quizás para diciembre estas superen las de etapas anteriores.
La preocupación por esas cifras está asociada a que menos de uno por ciento de los crímenes es investigado con los requerimientos del caso en este país, acorde con el Observatorio contra la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Ese programa científico denunció la impunidad en cuanto a graves abusos policiales y ejemplificó que sólo de enero de 2011 a noviembre de 2012, unos 149 civiles murieron a manos de policías, incluidas 18 menores de 19 años de edad.
La agresividad contra los periodistas es parte de esa realidad y va desde la amenaza verbal, la intimidación, hasta los ataques físicos y el asesinato, constataron la organización de escritores PEN Internacional y el Programa Internacional de Derechos Humanos de la Universidad de Toronto.
En Honduras hay una guerra abierta contra quienes se atreven a denunciar la corrupción y el crimen organizado, no existe libertad de prensa o de expresión, ni respeto a la vida, concluye un estudio de ambos.

El hombre que amaba las novelas históricas. Notas sobre la relación entre literatura, política y ciencia social en Cuba

El hombre que amaba las novelas históricas. Notas sobre la relación entre literatura, política y ciencia social en Cuba

Según le aseguraba Federico Engels a Miss Harkness en su famosa carta, él había aprendido más sobre el capitalismo europeo del siglo XIX leyendo a Balzac “que en todos los libros de los historiadores, economistas, estadísticos profesionales de la época, todos juntos”. Me gusta repetir esta frase, sobre todo delante de economistas y estadísticos, o para el caso, de esos científicos que pasean a lo desconocido guiados por números, gráficos y tablas, y arrinconan al arte en la tarea más bien contemplativa de disfrutar la belleza.

Engels estaba claro. Sin embargo, ¿se imaginan que para entender la sociedad europea de la primera mitad del siglo XIX las únicas fuentes a nuestro alcance fueran las novelas de la Comedia Humana? ¿Que para apreciar la huella de la Restauración posrevolucionaria en Francia o medir la fuerza del capital sobre los ideales de libertad, igualdad, etc., solo pudiéramos recurrir a las desgracias del joven Sorel en El rojo y el negro o el aprendizaje de Lucien de Rubempré en Las ilusiones perdidas? ¿O que en vez de Las luchas de clases en Francia, para comprender la Revolución de 1848 tuviéramos que limitarnos a la transida mirada de Flaubert en La educación sentimental? Pues bien, en Cuba, muchos se han enterado del papel de Trotski y el significado de Stalin en el socialismo del siglo XX, de la guerra civil española y sus complejidades, y de sus huellas sobre el pensamiento y la práctica de la izquierda en el mundo mediante El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura.

Naturalmente, ni esta novela histórica, ni ninguna otra sobre el tema, tienen la menor responsabilidad en ese páramo injustificable sobre la revolución rusa, la historia de la URSS y sus protagonistas, y del socialismo en el siglo XX, que ha prevalecido en Cuba, y que solo se explica por la renuencia a asumir el ajuste de cuentas con el socialismo soviético. Más bien todo lo contrario, habría que agradecerles a los creadores —narradores, dramaturgos, cineastas, artistas plásticos— que hayan puesto a la luz problemas como estos, y los de nuestra propia historia contemporánea, actuales o pasados, antes que las ciencias sociales, incluso desde época previa al Período especial.

Compartir esta valoración, sin embargo, no implica adjudicarle a esta novela ni a ninguna otra obra artística o literaria, la llave maestra para guiarnos por la escondida senda de la Revolución rusa, ni por sus resonancias descomunales a lo largo del siglo XX, algunas vibrantes todavía. Esta transferencia corre el riesgo de hacernos pasar, como ocurre a menudo, de la ignorancia a la simplificación.

I 

¿Qué sabemos en Cuba sobre la Revolución rusa y la historia de la URSS? A pesar de que más de tres décadas de exposición intensa al país soviético, a su cultura y muy en especial a su modo de pensar y practicar el socialismo; de que más de 300 mil cubanos (cuento apenas a los universitarios civiles) estudiaron allá, y de que posiblemente estemos entre los países del mundo con más hablantes del idioma ruso per cápita, la historia rusa y soviética que la mayoría de los cubanos conoce es la escrita por un solo autor: el PCUS. No es nada más que no hayamos publicado la Historia de la Revolución rusa de Trotsky; o que la única edición de Stalin de Isaac Deutscher estuviera, por decirlo así, limitada. Es que más de veinte años después del fin de la URSS, los lectores cubanos tienen a su alcance menos de su historia, y pueden acceder a menos análisis basados en estudios documentados acerca de los bolcheviques o la perestroika que en casi ninguna parte.

Entre los años 70 y 80, desde luego, publicamos decenas de autores rusos y soviéticos —incluso algunos que sostenían tesis muy peculiares sobre las revoluciones en Cuba y en América Latina. Pero no dimos a conocer clásicos de la Revolución de Octubre, como los diarios de Isaac Babel o Víctor Shklovski; las memorias de Víctor Serge y de Pitirim Sorokim; los testimonios de los anarquistas que lucharon la revolución, como Makhno o Kropotkin. Tampoco hemos tenido acceso (me refiero a los cubanos que frecuentan las librerías) a obras de bolcheviques como Bujarin (con cuyo Manual de economía política polemizó Gramsci), y apenas una de Preobajenski (traducida en Cuba con el dudoso título de La nueva económica).

Naturalmente, a la larga lista de historiadores postsoviéticos —Roy Medvieiev, Nikrich, Andreev-Khomiakov—, y estudiosos de documentos desclasificados en los primeros años del desmantelamiento de la URSS (Iakovlev, Sevostianov, Khlevniuk, Bugai, Kozlov) tampoco los conocemos. Pero no se trata solo de historiadores profesionales, sino de documentos y testimonios de protagonistas, muchos de los cuales nunca fueron disidentes. Es el caso de Anastas Mikoyan o Georgui Arbátov, altos dirigentes o asesores desde la segunda posguerra mundial y hasta los años finales del sistema; ex-miembros del Politburó, como Grishin; ex-jefes de la KGB, como Semichastnyi, o ex-diplomáticos, como el sempiterno embajador soviético en Washington (y actor de la Crisis de octubre), Anatoli Dobrinin.

Incluso acerca de esta “Crisis del Caribe” —como ellos la llamaron—, a pesar de tratarse de un tema de historia de Cuba, y de que ha generado cierta producción intelectual y atención en nuestros medios, resulta que no hemos publicado ni siquiera selecciones de las memorias de Nikita Jrushov, difundidas en Occidente desde antes del fin de la URSS, cuya edición corregida y aumentada alcanzó cuatro volúmenes (Moscú, 1999). Sobre este tema inacabable de la Crisis de octubre de 1962, decenas de textos soviéticos y rusos esperan por la traducción al español, entre ellos algunos recientes como el de Alexander Fursenko, A Hell of A Gamble, que utiliza documentos desclasificados soviéticos; o las reflexiones de altos asesores de Nikita, como Fiodor Burlatsky.

En cuanto a la perspectiva del estamento militar, y sus principales jefes, naturalmente, en Cuba sí publicamos (o distribuimos editados por la Editorial Progreso) a veteranos de la Gran Guerra Patria, como el egregio Mariscal Zhukov (aunque la edición rusa “no censurada” que se publicó después está pendiente), a Rokossovski y otros altos jefes; sin mencionar otras memorias de generales, como Vasilievski y Gorbatov, o las revelaciones de ilustres agentes de inteligencia, como Alexander Orlov.

Deberíamos conocer las obras de algunos de aquellos kremlinólogos clásicos de Occidente —como el polaco Seweryn Bialer (a quien conocimos cuando visitó Cuba en los 80), Adam Ulam, R. H. McNeal—, los que a pesar de su anticomunismo contribuyeron con análisis muy documentados sobre la URSS tardía. Pero también de los expertos, como Gueorgui Arbátov, consejero de varios líderes del Kremlin (incluido Gorbachov), a quien muchos cubanos llegamos a conocer en Moscú, como director del prestigioso Instituto de Estados Unidos, con su libro El sistema, más revelador que la mayoría de los testimonios sobre los gulags y otros tópicos que han plagado la historiografía, la no ficción y las novelas históricas sobre el período —incluida aquella que sí se publicó en Cuba en los 60, Un día de Iván Denísovich, de Alexander Solienitsin, convertida en emblema del deshielo pos estalinista por el propio Jrushov.

Esta catarata de rusología apenas ilustra la inopia que apunté arriba. Algunos autores mencionados —Serge, Bujarin, Trotski, Babel, Shklovski, Kropotkin, Deutscher (de cuya biografía en tres tomos sobre Trotsky se nutre el propio Padura para su novela), y naturalmente, Lenin y el mismísimo Josif Visariónovich Djugashvili—, estuvieron entre las lecturas juveniles de algunos de nosotros en los 60; otros, como Arbatov o Fursenko, siempre se les pueden pedir a los amigos (“¿quieres un libro o una botella de Jack Daniels?”). No son pocos, sin embargo, los que yo solo tengo en un file titulado “Libros para buscar”, bajo la forma de referencias y reseñas de títulos que quisiera leer.

Al cabo, me pregunto si sería tan complicado o costoso armar al menos recopilaciones o antologías, si no de papel, quizás en soporte electrónico (como se dice ahora), para poner al alcance democrático de los bolsillos que frecuentan las librerías de la calle Obispo (no las de la Rambla), algunos de estos textos y autores. Tales ediciones virtuales o tangibles podrían encabezarse con prólogos que las pusieran en contexto, en su contexto, en vez de hacerlas rebotar en la cama elástica de la meta-historia —a la que me voy a referir en seguida.

 

II

Cuba es un país cuyo principal evento editorial tiene en su centro la literatura, territorio que, en sentido lato, abarca los géneros de “no ficción” (testimonio, entrevistas, crónicas, biografías, etc.). Apenas una editorial cubana produce nada más y nada menos que “ciencia y técnica” (entre ellas, las ciencias sociales); mientras, una decena se dedica total o mayoritariamente a las letras y las artes: Letras Cubanas, Arte y Literatura, Gente Nueva, Unión, casi toda Casa de las Américas, la mayoría de Oriente —la principal fuera de La Habana—, entre otras. Por mucho que también esas y otras editoriales, como la del Instituto Juan Marinello, publiquen obras de ciencias sociales, su menor peso específico en el conjunto de la producción editorial resulta evidente.

A este patrón desbalanceado se suma que los rangos de libertad de un escritor y de un investigador social son muy diferentes. Las vallas que debe saltar un sociólogo para publicar un texto sobre, digamos, los impactos indeseados del turismo (prostitución, drogas, mercado negro, etc.), la migración ilegal, la corrupción o el delito son incomparables con los que se presentan ante un escritor de novelas policíacas o de guiones de cine que recreen exactamente los mismos temas. No debe sorprender, entonces, que la literatura, en especial la narrativa (además del teatro y el cine) “se adelanten” a tratar los grandes problemas de la sociedad cubana y el mundo actuales, y ofrezcan su interpretación de la historia contemporánea, con ventaja respecto a la sociología, la ciencia política, la antropología, la psicología social, e incluso la historia y la economía.

Algunos sostienen que la frontera entre la novela histórica y la historia es muy fina; que al fin de cuentas se trata de relatos y metarrelatos cambiantes con la época y sus cánones; que los discursos ideológicos adoptan y adaptan la historia a sus propios patrones; etc. Supongamos que Gadamer y sus seguidores criollos tienen alguna razón. Consideremos, no obstante, un argumento.

En su calidad de producto artístico, la literatura no es solo (ni sobre todo) “un espejo que se pasea por la vida” —imagen que ya Stendhal citaba con sorna. Si así fuera, nadie leería hoy la Divina Comedia, pues el asunto que motivaba a Dante, la bronca política entre güelfos y gibelinos, no le interesa ya ni a la gente que vive ahora mismo en Florencia. Si una literatura vive, es porque suscita problemas, ideas, sentimientos, fantasías, asociaciones y representaciones que tienen sentido para seres reales aquí y ahora. Si la sangrienta saga semilegendaria en que se basó Shakespeare para escribir Macbeth ocurrió realmente así o no, y si el thane de Cawdor mató al rey con una daga o un piolet de alpinista, da lo mismo. Sus sueños de poder, la manipulación escalofriante de Lady Macbeth, las vacilaciones del magnicida, su insomnio culpable, sus paranoias, sus reflejos autoritarios y supersticiosos, son el fermento profundo de una tragedia que nos sigue hablando hoy, no la historicidad de los hechos que narra.

Ahora bien, si en lugar de esa libre asociación inherente a la recepción del arte y la literatura, se induce una interpretación unívoca mediante códigos que intentan asimilar espacios y épocas distantes desde claves comunes; si la obra se postula como mapa para guiarse por la historia real, se remplaza el impulso de conocimiento propio del arte por una lectura limitada a entender el presente como simple emanación de un cierto pasado. Descifrar un período revolucionario lleno de situaciones extremas, como la de Cuba a fines de los 60, mediante la clave del estalinismo, corre el riesgo de reducir la idiosincrasia del responsable de vigilancia de un CDR en el barrio habanero de Mantilla a la de un operativo entrenado para el asesinato político por expertos al mando de Eduard Beria, en el Moscú de los años 30.

Como cuestión de rigor histórico, no de licencia literaria, fenómenos como la UMAP; las expulsiones de homosexuales, religiosos y personas no simpatizantes con el socialismo en centros docentes e instituciones públicas; el caso Padilla, y otros ejemplos de rigidez ideológica ocurren en un momento ajeno a la influencia soviética. Afirmar que las nacionalizaciones masivas de pequeños negocios por la Ofensiva Revolucionaria respondieron a una matriz estalinista revela ignorancia sobre el contenido específico de la política y el contexto ideológico prevalecientes en la Cuba de 1968. Rastrear el origen de ese peculiar estilo político nuestro, que toma la crítica como una forma de agresión, descalifica la opinión del otro como insustancial por el mero hecho de discrepar; o atribuirle el código genético de nuestro criollo autoritarismo a la cultura ancestral de una remota aldea georgiana, resulta ineficaz para entender la historia y la cultura cubanas. La ineptitud para reconocerle causas nuestras a nuestros propios problemas podría tener que ver más con un esquematismo ideológico que no se ha extinguido del todo entre nosotros, ni siquiera entre los abanderados de la crítica y la libertad del escritor. El sueño de esa libertad, parafraseando a Goya, genera también a menudo sus monstruos.

 

III

¿Cuál es la consecuencia de todo lo anterior para una lectura crítica sobre la producción del conocimiento social en Cuba, y para su diseminación?

El paso del campo intelectual de los 60 a los 70-80 no consistió en la radicalización política del pensamiento y la producción artística, la adopción del marxismo como eje del discurso político predominante y doctrina de las instituciones (desde la escuela hasta las organizaciones sociales), la valorización de los contenidos ideológicos del arte como dimensión fundamental de su interpretación, la caracterización de la producción cultural del capitalismo por su índole enajenante, y de un pensamiento crítico que —como práctica generalizada— la descalificaba. No fue la polaridad de los discursos, su politización y su radicalidad a rajatabla lo que se inició con la década de los 70: todo eso ya estaba presente en la cultura de los 60. Los rasgos particulares de la marea iniciada con el llamado Quinquenio gris fue la estigmatización de la perspectiva crítica y del debate como prácticas divisivas y debilitadoras; la exclusión de todo enfoque alternativo al marxismo-leninismo en su versión más cerrada, calificado no solo como erróneo, sino peligroso; y el estrechamiento de los autores y obras puestas al alcance del lector cubano en el ámbito del pensamiento social y la teoría a los parámetros de la producción intelectual de los países socialistas, en especial, la URSS y Europa Oriental.

Una muestra de la actividad de una sola casa editorial, Ciencias Sociales, resulta reveladora de esta evolución, reflejo del biorritmo ideológico y cultural característico del socialismo cubano. Examinemos sumariamente tres de sus etapas.

En los cinco años que transcurren entre 1967 y 1971, el patrón editorial predominante se caracteriza por los siguientes rasgos:

1. Amplio abanico de disciplinas, no solo historia, política y economía, sino sociología, antropología, relaciones internacionales, filosofía, teoría social y cultural, análisis político.

2. Espectro político e ideológico relativamente amplio. Abundaban los discursos de dirigentes de la Revolución y las obras de los clásicos marxistas, así como textos de la nueva izquierda latinoamericana, de miembros activos de redes tricontinentales como la OSPAAAL, incluyendo africanos, árabes, vietnamitas. Pero muchos títulos de tema político no eran de dirigentes o doctrinarios marxistas, sino de sociólogos y analistas políticos, pertenecientes a una variedad de enfoques.

3. En esos cinco años, solo la editorial Ciencias Sociales publicó autores marxistas y no marxistas, como los italianos Niccola Abagnano, Antonio Gramsci, Antonio Labriola, los norteamericanos Herbert Marcuse, John Kenneth Galbraith, Oscar Lewis, George Thomson, C.Wright Mills, Arthur Schlesinger, Paul Sweezy, los franceses Jean Paul Sartre, Auguste Cornu, Maurice Godelier, Gerard Walter, André Gorz, Georges Gurvitch, los húngaros George Lukacs y Bela Balassa, el polaco Isaac Deutscher, los belgas Ernest Mandel y Paul Bairoch, los británicos Edward Carr, Gordon Childe, Maurice Dobb, los alemanes Rosa Luxemburgo, Max Weber, Werner Jaeger, el austriaco Adolf Kozlik, los africanos Ben Barka, Ahmed Sekou Touré, Mustafá Lacheraf, el vietnamita Le Chau, el martiniqués Franz Fanon.

Con la entrada de los 70, la estructura de esa producción editorial se transformó de manera dramática.

1. La diversidad de disciplinas característica de los 60 se polarizó notablemente, y se concentró en un campo: la historia. De los 230 títulos publicados por la Editorial de Ciencias Sociales en 1972-76, 80 (es decir, el 35%) fueron sobre historia, la mayor parte de Cuba, en particular el período colonial y las dos primeras repúblicas, hasta los años 30. En todo el período, solo 14 títulos estuvieron dedicados a la sociología; y 5 a la antropología.

2. Aparte de los clásicos del marxismo y los discursos de dirigentes de la Revolución, los libros consagrados a la política contemporánea, a lo largo de todo ese quinquenio, no pasaron de 18. La teoría social contemporánea se redujo drásticamente. La mayoría de los títulos de filosofía no eran de pensadores actuales, sino obras clásicas: Kant, Hegel, Platón, Bacon, Campanella, Tomás Moro, Feuerbach, Rousseau, Aristóteles, Spinoza.

3. La diversidad de autores característica de los 60 se contrajo al denominador común de la Unión Soviética, con las obras filosóficas de Konstantinov, Afanasiev, Illin, Frolov; las de teoría económica de Fedorenko, Rumiantsev, Mayorov, Aksiohova; las de sociología de Zdravomislov y Andreieva. El puñado de textos sobre política pertenecían a Krupskaia, Turovtsev, Smernova, Brezhnev, Basmanov, Dimitrov. La lista de autores de “Occidente” (es decir, del resto del mundo no socialista) alcanzó apenas una decena: Philip Foner, Armand Mattelart, Ariel Dorfman, Felipe Pardiñas, Gunther Radezun, Celso Furtado, Harold Faulkner, James Frazer.

En el inicio del período 1972-76, la revista teórica emblemática de los 60, Pensamiento Crítico, desapareció. Pero el estrechamiento de criterios editoriales no duró un quinquenio. A diferencia de lo que pasaría en la producción y el mercado de la literatura, y sobre todo en el cine, la plástica y el teatro de fines de los 70 y los 80, en las ciencias sociales ese patrón del período 1972-76 se extendería a los tres quinquenios siguientes. Un achatamiento como este no se compara con el de ninguna otra esfera de la vida intelectual y cultural del país.

Sin embargo, en la década de los 80, el sector de la ciencia, la educación superior, la cultura, las relaciones exteriores, los diversos ministerios dedicados al campo económico (Economía, Trabajo, Comercio Exterior, etc.), los medios de difusión, el PCC, entre otros sectores, auspiciaron centros de investigación en el campo de las ciencias sociales. A pesar de la devastación del Período especial, muchas de estas instituciones resurgieron o se establecieron en la segunda mitad de los 90, hasta alcanzar hoy un número y una variedad muy superior a la que existiera en los 60.

Como parte de la propia crisis y de la reanimación del debate público hoy se vive en otro contexto de ideas muy diferente al de los quinquenios 70 y 80. El mundo de las instituciones académicas y de investigación, científicas, educativas y culturales se ha extendido y multiplicado, y el espacio público se ha enriquecido de manera insólita. En el registro nacional de publicaciones periódicas, a la altura de 2012-2013, estaban inscritas 153 revistas literarias y artísticas, y 172 de ciencias sociales, incluyendo impresas y digitales.

Sin embargo, la producción editorial de libros en este campo presenta datos desoladores. De los apenas 185 títulos publicados solo por la Editorial Nuevo Milenio en la esfera de las ciencias sociales en el quinquenio 2009-2013, 44% correspondían a historia. La mayoría de esos títulos que abordaban el período revolucionario eran apenas recopilaciones testimoniales. La ciencia política y la sociología, para no hablar de la teoría social y las corrientes filosóficas contemporáneas, estaban prácticamente ausentes. Apenas 17% (31 títulos) fueron de autores no cubanos, la mayoría de ellos caracterizados por su adhesión a la Revolución cubana.

Resulta difícil atribuirle a escasez de recursos, necesidad de priorizar otros renglones de la producción intelectual, falta de casas editoriales en el país, y mucho menos a criterios relacionados con la influencia ideológica soviética, la pobre disponibilidad de títulos de ciencias sociales representativos del pensamiento contemporáneo, y de la propia producción de los investigadores cubanos, en comparación con la multitudinaria presencia de otros géneros, como la poesía, o las masivas tiradas de libros de cocina.

El debate sobre los problemas centrales de la sociedad cubana actual no está constreñido hoy al radio de acción institucional de las ciencias sociales. Cuestiones como las de la discriminación racial y el prejuicio, la orientación sexual, las diferencias intergeneracionales, la crisis de valores morales e ideológicos, el flujo migratorio y sus motivaciones, las visiones acerca del modo de vida capitalista, la libertad de expresión, la sociedad civil y el pluralismo, y otros muchos igualmente complejos y sensibles están siendo tratados en diversos espacios, incluidos los de la literatura, el arte, el teatro, o el cine que se hacen y se consumen en Cuba. La labor de los investigadores de las ciencias sociales no informa como debiera este debate, ni se beneficia de él.

La falta de difusión de los resultados de la reflexión y la investigación en ciencias sociales afecta la conciencia social y la ideología, y lastra el desarrollo de una cultura socialista acorde con los nuevos tiempos.

Las ciencias sociales pueden tener, al igual que la cultura en general, un papel más activo y eficaz en el intercambio con el exterior. Rehuir ese debate porque se da en un entorno percibido a veces como desfavorable o adverso deja el terreno libre para los conceptos y enfoques contrarios. Si no somos capaces de ejercer nuestra propia crítica, de manera fundamentada y argumentada, ese espacio lo llenarán otros, muchas veces de manera extraña o distorsionada.

Los estudios culturales están convocados a profundizar en las raíces, el patrimonio, los valores de la tradición, la reinterpretación de nuestro pasado –pero sin limitarse a este ejercicio de recuperación histórica. Los cambios que afectan la cultura política real de la población; la desigualdad; los cambios en las relaciones sociales, la presencia de nuevas corrientes religiosas, los problemas reales de funcionamiento del sistema político, son centrales a la cultura cubana. El enorme impacto de la reinserción internacional del país, la avalancha de patrones culturales externos, y en general las transformaciones de la globalización sobre nuestra sociedad son demasiado importantes para ser la agenda exclusiva de una disciplina o institución.

Erradicar los vestigios de aldeanismo, y promover la actualización de nuestro debate interno con los problemas y desarrollo conceptuales del mundo contemporáneo, son una condición para lidiar con la avalancha ideológica de la globalización desde una posición que no sea meramente defensiva. Sin ese intercambio, confrontación y aprendizaje, no hay renovación posible.

Conceptos como derechos humanos, sociedad civil, pluralismo, democracia, transición, libertad de expresión deben ser reivindicados en términos teóricos y prácticas culturales concretas, no regalados al pensamiento conservador y antisocialista. Se trata de contribuir a reconstruir su sentido, no solo para la cultura cubana, sino para el pensamiento radical en el mundo contemporáneo.

El análisis, los argumentos y evidencias que aportan las ciencias sociales a la apropiación razonada de los valores culturales del socialismo —especialmente en las generaciones más jóvenes y educadas— no solo contienen un poder de convicción, sino que proporcionan enfoques y elementos de juicio imprescindibles para la recreación de una cultura socialista, a la altura del siglo XXI.

La escuela y los medios de comunicación no son más cultos porque integren los medios científico-técnicos, sino porque sean capaces de incorporar concepciones científicas y humanísticas más avanzadas, provocativas y novedosas. Es en esa cultura, y no meramente en la renovación tecnológica, donde radican los fundamentos del desarrollo social y cultural cubano.

(Por Rafael Hernández, director Revista Temas. En: http://temas.cult.cu/blog/201402/el-hombre-que-amaba-las-novelas-historicas-notas-editoriales-sobre-las-relaciones-entre-literatura-politica-y-ciencia-social/)

LAURA BOZZO o el desparpajo de lucrar con la pobreza

LAURA BOZZO o el desparpajo de lucrar con la pobreza

“En este programa siempre hay víctimas y victimarios, pero la víctima no puede ser una putita”: Laura Bozzo.

La orden que Laura Bozzo dicta a sus “investigadores” es contundente: ¡háganlas llorar! La participación de los panelistas durante el programa debe ser “convincente”, ni exagerada ni parca.

El programa funciona con una estructura ordenada. Primero, el equipo más cercano a la conductora peruana define el tema; después, manda a sus “investigadores” a colonias populares del Distrito Federal y zonas aledañas. Ellos viajan en una camioneta sin rotular y propiedad de la empresa Televisa.

En las colonias marginales se encuentran con los “buscapanelistas”, trabajadores del show que se dedican a encontrar casos trágicos. En las paupérrimas zonas de la Ciudad de México no son extrañas las historias de abuso y desesperanza, más bien son la regla. Siempre hay una mujer que sufrió violación o aborto, la que es golpeada por un esposo borracho o fue abusada por su padre. Los testimonios desoladores están listos para ser potenciados en la pantalla del “Canal de las Estrellas”.

“Estoy en México para ayudar, para sacar a mis mujeres adelante”: Laura Bozzo.

“Los investigadores” platican con los candidatos a participar en el show “Laura”, que se transmite todas las tardes por el canal estelar de Televisa. Les explican que hablarán de su vida real, pero con “algunas modificaciones”.

Por ejemplo, si el programa tratará de un fraude, los posibles participantes deben inventar que sufrieron la estafa y posteriormente, cuando la conductora les pregunte por su vida, ahí ya hablarán de su sufrimiento real. A la par, los “buscapanelistas” seleccionan a “los desgraciados”, hombres que ejecutan el papel ficticio del abusador. Invariablemente, estos casos son falsos, pues en la vida real no hay quien quiera exponer en público los probables delitos y vejaciones que habría cometido contra sus supuestas víctimas.

“Si esto es armado se van, porque en este programa la que pregunta soy yo”: Laura Bozzo.

“Uno tiene que pensar cómo hacerlo, cómo irlo armando” me explica una persona cercana al equipo de Laura Bozzo, quien me pide conservar su testimonio bajo el anonimato para evitar problemas con la peruana. “Si la persona se desenvuelve bien o llora, si su testimonio es creíble, Laura te felicita, si no te cree te despide al aire”, me describe.

“¿A usted la investigadora le ha hecho aprender un texto?”: Laura Bozzo.

Si el panelista se muestra frío, Laura Bozzo habla con “los investigadores” y les pide recordarle los hechos dolorosos de su pasado. Entonces, las víctimas lloran y ya están listas para salir al aire. Por cada participación la paga es de 700 pesos. Si el desempeño del panelista agradó a Laura, entonces les regala un extra, como algún electrodoméstico menor. No obstante, si el testimonio no fue creíble, entonces el dinero no llega e incluso sancionan al “investigador”.

“La voy a destrozar, maldita, perra, saquen a este monstruo de acá”: Laura Bozzo.

Los protagonistas del programa generalmente salen gustosos en la televisión, se emocionan ante la idea de ser proyectados en el canal de las Estrellas. Hay casos en los que, mediante la Fundación Televisa, Laura incluso les ofrece pagar alguna intervención quirúrgica si el testimonio lo amerita.

En el trato del día a día, Laura es déspota con sus empleados. Los ofende y denigra, incluso al aire. Lo mismo ha hecho con algunos panelistas, al grado tal de amenazar de muerte a una o tildar de “putita” a otra, lo que le valió un pronunciamiento del Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación para exigir que su programa sea retirado del aire.

“A mí me pueden decir cualquier cosa, cualquier cosa me pueden decir, hasta teibolera te lo acepto, hasta prostituta te lo acepto, pero descerebrada a mí no me va a decir nadie”: Laura Bozzo.

El programa de Laura Bozzo es uno de los más vistos en la televisión mexicana, con 10.7 unidades de raiting según el portal Raitings México. Esta conductora peruana, que fuera aliada del corrupto régimen de Alberto Fujimori, ha sido señalada en su país de fabricar montajes y lucrar con la pobreza.

Desde que en 2011 apareció en las pantallas de Televisa, después de romper con Televisión Azteca, ha encabezado incidentes en los que públicamente acorrala, humilla y ofende a sus panelistas, amén de lavarle la cara a la empresa de Azcárra Jean mediante las “buenas obras” que durante el show promete la Fundación Televisa.

¿Cómo trata Laura a los empleados del show? Le pregunto a la fuente cercana al equipo. Me responde sin ápice de duda: “Está loca, es casi esquizofrenia, te grita, te dice que eres una mierda, una basura, llama a los abogados de la empresa para levantarte actas. Hace llorar a la gente”.

(En: http://www.sinembargo.mx/opinion/29-09-2013/17816)

 

La prohijada Laura Bozzo y la derrota de Televisa

Laura jamás se tomó la tarea previa de sopesar objetivamente su escasa legitimidad contra la colosal legitimidad carismática y moral de la persona a la cual retaba: doña Carmen Aristegui

En los últimos dos artículos dije que Laura Bozzo cometió el terrible pecado de acomodarse a las exigencias lucrativas de sus patrones televisivos para poner en vías de hechos una campaña de rapiña televisiva sobre la desgracia y la muerte que devinieron con los meteoros Ingrid y Manuel. Eso nos queda claro a todos casi al grado de una evidencia que no necesita demostración, de tal forma que la misma Laura, si fuera un poco independiente en su voluntad, tendría que reconocer públicamente su propio pecado. Pero dijimos que los errores de Laura habían ido a más y mejor toda vez que luego trascendió a la temeridad de retar en público a una de las personas que la habían exhibido en su encomienda de rapiña; temeridad, porque Laura jamás se tomó la tarea previa de sopesar objetivamente su escasa legitimidad contra la colosal legitimidad carismática y moral de la persona a la cual retaba: doña Carmen Aristegui, la dama de la sensatez.

Dijimos que fue ese lance temerario de tentativa de venganza contra Carmen por parte de Laura - estimulado seguramente por los dueños de su voluntad, los dueños de Televisa - el que marcó su final desgracia, la de Laura. Cierto, dijimos que fue a partir de entonces que Laura dio cumplimiento cabal a la máxima confuciana de cavar su propia tumba antes de partir en la busca de la ansiada reivindicación con sabor a venganza. Pero fue que a partir de su funeral Laura nos dio muestra de una debilidad más en su personalidad: Poca inteligencia emocional, porque, estando ya tres metros bajo tierra, pasó a comportarse como una histérica Dorotea rulfiana: Gritaba y acusaba desde lo hondo de su sepultura, tal como si conversara con un Juanito Preciado que solo ella imagina...¡ Carajo !, alguien debería decirle a Laura Bozzo que, ya en la sepultura, nada puede repararse. En efecto, así como Dorotea no pudo borrar el pecado de haber servido de celestina y muleta erótica a Miguelito Páramo, el hijo del Diablo, Laura Bozzo tampoco puede borrar el pecado de haber servido de muleta de rapiña a sus patrones televisivos. La realidad, con sus funestas y pestilentes consecuencias, rebasó a todos los que estaban clavados por propia voluntad en ese negocio indigno.

Si los directivos de Televisa gozaran de un poco de prudencia entenderían que esta batalla la perdieron de manera desastrosa y mandarían callar a Laura Bozzo por completo y con deshonor; entenderían que, cuando se pierde una batalla, ya no hay caballos que valgan un reino y que lo prudente es retirar los cadáveres del campo de batalla porque, como ya bien sabemos, a los tres días apestan. Mas ese acto de prudencia no sucedió, al menos hasta hace unas horas, y las consecuencias ya las vemos: Las olas de repulsión en la opinión pública no cesan.

En efecto, fue el empeño de Laura Bozzo por hablar y vociferar desde su sepultura sin reconocer públicamente su pecado evidente, lo que ha ocasionado las renovadas olas de repulsión contra ella y Televisa, llegando incluso al extremo de solicitar la expulsión de Laura del país, con nutridas firmas de por medio, y hasta a las denuncias sobre el notable caudal de riqueza que la Dorotea televisiva, la hoy mujer de las tempestades, ha logrado amasar en su añosa e inmoral profesión.

Vale una pregunta: ¿Cuesta tanto una dispensa pública con deshonor, aunque sea tramoya?

Habrá muchos que consideren que exhibir el caudal de riqueza de Laura es un exceso indebido porque eso es producto de su trabajo y su empeño profesional. Hay verdad en esto porque debemos reconocer que ese caudal no es producto de su actuación en el asunto Ingrid y Manuel, sino del esfuerzo de toda una vida; esfuerzo que, por lo demás, y a saber, es legal. Que la naturaleza de sus profesión es de carácter inmoral, es otra cosa. Sin embargo, reconozcamos también que esta ola de crítica contra el caudal de riqueza de Laura es justa y útil. Justa, porque en esto la opinión púbica solo está pagando a Laura y a Televisa con la misma moneda que ellos mismos hicieron legal y corriente: El exceso. Útil, porque puede ayudar a muchos mexicanos ciegos a que por fin entiendan que esto que hace Laura no es altruismo, no es un acto gratuito en favor de la humanidad, sino un cruel y muy maldito negocio rentable para los que, usurpando y excediendo todo escrúpulo, están dispuestos a comprar las acciones de semejante negocio. Y vaya que sí es de mucha ayuda esta información que fluye porque, gracias a ella, muchos ya pueden mensurar el tamaño aproximado de este macabro e inmoral negocio: Departamento de lujo en Acapulco, vida social en Miami...y lo que se acumule.

Habrá también quienes vean la solicitud de expulsión del país contra Laura que ya corre entre decenas de miles de mexicanos como un exceso. Sin embargo, y pese a que sea un exceso, debe reconocerse que esto también posee las virtudes de la justicia y la utilidad. Justicia, por lo mismo que dije arriba: Se le paga a Televisa con la misma moneda que ella hace corriente y legal: El exceso. Utilidad, porque puede ser un segundo golpe devastador sobre uno de los más peligrosos depredadores de los mexicanos: Televisa.

Y que nadie se escandalice por esto que está sucediendo en las redes sociales. Antes bien, alégrese por ello porque la mofa, la befa crítica y acre del pueblo hacia las figuras notables es el mejor corrector de conductas desviadas respecto del marco de la razón moral vigente en una sociedad, como sucedió en este caso. Si en tiempos de la Grecia clásica Aristófanes se encargaba de la befa correctora sobre los notables, hoy ese papel lo desempeña un monstruo de millones de cabezas llamado: Redes sociales.

Así que si Laura Bozzo me dijera sobre todo esto: "Es injusto", yo solo podría decirle lo siguiente: "Es el juego que tú quisiste jugar. Además, no te afanes, solo estás siendo educada por el pueblo al que dices amar."

Es evidente para todos que el esfuerzo y el empeño profesional de Laura ha estado centrado en el lucro sobre la miseria económica y sus productos inmediatos: ignorancia, dignidad humana erosionada, histeria frenética por las necesidades apremiantes, ausencia de todo sentido de moral y decoro. No fue sino por esto que cayó como anillo al dedo a Televisa, donde los dueños poseen igual oficio. Sin embargo, y pese a nuestro sentimiento de náusea, debemos reconocer que este oficio de rapiña televisiva es legal. En efecto, en México a nadie se le constriñe la libertad de voluntad para que pueda deliberar en favor de sumarse a la decadencia moral de los programas de Laura Bozzo, ya como promotor, ya como participante, ya como espectador. Y desde luego que sería una locura de atentado contra la libertad humana el pretender constreñir esa libertad por mucho que el ejercicio de la misma ponga a muchos en el camino de la decadencia moral.

Y es esto lo que nos lleva a preguntarnos lo esencial de este asunto: ¿Cómo vienen a la existencia estos hechos inmorales como Laura Bozzo y sus programas y cómo puedo ayudar a evitarlos?

Cierto que Laura Bozzo y sus programas son un sujeto justo de deploración en lo moral. Pero la verdad de fondo en todo esto es que muchos mexicanos son culpables de la existencia de esto: Sus patrones, los de Laura, por promover esto con la vista puesta en la ganancia económica; ella, Laura, por acceder y sumarse a la promoción; sus clientes, los desgraciados y desgraciadas, por colaborar con nula o escasa dignidad humana a cambio de una enjuta talega de devaluados pesos; y muchos mexicanos por abonar interés en las inmoralidades de Laura en su condición de asiduos espectadores. Y créame que el motor de todo este mundo de miseria moral radica principalmente en los muchos mexicanos que abonan como espectadores, porque ellos son la demanda que siempre hace posible una oferta a partir de una junta de corsarios sin escrúpulos pero con el olfato de negocio suficiente como para encontrar una oportunidad de acrecer dinero en esto.

Desde esa perspectiva, nada se resolverá con correr a Laura Bozzo del país porque el vacío que ella deje será necesariamente ocupado por otros que estén igual o más dispuestos que ella a ejercer rapiña sobre la miseria económica y la desgracia. Y mientras eso sea legal, nada habrá que medie como obstáculo a que el vacío se llene de inmediato en cuanto Laura salga del aire. Nada se resolverá tampoco tratando de legislar a fin de que este tipo de cosas sean prohibidas bajo pena de ley, porque entonces no le damos oportunidad a la moral de las personas a que se temple por sí misma sin ayuda de la constricción externa. Legislar en estas cosas nos condenaría a convertir México en una suerte de gazmoña Hadleyburg de Twain, con toda su moral endeble.

La solución a un problema de moral, como es éste, solo puede venir desde la misma conciencia moral en un ámbito de libertades. Y el fin que debemos perseguir en esto es claro, si es que deseamos resolver el problema, si es que deseamos que dejen de existir las Laura Bozzo: Si los patrones de Laura Bozzo y ella misma no tienen escrúpulos en su empeño de usar de los seres humanos como medios para sus fines egoístas, como ya está demostrado, nosotros no debemos colaborar con esa perversión moral, ni como promotores, ni como clientes, ni como espectadores asiduos. Colaborar con estas parcelas del mal acrecido nos pone en la misma condición que los promotores de la rapiña: Usar a los seres humanos que han caído en miseria y desgracia como medios para nuestros fines, que en este caso es placer banal, egoísmo puro y del peor.

Muchos mexicanos, al demandar miseria moral bajo la envoltura de placer banal televisivo, han prohijado al mal moral que se encarna en Laura Bozzo y sus patrones televisivos. Y no estamos hablando de pecados menores, estamos hablando de que nuestra demanda genera espacios para que otras personas usen de los miserables y los desgraciados como simples medios de diversión y negocio. Créame que la única diferencia que media entre el viejo Circo romano y los programas como el de Laura Bozzo, es la muerte, porque la falta moral impera en ambos estadios. Si en el Circo era sangre de los miserables, de los esclavos, para gozo de la turbamulta y los patricios, en Televisa es el dolor y la decadencia moral de los miserables para el placer banal de los afortunados.

Así que la solución eficaz no es expulsar ni legislar, sino dejar de prohijar a gentes como Laura Bozzo y sus promotores en Televisa hasta dejarlos en completa orfandad. Y de cierto que, cuando sean abandonados, cuando muchos de esos mexicanos dejen de usar la caja de lo banal para ser espectadores de Laura Bozzo, ellos, los promotores de la rapiña, abandonarán el negocio indigno y empezarán a periclitar.

Ya los mexicanos despiertos y críticos le han dado un golpe letal a Televisa con este episodio de Laura Bozzo. Esto ha demostrado que sí se puede domesticar a ese monstruo depredador de los mexicanos al interés de la nación cuando hay una idea común que da adhesión a la gente y previsibilidad a la multitud en comunicación hasta dotarle de espíritu de cuerpo en torno a un fin común. Laura Bozzo y sus estulticias dieron en este ocasión la idea común para el movimiento de la multitud, y ésta rebasó al monstruo y a la clase política hasta hacerlos ver inútiles. Creo, pues, que todos esos mexicanos libres y despiertos pueden dar el siguiente golpe letal a Televisa: Dejar de prohijarla en su inmoralidad apagando la caja de lo banal siempre que no sea estrictamente necesario, ético y útil el tenerla encendida.

(En: http://www.sdpnoticias.com/columnas/2013/09/29/la-prohijada-laura-bozzo-y-la-derrota-de-televisa)

“En este programa siempre hay víctimas y victimarios, pero la víctima no puede ser una putita”: Laura Bozzo. La orden que Laura Bozzo dicta a sus “investigadores” es contundente: ¡háganlas llorar! La participación de los panelistas durante el programa debe ser “convincente”, ni exagerada ni parca. El programa funciona con una estructura ordenada. Primero, el equipo más cercano a la conductora peruana define el tema; después, manda a sus “investigadores” a colonias populares del Distrito Federal y zonas aledañas. Ellos viajan en una camioneta sin rotular y propiedad de la empresa Televisa. En las colonias marginales se encuentran con los “buscapanelistas”, trabajadores del show que se dedican a encontrar casos trágicos. En las paupérrimas zonas de la Ciudad de México no son extrañas las historias de abuso y desesperanza, más bien son la regla. Siempre hay una mujer que sufrió violación o aborto, la que es golpeada por un esposo borracho o fue abusada por su padre. Los testimonios desoladores están listos para ser potenciados en la pantalla del “Canal de las Estrellas”. “Estoy en México para ayudar, para sacar a mis mujeres adelante”: Laura Bozzo. “Los investigadores” platican con los candidatos a participar en el show “Laura”, que se transmite todas las tardes por el canal estelar de Televisa. Les explican que hablarán de su vida real, pero con “algunas modificaciones”. Por ejemplo, si el programa tratará de un fraude, los posibles participantes deben inventar que sufrieron la estafa y posteriormente, cuando la conductora les pregunte por su vida, ahí ya hablarán de su sufrimiento real. A la par, los “buscapanelistas” seleccionan a “los desgraciados”, hombres que ejecutan el papel ficticio del abusador. Invariablemente, estos casos son falsos, pues en la vida real no hay quien quiera exponer en público los probables delitos y vejaciones que habría cometido contra sus supuestas víctimas. “Si esto es armado se van, porque en este programa la que pregunta soy yo”: Laura Bozzo. “Uno tiene que pensar cómo hacerlo, cómo irlo armando” me explica una persona cercana al equipo de Laura Bozzo, quien me pide conservar su testimonio bajo el anonimato para evitar problemas con la peruana. “Si la persona se desenvuelve bien o llora, si su testimonio es creíble, Laura te felicita, si no te cree te despide al aire”, me describe. “¿A usted la investigadora le ha hecho aprender un texto?”: Laura Bozzo. Si el panelista se muestra frío, Laura Bozzo habla con “los investigadores” y les pide recordarle los hechos dolorosos de su pasado. Entonces, las víctimas lloran y ya están listas para salir al aire. Por cada participación la paga es de 700 pesos. Si el desempeño del panelista agradó a Laura, entonces les regala un extra, como algún electrodoméstico menor. No obstante, si el testimonio no fue creíble, entonces el dinero no llega e incluso sancionan al “investigador”. “La voy a destrozar, maldita, perra, saquen a este monstruo de acá”: Laura Bozzo. Los protagonistas del programa generalmente salen gustosos en la televisión, se emocionan ante la idea de ser proyectados en el canal de las Estrellas. Hay casos en los que, mediante la Fundación Televisa, Laura incluso les ofrece pagar alguna intervención quirúrgica si el testimonio lo amerita. En el trato del día a día, Laura es déspota con sus empleados. Los ofende y denigra, incluso al aire. Lo mismo ha hecho con algunos panelistas, al grado tal de amenazar de muerte a una o tildar de “putita” a otra, lo que le valió un pronunciamiento del Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación para exigir que su programa sea retirado del aire. “A mí me pueden decir cualquier cosa, cualquier cosa me pueden decir, hasta teibolera te lo acepto, hasta prostituta te lo acepto, pero descerebrada a mí no me va a decir nadie”: Laura Bozzo. El programa de Laura Bozzo es uno de los más vistos en la televisión mexicana, con 10.7 unidades de raiting según el portal Raitings México. Esta conductora peruana, que fuera aliada del corrupto régimen de Alberto Fujimori, ha sido señalada en su país de fabricar montajes y lucrar con la pobreza. Desde que en 2011 apareció en las pantallas de Televisa, después de romper con Televisión Azteca, ha encabezado incidentes en los que públicamente acorrala, humilla y ofende a sus panelistas, amén de lavarle la cara a la empresa de Azcárra Jean mediante las “buenas obras” que durante el show promete la Fundación Televisa. ¿Cómo trata Laura a los empleados del show? Le pregunto a la fuente cercana al equipo. Me responde sin ápice de duda: “Está loca, es casi esquizofrenia, te grita, te dice que eres una mierda, una basura, llama a los abogados de la empresa para levantarte actas. Hace llorar a la gente”.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/29-09-2013/17816. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
SinEmbargo OPINIÓN INICIO OPINIÓN MÉXICO MUNDO SEGURIDAD SOCIEDAD CIENCIA Y TEC FAMA DEPORTES A FONDO AGENCIA Laura Bozzo: ¡háganlas llorar! * Por: Juan Pablo Proal - septiembre 29 de 2013 - 0:00 LOS ESPECIALISTAS, Proal en Sinembargo - 7 comentarios “En este programa siempre hay víctimas y victimarios, pero la víctima no puede ser una putita”: Laura Bozzo. La orden que Laura Bozzo dicta a sus “investigadores” es contundente: ¡háganlas llorar! La participación de los panelistas durante el programa debe ser “convincente”, ni exagerada ni parca. El programa funciona con una estructura ordenada. Primero, el equipo más cercano a la conductora peruana define el tema; después, manda a sus “investigadores” a colonias populares del Distrito Federal y zonas aledañas. Ellos viajan en una camioneta sin rotular y propiedad de la empresa Televisa. En las colonias marginales se encuentran con los “buscapanelistas”, trabajadores del show que se dedican a encontrar casos trágicos. En las paupérrimas zonas de la Ciudad de México no son extrañas las historias de abuso y desesperanza, más bien son la regla. Siempre hay una mujer que sufrió violación o aborto, la que es golpeada por un esposo borracho o fue abusada por su padre. Los testimonios desoladores están listos para ser potenciados en la pantalla del “Canal de las Estrellas”. “Estoy en México para ayudar, para sacar a mis mujeres adelante”: Laura Bozzo. “Los investigadores” platican con los candidatos a participar en el show “Laura”, que se transmite todas las tardes por el canal estelar de Televisa. Les explican que hablarán de su vida real, pero con “algunas modificaciones”. Por ejemplo, si el programa tratará de un fraude, los posibles participantes deben inventar que sufrieron la estafa y posteriormente, cuando la conductora les pregunte por su vida, ahí ya hablarán de su sufrimiento real. A la par, los “buscapanelistas” seleccionan a “los desgraciados”, hombres que ejecutan el papel ficticio del abusador. Invariablemente, estos casos son falsos, pues en la vida real no hay quien quiera exponer en público los probables delitos y vejaciones que habría cometido contra sus supuestas víctimas. “Si esto es armado se van, porque en este programa la que pregunta soy yo”: Laura Bozzo. “Uno tiene que pensar cómo hacerlo, cómo irlo armando” me explica una persona cercana al equipo de Laura Bozzo, quien me pide conservar su testimonio bajo el anonimato para evitar problemas con la peruana. “Si la persona se desenvuelve bien o llora, si su testimonio es creíble, Laura te felicita, si no te cree te despide al aire”, me describe. “¿A usted la investigadora le ha hecho aprender un texto?”: Laura Bozzo. Si el panelista se muestra frío, Laura Bozzo habla con “los investigadores” y les pide recordarle los hechos dolorosos de su pasado. Entonces, las víctimas lloran y ya están listas para salir al aire. Por cada participación la paga es de 700 pesos. Si el desempeño del panelista agradó a Laura, entonces les regala un extra, como algún electrodoméstico menor. No obstante, si el testimonio no fue creíble, entonces el dinero no llega e incluso sancionan al “investigador”. “La voy a destrozar, maldita, perra, saquen a este monstruo de acá”: Laura Bozzo. Los protagonistas del programa generalmente salen gustosos en la televisión, se emocionan ante la idea de ser proyectados en el canal de las Estrellas. Hay casos en los que, mediante la Fundación Televisa, Laura incluso les ofrece pagar alguna intervención quirúrgica si el testimonio lo amerita. En el trato del día a día, Laura es déspota con sus empleados. Los ofende y denigra, incluso al aire. Lo mismo ha hecho con algunos panelistas, al grado tal de amenazar de muerte a una o tildar de “putita” a otra, lo que le valió un pronunciamiento del Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación para exigir que su programa sea retirado del aire. “A mí me pueden decir cualquier cosa, cualquier cosa me pueden decir, hasta teibolera te lo acepto, hasta prostituta te lo acepto, pero descerebrada a mí no me va a decir nadie”: Laura Bozzo. El programa de Laura Bozzo es uno de los más vistos en la televisión mexicana, con 10.7 unidades de raiting según el portal Raitings México. Esta conductora peruana, que fuera aliada del corrupto régimen de Alberto Fujimori, ha sido señalada en su país de fabricar montajes y lucrar con la pobreza. Desde que en 2011 apareció en las pantallas de Televisa, después de romper con Televisión Azteca, ha encabezado incidentes en los que públicamente acorrala, humilla y ofende a sus panelistas, amén de lavarle la cara a la empresa de Azcárra Jean mediante las “buenas obras” que durante el show promete la Fundación Televisa. ¿Cómo trata Laura a los empleados del show? Le pregunto a la fuente cercana al equipo. Me responde sin ápice de duda: “Está loca, es casi esquizofrenia, te grita, te dice que eres una mierda, una basura, llama a los abogados de la empresa para levantarte actas. Hace llorar a la gente”.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/29-09-2013/17816. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
SinEmbargo OPINIÓN INICIO OPINIÓN MÉXICO MUNDO SEGURIDAD SOCIEDAD CIENCIA Y TEC FAMA DEPORTES A FONDO AGENCIA Laura Bozzo: ¡háganlas llorar! * Por: Juan Pablo Proal - septiembre 29 de 2013 - 0:00 LOS ESPECIALISTAS, Proal en Sinembargo - 7 comentarios “En este programa siempre hay víctimas y victimarios, pero la víctima no puede ser una putita”: Laura Bozzo. La orden que Laura Bozzo dicta a sus “investigadores” es contundente: ¡háganlas llorar! La participación de los panelistas durante el programa debe ser “convincente”, ni exagerada ni parca. El programa funciona con una estructura ordenada. Primero, el equipo más cercano a la conductora peruana define el tema; después, manda a sus “investigadores” a colonias populares del Distrito Federal y zonas aledañas. Ellos viajan en una camioneta sin rotular y propiedad de la empresa Televisa. En las colonias marginales se encuentran con los “buscapanelistas”, trabajadores del show que se dedican a encontrar casos trágicos. En las paupérrimas zonas de la Ciudad de México no son extrañas las historias de abuso y desesperanza, más bien son la regla. Siempre hay una mujer que sufrió violación o aborto, la que es golpeada por un esposo borracho o fue abusada por su padre. Los testimonios desoladores están listos para ser potenciados en la pantalla del “Canal de las Estrellas”. “Estoy en México para ayudar, para sacar a mis mujeres adelante”: Laura Bozzo. “Los investigadores” platican con los candidatos a participar en el show “Laura”, que se transmite todas las tardes por el canal estelar de Televisa. Les explican que hablarán de su vida real, pero con “algunas modificaciones”. Por ejemplo, si el programa tratará de un fraude, los posibles participantes deben inventar que sufrieron la estafa y posteriormente, cuando la conductora les pregunte por su vida, ahí ya hablarán de su sufrimiento real. A la par, los “buscapanelistas” seleccionan a “los desgraciados”, hombres que ejecutan el papel ficticio del abusador. Invariablemente, estos casos son falsos, pues en la vida real no hay quien quiera exponer en público los probables delitos y vejaciones que habría cometido contra sus supuestas víctimas. “Si esto es armado se van, porque en este programa la que pregunta soy yo”: Laura Bozzo. “Uno tiene que pensar cómo hacerlo, cómo irlo armando” me explica una persona cercana al equipo de Laura Bozzo, quien me pide conservar su testimonio bajo el anonimato para evitar problemas con la peruana. “Si la persona se desenvuelve bien o llora, si su testimonio es creíble, Laura te felicita, si no te cree te despide al aire”, me describe. “¿A usted la investigadora le ha hecho aprender un texto?”: Laura Bozzo. Si el panelista se muestra frío, Laura Bozzo habla con “los investigadores” y les pide recordarle los hechos dolorosos de su pasado. Entonces, las víctimas lloran y ya están listas para salir al aire. Por cada participación la paga es de 700 pesos. Si el desempeño del panelista agradó a Laura, entonces les regala un extra, como algún electrodoméstico menor. No obstante, si el testimonio no fue creíble, entonces el dinero no llega e incluso sancionan al “investigador”. “La voy a destrozar, maldita, perra, saquen a este monstruo de acá”: Laura Bozzo. Los protagonistas del programa generalmente salen gustosos en la televisión, se emocionan ante la idea de ser proyectados en el canal de las Estrellas. Hay casos en los que, mediante la Fundación Televisa, Laura incluso les ofrece pagar alguna intervención quirúrgica si el testimonio lo amerita. En el trato del día a día, Laura es déspota con sus empleados. Los ofende y denigra, incluso al aire. Lo mismo ha hecho con algunos panelistas, al grado tal de amenazar de muerte a una o tildar de “putita” a otra, lo que le valió un pronunciamiento del Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación para exigir que su programa sea retirado del aire. “A mí me pueden decir cualquier cosa, cualquier cosa me pueden decir, hasta teibolera te lo acepto, hasta prostituta te lo acepto, pero descerebrada a mí no me va a decir nadie”: Laura Bozzo. El programa de Laura Bozzo es uno de los más vistos en la televisión mexicana, con 10.7 unidades de raiting según el portal Raitings México. Esta conductora peruana, que fuera aliada del corrupto régimen de Alberto Fujimori, ha sido señalada en su país de fabricar montajes y lucrar con la pobreza. Desde que en 2011 apareció en las pantallas de Televisa, después de romper con Televisión Azteca, ha encabezado incidentes en los que públicamente acorrala, humilla y ofende a sus panelistas, amén de lavarle la cara a la empresa de Azcárra Jean mediante las “buenas obras” que durante el show promete la Fundación Televisa. ¿Cómo trata Laura a los empleados del show? Le pregunto a la fuente cercana al equipo. Me responde sin ápice de duda: “Está loca, es casi esquizofrenia, te grita, te dice que eres una mierda, una basura, llama a los abogados de la empresa para levantarte actas. Hace llorar a la gente”.

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K'a'ajsaj, un paso a tiempo por preservar el idioma maya

K'a'ajsaj, un paso a tiempo por preservar el idioma maya

   Duele un mundo pobre en opciones para pueblos de sangre noble, cuyas hijas e hijos se ven forzados desde los primeros años de vida a aprender lenguas y costumbres ajenas a las suyas como garantía de sobrevivir en medio de una sociedad que los desprecia.

   Por eso vale el doble la salida de K’a’ajsa (Remenbranza), proyecto editorial en idioma maya de la estatal Universidad de Oriente (UNO, Yucatán, México), destinado a insuflar energías al orgullo de esa nación de orígenes ancestrales y difundir los valores de su cultura.

   “Sus páginas se proponen abrir caminos para allegarnos un espacio sencillo pero lleno de dignidad, un ámbito donde puedan confluir las voces del estudiante reflexivo, de los profesores que deseen desbordar su labor de horarios y resuelva interactuar con quienes escriben y leen maya, de los sabios dignatarios mayas y de todos aquellos con deseos de escribir y ser leídos”, definen sus artífices en el sitio web de esa casa de altos estudios http://www.uno.edu.mx/index.php?pag=2&id=60

   ¿Y qué mejor lugar que la UNO para enviar esta lección al mundo? Su fortaleza principal como institución pública de educación superior es el porcentaje elevado de estudiantes y profesores hablantes de ese idioma, así como estar bajo la dirección de Carlos Bojórquez-Urzaiz, reconocido defensor de ese pueblo y de los más entregados cultores de la herencia de José Martí en América Latina y el Caribe.

   “La historia de América, de los indios acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria”, nos legó el apóstol cubano y sobre esa base surge una obra común como K’a’ajsa.

   Esa frase, aprendida desde los primeros años escolares, aún nos convoca y es la razón esencial por la cual ponemos nuestro granito de arena en el afán de arrojar luz sobre la existencia de un proyecto como ese, que fortalecerá la autoestima de un pueblo merecedor del respeto universal.

   La pérdida de múltiples idiomas autóctonos latinoamericanos es una de las peores secuelas del proceso de conquista y colonización desatado desde el siglo XVI y su incidencia se vio reforzada con la expansión del modelo neoliberal desde finales de la centuria pasada.

   Concordamos con quienes insisten en que la reconstrucción de la identidad latinoamericana debe contemplar la mirada ineludible a todo lo asociado a los primeros pobladores del continente y en particular, a sus trayectorias idiomáticas.

   Pese a los impactos socioculturales registrados, la diversidad lingüística de estos pueblos representa una sinfonía maravillosa, como expresara el historiador mexicano Miguel León-Portilla, para el cual esos idiomas constituye el “inventario de las culturas” y el “parto” de un pensamiento diferente, de una visión del mundo digna de preservar.

   Guiado por ideas como esas, el gobierno venezolano desplegó hace un lustro un programa por la subsistencia de los idiomas ancestrales de 40 pueblos indígenas en ese territorio, aprovechando las facilidades creadas con la puesta en órbita del primer satélite en ese país sureño.

   Pero la suerte cambia para otros en el área por la desatención estatal al tema: de las 60 lenguas nativas que existían en México, sólo 20 están vivas y activas, y otras 20 en peligro de extinción, según la oficina de Educación Intercultural y Bilingüe de la Secretaría de Educación Pública.

   Mientras, nueve casi están al desaparecer en Costa Rica, según la edición del 2009 del Atlas de las Lenguas en Peligro, de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

   De acuerdo con esa fuente, son dos mil 500 las lenguas autóctonas en riesgo de desaparición en todo el mundo, 714 de ellas en Centroamérica. La lista la engrosan cinco panameñas y los 23 idiomas de Guatemala -21 mayas, el xinca y el garífuna-, entre otras.

   Especialistas coinciden en que no hay país de América Latina y el Caribe donde no haya idiomas indígenas amenazados y de los casi perdidos destacan el puelche, tehuelche y vilela (Argentina); bauré, itonama, leco, pacahuara, reyesano y uru (Bolivia) y la kawésqar y la yagán (Chile).

   En Brasil el registro incluye una treintena, en tanto en Colombia podrían perderse el cabiyarí, tariano, tinigua, totoro, y tunebo; y en Ecuador el záparo, como ocurrió con el pipil en El Salvador.

   Perú posee el mayor riesgo en ese orden si se consideran las casi 50 lenguas amenazas de desaparecer, al mismo tiempo que las autoridades nicaragüenses ven con preocupación la progresiva extinción del idioma de los indígenas rama o ramakí.

   La Unesco asegura que de los seis mil idiomas existentes en el orbe, más de 200 murieron en las tres últimas generaciones, 538 están en situación crítica, 502 seriamente en peligro, 632 en peligro y 607 en situación vulnerable. Entre los perdidos cita el manés de la Isla Man, fuera de escena con la muerte de Ned Maddrell (1974); el aasax de Tanzania (1976); el ubyh de Turquía (1992) y el eyak de Alaska (2008).

   Otros199 idiomas cuentan con menos de 10 locutores y 178 más tienen un número de hablantes comprendido entre 10 y 50.

   La extinción de una lengua conduce a la desaparición de varias formas de patrimonio cultural inmaterial y, en particular, del legado invaluable de las tradiciones y expresiones orales de la comunidad que la habla, de allí la necesidad de recurrir a todas las alternativas posibles con tal de preservarlas y en ese sentido la UNO da una lección que ojalá sirva de inspiración a otros en esta zona.

   “¿En qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos de sangrientos de un centenar de apóstoles?”, señaló el cubano universal, en oposición a quienes en su época miraban al Norte.

   Como entonces, en nuestro tiempo se impone el cambio de espíritu, más que de formas,  y K’a’ajsa es la prueba de que algunos en estas tierras encontraron el mejor modo de hacerlo.

Último Jueves de Temas: Navegar con cabeza propia

Último Jueves de Temas: Navegar con cabeza propia

De Tania Chappi Docurro

El más reciente Último Jueves semejó un debate en cualquier, o al menos en la mayoría, parlamento del mundo: enseguida se perfilaron varias tendencias. A una u otra se suscribieron, y defendieron con pasión, Milena Recio, profesora de periodismo digital en la Facultad de Comunicación de la UH; Rosa Miriam Elizalde, editora de Cubadebate; Francisco Rodríguez, periodista, autor del blog Paquito el de Cuba; Juan Fernández, asesor en el Ministerio de Comunicaciones y profesor adjunto en la UCI; Iroel Sánchez, coordinador de EcuRed y editor del blog La pupila insomne. Como moderador intervino Rafael Hernández, director de la revista Temas.

“Cultura, movimientos y redes sociales en Internet” fue el asunto que desató la porfía. Para Milena Recio no cabe la menor duda acerca de que la llamada red de redes no es un mero canal de comunicación ni un universo paralelo, sino un espacio de socialización donde se comparten experiencias. “Cualquier desarrollo comunicacional, de gestión económica, educativa, cultural, científica, que ocurre hoy en Internet, para y con ella, se produce en un continuo desde nuestro mundo físico”. El vínculo, según la especialista, refleja los modos de relación existentes en el mundo real y es de doble vía: desde y hacia la red.

“Internet acompaña la emergencia de una cultura contemporánea atravesada por la impronta de las tecnologías de la informática y las comunicaciones (TIC). Posee alrededor de 2 400 millones de usuarios distribuidos en todo el mundo, un tercio de la población mundial. Incluso para quienes no acceden a la web, o no tienen contacto directo con esta tecnología, ella es un referente. En la actualidad, y tomo en cuenta también el contexto específico de Cuba, la desconexión absoluta no existe; de una u otra manera el hecho de la conectividad y los flujos de información digitales transforma nuestras circunstancias. Internet modela, modifica, conforma las maneras en que somos, incluso a nivel individual”.

Rosa Miriam Elizalde sostuvo el mismo enfoque: “Debo recordar que Internet no es la única plataforma digital de socialización existente. Lo son también el teléfono, la memoria flash, la cámara fotográfica. Uno de los graves problemas metodológicos al acercarnos a este mundo es imaginar a Internet como si fuera radio, televisión y prensa escrita todo junto en un mismo medio. Por el contrario, se trata de una herramienta absolutamente nueva en la sociedad humana, que tiene a la vez la capacidad de ser una manera en que se organiza esa sociedad, una forma organizacional. A partir de ella la vida no es la misma, a la realidad cotidiana se le ha agregado otro escenario, el del mundo virtual, y eso es importante comprenderlo, sobre todo si queremos entendernos con los jóvenes, cinco millones de cubanos nacidos después de 1980, que han vivido en la franja de lo que los teóricos llaman ‘nativos digitales’, en estrecha relación con la ‘ecología digital’; ha habido un cambio generacional no convencional, una relevante transformación evolutiva.

“La web, el blog, Facebook, Twitter, son extensiones simbólicas de instituciones que existen en la realidad. La web es la biblioteca más el estanquillo de la esquina, Facebook es la discoteca o el parque donde los jóvenes se relacionan, un blog es un diario personal y Twitter es ‘radio bemba’, el rumor. Insisto, cada una de estas plataformas es diferente, pero en Cuba, y eso resulta una limitación seria, se ha querido legislar con los mismos parámetros para todas ellas y los medios de comunicación convencionales”.

Durante tres años Francisco Rodríguez ha mantenido activa su bitácora. Nació, confiesa, “de una necesidad de comunicación, ampliar horizontes, relacionarme con otras personas. Y, además, escribir cosas que por su carácter personal no podía publicar en los lugares donde trabajo”. Desde entonces transformaciones sustanciales han acaecido en su cotidianidad, en cuanto a horarios, ritmos, prioridades, nexos humanos.

“Emprendí una serie de acciones en defensa de los derechos por la libre orientación sexual y la identidad de género. Me fui asociando a personas que abogan por acabar con discriminaciones y prejuicios. De pronto me vi convertido en un activista. Internet nos permite extender el campo de lo que podemos hacer, organizarnos para determinados propósitos que no siempre es fácil llevar adelante por las vías tradicionales”.

Desde la primera frase, sin rodeo alguno, Juan Fernández rebatió lo que considera un determinismo tecnológico, muy extendido en el pensamiento intelectual contemporáneo. “Estoy en total desacuerdo con los panelistas que me precedieron; con esa manera mística de referirse a Internet, como si tuviera un impacto extraordinario en la sociedad contemporánea y fuera determinante en el devenir histórico y en las relaciones sociales.

“No estoy en contra de Internet, llevo años trabajando en función de ella, en Cuba y en Naciones Unidas. Tiene muchas aplicaciones, decisivas sobre todo en el campo económico, pero es solo una tecnología, aunque magnífica. No es autónoma ni neutral, refleja los valores e intereses de los países que la desarrollaron y controlan. Permite intercambiar opiniones, hacer política, sociabilizar; sin embargo, ¿esto representa de verdad a los movimientos sociales? Depende. Por ejemplo, recientemente pusieron por la televisión un documental muy interesante sobre campesinos hondureños que luchan contra los terratenientes, pueden utilizar Internet en algún momento para divulgar sus demandas, mas yo dudo que se dediquen a participar en redes sociales, a mandar emails, cuando los están moliendo a palos”, declaró.

Con énfasis, en línea similar, Iroel Sánchez argumentó: “Las redes sociales se basan en la teoría de los grafos, con nodos y aristas. Ahí también hay escalas, no todos los nodos pesan lo mismo. Dichas redes no cambian jerarquías por estar en Internet. Cuando uno mira los primeros lugares en buscadores como Google y redes sociales como Facebook, los ve ocupados por los grandes medios. Para estar en esos niveles hace falta tecnología, dinero y publicidad; todo eso lo controlan las mismas personas: los anunciantes y accionistas de los medios.

“Un filósofo español habla sobre la era del ciberfetichismo. Él dice que la parte más importante de la expresión sociedad de la información es sociedad. Para él, lo que pasó en Egipto no se produjo porque 21% de los egipcios goza de acceso a Internet, sino porque detrás del movimiento hubo sindicatos y otras organizaciones. Algo distinto pasa con Occupy, incapaz de sostenerse en el tiempo. En Chile, Camila Vallejo tiene cuatrocientos mil seguidores en Twitter pero la respalda una Federación de estudiantes con una organización, asambleas y capacidad de movilización real para llenar las calles. No quiere decir que las nuevas tecnologías no sean útiles; en Venezuela se ha potenciado que las bases que apoyan el proceso bolivariano usen las redes, se ha invertido en tecnologías que posibiliten el acceso de los sectores más humildes, tanto para el conocimiento como en la lucha política, así se ha facilitado, por ejemplo, que los seguidores de Chávez sin acceso a Internet en el móvil puedan seguir su cuenta en Twitter a través de SMS”.

Una de cal y más de arena

Igual que ocurre en la mayor parte de los vehementes duelos parlamentarios, los implicados se empeñaron en recalcar una y otra vez sus posturas. “Ciberfetichista y practicante de la palabra profética sobre Internet” se autorreconoció con cierta ironía Milena Recio. “Pensemos qué le pasaría a la economía global si las redes, no solo Internet, desaparecieran por un acto de magia: se produciría un cataclismo. No disiento completamente de lo dicho por Juan e Iroel, pues compartimos muchas de las ideas, pero hay matices. Por supuesto, se mantienen jerarquías físicas y no físicas en el mundo de hoy; sin embargo, es posible visibilizar espacios, rostros, voces que antes no se veían. La Primavera árabe no se hizo solo desde la tecnología, pero no hubiera ocurrido sin los teléfonos digitales”.

Al respecto, la apoyó Rosa Miriam Elizalde: “Procesos como ese no se originan en tan corto ciclo histórico sin unos instrumentos que permitan tal asociación. Para movilizar a un millón de personas contra la guerra en Viet Nam, en los Estados Unidos se necesitaron tres años; para reunir un millón de personas en 2003 contra la guerra en Iraq, se necesitaron tres meses; para congregar un millón de personas en Túnez, apenas unas horas.

“Esto se enlaza con otro concepto: no es lo mismo brecha digital que brecha económica; una persona puede pertenecer a estratos marginados del poder económico y, sin embargo tener un teléfono móvil. Eso no significa que el mundo sea menos desigual, pero se crean redes, relaciones entre grupos, poderosas interconexiones, a partir de estos nuevos artefactos”.

Juan Fernández e Iroel Sánchez reiteraron que lo importante no es la tecnología, sino cuáles relaciones se establecen con ella y en qué sociedad se utiliza. Sobre otras facilidades ofrecidas por la red de redes, el primero comentó: “Más volúmenes de información no equivalen a mayor desarrollo cultural. De acuerdo con numerosos especialistas, aunque en Internet hallamos cosas interesantísimas, el que en ella cualquier persona ponga a circular sus ideas conspira contra el nivel cualitativo de lo que se publica”. El otro disertante arguyó que aun cuando nada queda hoy sin publicarse por falta de espacio, como ha explicado Julian Assange lo importante es “el sabor de la sopa” y añadió que las informaciones alternativas son ahogadas por el mainstream. Asimismo trajo a colación una polémica, muy actual, acerca del uso de Internet en la educación primaria y secundaria. “Académicos como Langdon Winner hablan de ‘saturación digital’ y se preguntan si la web debe ser empleada solo por los profesores en la preparación de sus clases, si los alumnos pierden el tiempo haciendo cualquier cosa en lugar de aprender. Los empleados de Google y Microsoft en Silicon Valley eligen mandar a sus hijos a escuelas donde no se utiliza Internet ni computadoras. Creo que estas tecnologías plantean desafíos culturales completamente nuevos”.

A Francisco Rodríguez tales reservas sobre Internet le recuerdan, “pensando en las condiciones de Cuba, los consejos de los médicos acerca de que la carne de res hace daño, justo cuando no hay carne. Más información no implica necesariamente más conocimiento, pero se empieza a vivir de otra manera. Yo creo que sí ocurren modificaciones culturales, se dan al menos en tres niveles: en el individual, en el de los grupos sociales y en el de la relación con el poder. Este último puede asumir diversas posiciones básicas ante el cambio: oposición frontal (mecanismos de control y coacción), utilizar para sus fines las nuevas posibilidades, como hace el poder hegemónico capitalista al llenar de banalidad esos espacios digitales; o abrirlos a la sociedad para construir un paradigma más participativo del que tenemos hoy”.

Cuba en la mira

Las intervenciones por parte de la concurrencia acerca de la relevancia y el mayor o menor impacto de las TIC, en especial Internet, evidenciaron que el centro de las preocupaciones apunta hacia la situación en la Isla. ¿Más allá de las limitaciones tecnológicas existentes, Cuba saca todo el provecho que pudiera de Internet? ¿Por qué no se ha creado aquí una ley que la regule? ¿A qué se debe que las redes sociales son vistas por muchas instituciones como un espacio de diversión y no como oportunidad de promover visibilidad política o mercados para las empresas nacionales? ¿Cuál es el impacto concreto de estas tecnologías sobre las diversas capas y grupos etáreos de la sociedad? ¿Cómo se pretende preparar a los cubanos en el uso de Internet si apenas 15% accede a ella y no se ofrece la oportunidad tangible de tenerla?

A estas preguntas se sumó la última de Rafael Hernández: ¿Cómo debieran encauzarse las políticas culturales y el desarrollo en relación con Internet, en el empeño de lograr un modelo socialista más pleno?

Pocos paneles de Último Jueves se han esforzado tanto como este en responder de manera puntual y amplia a las múltiples interrogantes generadas desde el auditorio, particularmente, en torno a un grupo de puntos neurálgicos que se reiteraban.

Un inaplazable proceso de alfabetización, similar en relevancia y alcances al que tuvo lugar en Cuba en 1961, propuso Milena Recio. Aunque urge, es imprescindible, “convertir a nuestra Isla en un país –recalcó el siguiente término– conectado”, la nueva campaña no puede esperar a que se instale el equipamiento capaz de garantizar la conectividad sin restricciones. Debe comenzar ya y contribuir a “aproximarnos a un enfoque nuestro, con sentido socialista, para apropiarnos de la tecnología del modo que nos sirva a nosotros, no del que se nos imponga. ¿Estamos preparados para ello? En muchos sentidos sí, no olvidemos que en la Isla la escolaridad promedio es de doce grados. Lanzo, como una provocación, el concepto de infoutopía. Renovar la utopía revolucionaria de la sociedad cubana pasa por asumir el concepto de información y los valores que esta aporta, como un horizonte hacia el cual debemos movernos, con sentido creativo y de justicia social”, concluyó.

“Alguien preguntaba si los escenarios digitales permiten socializar el conocimiento –intervino Rosa Miriam Elizalde–. Digo que sí, y también se sociabiliza la ignorancia. Aquí tiene importancia definitiva la educación recibida. En lo referido a la apropiación cultural de las nuevas tecnologías, las circunstancias de Cuba son excepcionales, porque dicha apropiación empezó mucho antes de desarrollarse la infraestructura. El acceso a estos instrumentos no solo ocurre en entornos urbanos, en las zonas rurales también hay escuelas con computadoras.

“Los cubanos que se encuentra en la franja de los nativos digitales han tenido acceso desde su educación elemental a los recursos informáticos y no hay grandes diferencias entre regiones geográficas y grupos sociales”, sostuvo la especialista. Y manteniendo una visión entusiasta, agregó: “Se ha producido una adaptación evolutiva en el uso de las plataformas digitales. Ante las limitaciones del acceso a la web, los muchachos se pasan todo tipo de información por celulares y memorias flash, juegan en redes locales adaptadas con los sistemas inalámbricos de las computadoras o chatean aprovechando el Bluetooth de sus celulares. Están floreciendo también gracias a mecanismos de mercado con regulaciones propias, que parecen dirimirse en un vacío ideológico e institucional”.

En veloz sucesión, también Francisco Rodríguez comentó algunos criterios del público: “Se mencionaba que la información en Internet puede ser frívola o profunda, tener errores y objetivos no positivos. Es verdad, no obstante pienso que la inteligencia colectiva es capaz, cuando se abren los espacios, de detectar eso y autorregularse, es una experiencia adquirida a partir de mi propia bitácora”, aseguró.

“Mientras más nos retrasemos en la conexión plena más comprometido tendremos nuestro desarrollo futuro. Podemos utilizarla en función de una sociedad participativa. En ese caso hay que entender que la vida cambió, no se puede controlar la información. Es necesario enseñar, no restringir. Las instancias de dirección deben avanzar en la comprensión de este tema. Por ejemplo, resulta inconcebible que haya instituciones cubanas cuyos funcionarios no poseen siquiera un correo electrónico internacional; profesionales que habitualmente y por su trabajo necesitan sostener relaciones con el mundo. Determinadas políticas, surgidas con la buena intención de proteger nuestra soberanía, en estos momentos son erróneas”.

Sobre la incidencia de limitaciones financieras, Juan Fernández expuso: “Para un país como Cuba, que no es dueño de las redes troncales de Internet, el acceso a ella representa una importación, y no estoy hablando solo de las inversiones internas en infraestructura necesaria para que puedan llegar y ofrecer servicio los cables. No obstante es importante desplegar las TIC en la Isla y convertirlas en algo provechoso para la economía y la sociedad. Por desgracia no lo hemos logrado; todavía no reportan un efecto positivo a la economía porque primero hay que ordenar en Cuba el proceso económico, hacerlo eficiente, y luego informatizarlo. Cuando se informatiza la ineficiencia se multiplica la ineficiencia”.

Sin olvidar nunca que la falta de recursos monetarios y las penalizaciones impuestas a la Isla desde el exterior atentan contra sus proyectos de desarrollo, la nación cuenta con grandes potencialidades, opina Iroel Sánchez: “Infomed, con 16 megabits por segundo, posee la misma capacidad que pudiera tener un cibercafé en los Estados Unidos, sin embargo son los 16 Mbps más productivos del mundo si se toma en cuenta que de ellos se sirven más de cien mil trabajadores cubanos de la salud y que los cuarenta mil de ellos que hoy aportan los mayores ingresos al país desde el exterior por exportación de servicios no podrían hacerlo con la calidad que lo hace sin haber recibido un servicio de información como ese.

“Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, Cuba es la tercera nación en el mundo en cuanto a habilidades para las TIC. Como ha sucedido con Infomed y también con EcuRed, que recibe más de cien mil visitas diarias, tenemos que aprovechar nuestro gran potencial humano. Sabemos que todo ello implica inversiones –en beneficio del desarrollo económico y social–, pero incluso nuestras organizaciones sociales y de masas, usando mejor las redes y posibilidades informáticas, pudieran trabajar de manera más eficiente, estrechar relaciones con sus representados desde abajo, en función de la sociedad que queremos construir”.

Así concluyó el debate. Lloviznaba cuando abandonamos la sala Fresa y Chocolate. Aun así algunos permanecieron en la acera, intercambiando opiniones. Al parecer, Milena Recio llevaba razón al sugerir que se retomara el tema en próximos Último Jueves, pues como diría un sastre, todavía queda mucha tela por donde cortar.

Poder mediático, deshumanización y periodismo

Poder mediático, deshumanización y periodismo

“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos…Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”, afirmaba el periodista e historiador, Ryszard Kapuscinski.

   Esa opinión, plena de humanismo, casi quedó fuera del juego en un mundo donde priman aplastantes consorcios mediáticos y formadores de opinión empeñados en legitimarse, sin otra preocupación que abarrotar bolsillos y ego-tecas.

   “Tenemos un sistema que es amnésico, que solo vive con la rapidez, y que además es puramente coral. Usted verá las mismas imágenes, los mismos análisis. Entonces, para qué sirven esa cantidad de medios, si en realidad, es la misma canción”, graficó el director de la revista mensual Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonét.

   Las transnacionales mediáticas y sus repetidoras nacionales hacen lo indecible por legitimar el supuesto valor del tener por encima del ser, lejos de contribuir a esclarecer, a reafirmar identidades o a aunar esfuerzos a favor del bien común.

   Idiotizar parece ser la meta final de estos aparatos ideológicos de la globalización de matriz neoliberal, como los calificó Ramonet.

   Parajes turbios del entramado social, escenas grotescas y plenas de morbo, obran como reservorio de donde los vasallos de los magnates de la comunicación sacan la materia prima para hilvanar historias con las cuales atraer al gran público.

   Telenovelas, reality show, talking show, y tablazos de todo tipo, por sólo citar algunos, son una invitación directa a enajenarse de las causas que impulsan los problemas apremiantes de la comunidad y a disfrutar sin recato del dolor ajeno.

   “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, delimitó Kapuscinski.

   Desde entonces, el concepto de hecho noticioso se distorsionó y ganó terreno la reproducción de discursos que expropian la posibilidad de la palabra a los condenados en la escala de valores sacralizada por el poder mediático.

   Rasgo distintivo de esta época es el endurecimiento del discurso de la exclusión, con la creación de héroes y antihéroes, la criminalización de lugares y personas, y la violación del derecho a la privacidad.

   La impunidad prima en la actuación de estos difundidores de verdades únicas, cuyos agentes pagados persiguen la posible noticia, sin revelar las condiciones estructurales que explican, más allá del hecho, el drama de los actores sociales involucrados.

   Los más afectados en este maremoto de informaciones y mensajes publicitarios, que circulan junto a los eslóganes de la democracia y de la libertad de expresión, son los pobres y entre ellos, de manera particular, las mujeres, indígenas, jóvenes, y negros.

   La estrategia ahora no es ocultarlos, sino reforzar su presunta condición de víctimas de un sistema que los redujo a estereotipos o simples representaciones de ignorante, maloliente, violento o productor de violencia, asociado a los diversos eslabones de la cadena delictiva.

   Tal imaginario actúa como resorte del miedo, con lo cual posibilita justificar políticas represivas y la opresión.

   Los medios de comunicación globalizados son la expresión más visible de una estructura de desigualdad que muestra sin recato el rostro más feo de la discriminación por razones de sexo, orientación sexual, edad, raza, credo político, o religioso.

   Como si no bastase, estos acuñaron hace mucho el modo en que las personas deben vestir, mantener sus cuerpos, el cabello, oler y hasta andar, a despecho de la heterogeneidad impuesta por la Madre Naturaleza.

   Salirse de la regla implica una condena directa al patíbulo de los cuestionamientos y hasta al rechazo. Por ende, a pagar el doble para avanzar hacia las metas personales.

   La mercantilización de los medios está a la orden. Todo cuanto puede hacerse por ganar, es poco, en desmedro de la cacareada objetividad o de análisis más reposados de lo que acontece para incentivar el pensamiento a la búsqueda de soluciones a los problemas de la comunidad.

-CRISIS DEL PERIODISMO

   A juicio de los especialistas, el periodismo está en crisis y muchos periodistas adolecen de una falta de identidad terrible, en gran medida debido a la crisis económica producida por la pérdida de credibilidad que enfrentan los medios concentrados.

   Mantener el lugar alcanzado en la nómina de una empresa de renombre o al menos, bien pagada, obliga de forma constante a hacer concesiones y poco importa lo que pueda impactar el resultado final del trabajo, para bien de la sociedad, si arranca el aplauso de los contratistas.

   El imaginario que condenada a muchos y enaltece a unos pocos, triunfadores de bolsillos llenos y presencia ceñida al parámetro hollywoodense, es afianzado con la complicidad de los medios y aquellos que venden su intelecto al mejor postor.

   Estos promueven lecturas únicas, despojadas de historicidad, donde los villanos y sus víctimas pueden diferenciarse sin gran esfuerzo, ante determinadas situaciones, e incitan a amar con la misma crudeza que mueven al odio, incluso contra quienes ayer trataban como amigos.

   La inmediatez es enarbolada muchas veces como paliativo de la rigidez en las reflexiones y de evaluaciones simplistas de hechos que, divorciados de otros que contribuyeron a desencadenarlos, poco responden a la necesidad de crear espacios de intelección más profundos.

   La batalla por democratizar la información suele entenderse como la lucha por romper con el oligopolio mediático, aunque cada vez son más los que abogan porque esta comprenda la búsqueda de alternativas reales a esa visión sesgada de la realidad.

   El malestar con los medios genera frustraciones, miedos, soledades, seres de cartón, atraídos por el consumo irrefrenable, sin parar mientes en la magnitud de sus recursos monetarios para hacer frente a la avalancha de cosas que los tientan en el mercado.

   Estos entes irreflexivos, egocéntricos, apáticos con respecto a cuestiones medulares que atañen a sus congéneres, tienen un único sueño: entrar en la lista de los más ajustados al metamorfoseado concepto de modernidad vigente y convertirse en fetiche del resto, en modelo de turno.

   Mientras esta masa crece, atraída por los cantos de sirena de los edulcorados programas donde reverencian a un bailador de stripper devenido estrella de cine o donde un cantante bajo la ducha gana miles de dólares en un concurso para aficionados, otra buena parte cuestiona.

   La incredulidad está en juego, pero sobrevive, a pesar de las series plagadas de mujeres de belleza artificial, maquilladas y peinadas hasta para dormir, luciendo atuendos fastuosos durante el día, en casas que parecen salas de exhibición de opciones decorativas y jamás, hogares.

   Los inconformes polemizan ante tanta sangre y lágrimas bañando la pantalla, tanta publicidad insustancial, tanto sexo signado por lo animal sin dosis de espiritualidad, y tanto fetiche inalcanzable para seres de carne y hueso, de mundos diversos, desde todos los ángulos.

   Para algunos resulta incuestionable el derecho a hacerle el juego a esta estrategia de domesticación, más cabe escuchar a quienes alertan del gusto creciente por lo banal debido a la incidencia de las corporaciones mediáticas, garantes del debatible “entretenimiento”.

   Esta industria razonada para crear adicción, creó códigos y signos que ejercen una suerte de imperio y restan al gusto individual la libertad para elegir.

   La inocencia está descartada. Lo que llaman “guerra mediática” no es capricho de políticos trasnochados o de intelectuales bohemios empeñados en inventar novedades.

   Los adictos a ciertos programas televisivos, publicaciones, o webs de dudosa reputación, sobrepasan la media en cualquier parte.

   Quizás, sin darse cuenta de que son víctimas de lo que por cultura llega bajo el manto de la amplitud de horizontes regalada por los canales de la comunicación contemporáneos.

   En este amanecer de siglo, en el cual el pensamiento personal y el social surgen y dependen cada vez más del funcionamiento de los medios, múltiples mensajes transmitidos por estos violan los derechos humanos.

   Aunque las alternativas mediáticas afloran, en los últimos decenios los reproductores de la lógica neoliberal afianzaron posiciones en todo el orbe y naturalizaron un orden social que legitima la validez del mercado en detrimento de los seres humanos.

   Mecanismos sutiles mal disfrazan la matriz patriarcal de la mirada única extendida: adultos poseedores de razón y jóvenes descarriados, mujer sujeto de goce para el macho, masculinidad sinónimo de fuerza y virilidad, jamás de delicadeza; pobres igual a marginalidad y violencia, en fin…

   La satanización de las protestas populares, de líderes políticos y otros; la deformación de hechos noticiosos, y la manipulación de la jerarquía en la escala informativa, distinguen a este modo de concebir la comunicación.

   Para sus artífices, son meras trivialidades las masacres étnicas, el deceso diario de miles de personas por hambre o enfermedades curables, o el ametrallamiento de poblaciones enteras bajo cuestionables ideales democráticos.

   La crisis del modelo occidental de desarrollo impuesto y sus detonantes -la climática, energética, hídrica, medioambiental, económica y otras- poco importan a estos pulpos de la comunicación y cuando son abordadas, la superficialidad reina.

   Tal estado de hecho mantiene vivo el debate entre derechos humanos y comunicación, el cual alude a una relación cultural, porque ronda en lo esencial la polémica entre inclusión y exclusión.

   El surgimiento de nuevas televisoras, radiodifusoras, productoras de cine, proyectos editoriales y otros; así como la elaboración de nuevas leyes sobre políticas de comunicación apenas son pasos hacia la solución de esta problemática.

   Es válido el derecho a la comunicación, pero esta debe estar dotada de contenido y es allí donde las cosas se complican, por la ligazón del tema a la disputa entre los diferentes proyectos sociales que pretenden conquistar hegemonía.

   La solución de este diferendo, signado por un colosal componente político e ideológico, definirá quienes quedarán incluidos y quienes perderán espacio en medio de la inconformidad reinante con el desempeño de los medios, considera la investigadora peruana Rossana Reguillo.

   Esta insatisfacción responde en buena medida al modo en que la mayoría de ellos avivan la sensación de que cuanto ocurre responde a un orden natural inalterable y que, por mucho que hagamos, el deterioro social seguirá cuesta abajo.

   Los medios son las bombas que explotan y matan al enemigo político, pero también a los inocentes, mediante la manipulación de la información a través del silencio, la censura, y la propaganda, tendientes a crear dudas, temores, y zozobras.

   Las enseñanzas de cómo se prepara desde estos el terreno para justificar una guerra fueron constantes en este siglo y revelaron el incalculable potencial de la información para arrastrar a un conflicto.

   En igual medida, demostraron la capacidad de la prensa y agentes publicitarios para usar la verdad, en menoscabo de sí y a riesgo de la credibilidad, tan reverenciada en el discurso.

   El totalitarismo de los medios condiciona a veces la actuación de los gobernantes y los negados a seguir esta corriente, terminan descuartizados o cuando menos tambaleantes ante la opinión popular, tras recias campañas que ponen en entredicho sus consideraciones y trayectorias como personas.

   En el desenfreno noticioso de cada día, que lejos de informar desinforma por exceso, la tendencia es a invisibilizar o criminalizar de igual modo a los movimientos sociales populares y a los líderes de sus luchas.

   La progresiva concentración de los medios, a partir de la absorción de los más débiles -como en la Bella Époque de fines del XIX- y su proclividad a transformar noticias en mercancías, expresan el importante espacio alcanzado por la comunicación en el ámbito económico.

   De esta forma, se acrecienta la alienación del carácter social que debe adoptar la actividad informativa, con lo cual se resquebraja aún más la diversidad e independencia de las fuentes de información.

   La coincidencia de intereses entre los más poderosos también estableció una suerte de consenso mediático, cimiento de lo que motivara al ensayista y poeta uruguayo Eduardo Galeano, a distinguir esta etapa como la de la “macdonalización del pensamiento”.

   La uniformidad en los modos de decir y de fomentar opiniones distingue a la potente maquinaria propagandística que en esta era mediática procura apagar los vestigios de las culturas locales y amenaza la superviviencia hasta de numerosos idiomas ancestrales.

-RAZONES PARA LA ESPERANZA

   El apego a las reglas del espectáculo está en el sustrato del arraigo obtenido por los pulpos mediáticos en esta batalla de símbolos, cuyos creadores e instigadores tal vez nunca previeron reacciones tan adversas a las constatadas por la red de redes en el último decenio.

   En ese sentido destacaron las blogoguerras o insurrecciones mediáticas contra el proyecto estadounidense de crear un Área de Libre Comercio en las Américas, los tratados bilaterales llamados eufemísticamente de libre comercio y el golpe de Estado en Honduras (2009).

   La acción resuelta de movimientos sociales e individuos aislados contra el poder de los medios en este siglo creció en el entorno de la globalización neoliberal, en la misma medida en que la comunicación devino un renglón de punta de la economía a escala internacional.

   Esto último, emparentado con los intereses de las transnacionales y de otros grupos de notable fuerza, indujo a muchos a cuestionarse si el antes identificado como “cuarto poder” superó las débiles barreras que lo separaban de los primeros escaños.

   Los medios funcionan como el principal partido articulador de las clases dominantes y, cuando ceden una brecha a voces críticas o sectores subalternos, los tergiversan de manera sistemática.

   Cuestiones como estas, denunciadas en varios foros internacionales, impulsaron la creación de fuentes de información alternativas orientadas a rescatar la heterogeneidad cultural, lingüística y mediática.

   En América Latina, en particular, batieron palmas la creación del canal multinacional Telesur (con sede en Caracas y corresponsalías en buena parte del mundo) y el surgimiento del Sistema de Radiodifusoras Culturales Indigenistas, en la región P´urhepecha de Michoacán, México.

   Propuestas como estas, inclusivas e interactivas por esencia, estimulan la participación ciudadana en los debates actuales, el aprecio a las peculiaridades de las culturales locales y la aceptación de las diferencias a partir del reconocimiento a la diversidad social.

   De eso se trata la otra comunicación, como la denominan algunos entendidos, que crece al calor de la resistencia al modelo impuesto por el capital en sintonía con los dictados de sus organismos financieros.

   Contrario a lo previsto, Internet y otras tecnologías de la comunicación devinieron bumerán para sus creadores, porque posibilitaron dialogar directamente con productores independientes, alfabetizadores mediáticos, defensores del software libre, u observatorios de diversa índole.

   Esto incidió en el proceso de recomposición gradual de las formas organizativas de los actores sociales y en la conformación de redes de carácter regional, interesadas en potenciar propuestas transformadoras.

   El imperativo de recuperar la palabra como arma cobró fuerza en esa coyuntura, que exigió y/o animó a muchas y muchos a convertirse en suerte de maestros también de la escritura.

   Si antes ser periodista era pertenecer a un selecto club de hacedores de palabra o una suerte de identidad, la profesión ganó otro sentido con la proliferación de espacios donde cualquiera puede exhibir su pluma fácil.

   El cambio radical en el plano de la comunicación redobló el desafío para los encargados de ejercer esta disciplina científica.

   Sin embargo, su misión sigue siendo la definida por Kapuscinski: más que pisar cucarachas, prender la luz, para que la gente vea cómo estas corren a ocultarse.

 

Mercantilización mediática bajo signo neoliberal

Mercantilización mediática bajo signo neoliberal

Mucho antes de este amanecer de siglo, el respeto a las leyes de la información cedió el terreno a la producción de noticias bajo las leyes de la oferta y la demanda, al calor de la impronta neoliberal.

Un repaso a medios de prensa de cualquier parte del mundo permite comprobar que, hasta los mejor intencionados, adaptan sus formas de decir y hacer, con el propósito de insertarse en el mercado y vender mejor.

En ese esfuerzo, los medios de difusión masiva siguen las leyes de la retórica y otras dominantes en la cultura de masas.

Prevalecen los efectos de emisión, simplicidad, espectacularidad, maniqueísmo, velocidad, urgencia, e instantaneidad, en el sentido de la velocidad en tiempo real.

Gracias a la magia de la Internet, espacio es un concepto pasado de moda para las comunicaciones en este siglo.

La noción del tiempo real, llevada al mundo de la información, destruyó la obediencia al período necesario para elaborar las noticias y destapó la premura por transmitir, en desmedro de la verificación oportuna de datos y de la calidad del producto comunicativo.

El valor de la información ahora descansa en la agilidad con que llegue a los receptores, tras ocurrir el hecho noticioso, y el de los medios de difusión masiva, en su capacidad de competir por llegar primero a vender.

La gratuidad en los servicios de esa naturaleza, cultura impulsada también por la red de redes, perturba a su vez los mecanismos comerciales de la información. "El negocio consiste en vender ciudadanos a los anunciantes", definió el doctor en Semiología e Historia de la Cultura, Ignacio Ramonet.

Los vendedores de productos comunicativos batallan por atrapar a más receptores en esta época y recibir, en proporción, más solicitudes de campos para publicidad. Para ello, la información tiene que bajar su nivel de elaboración, reajustarse para atrapar al menos interesado en consumirla.

Cuanto más atrayente y sencilla sea esta, más numerosos serán los que se le acerquen y el medio ganará más interesados en publicar sus anuncios en él.

Tantos leen, escuchan o miran un medio, tantos pueden ser capturados por los promotores de los bienes de la sociedad de consumo y la urgencia en modificar el funcionamiento estructural de la información, para lograrlo, redunda en el descuido de parámetros esenciales como la verdad.

La globalización neoliberal, impensable sin el progreso desmesurado de las comunicaciones en su arista tecnológica, modificó todas las estructuras de funcionamiento de la sociedad.

La revolución digital, hija de un proyecto encaminado a agilizar el trasiego de capitales y no a proporcionar el placer del amor o la amistad a despecho de distancias físicas, creó un sexto continente: la Internet.

Desde entonces, texto, imagen, símbolos y sonido, andan tomados de la mano por las autopistas del ciberespacio, mientras la rentabilidad es la única preocupación de las megaempresas telefónicas, informáticas, y comunicativas.

En ese contexto, los medios dejaron de insistir en preservarse como el Cuarto Poder y reacomodaron sus expectativas.

Convertidos en actores dominantes en sociedad, a partir de su matrimonio con el poder financiero, asumen el papel de aparatos ideológicos de la globalización, afirma Ramonet.

Para el investigador de origen español, esta penetra con el apoyo del ahora Segundo Poder -detrás del financiero y por delante del político-, que la estableció y defiende como sinónimo de progreso o modernidad. A

parejada a esta idea, corre una orientada a inmovilizar cualquier síntoma de resistencia, sustentada en la tesis de la imposibilidad de luchar contra la pareja infernal que suponen los medios y el poder financiero.

La voluntad política de supeditar a ambos es un arma temida por los adalides del sostenimiento de la ideología globalizadora. No es gratuito que esta expresión de resistencia a la intención de dominar el mundo sea la más atacada por el aparato mediático en estos tiempos.

De ello dan fe las maquinaciones contra la República Bolivariana de Venezuela y su líder Hugo Chávez; el presidente ecuatoriano Rafael Correa; su par boliviano Evo Morales y sus homólogos Cristina Fernández (Argentina) y Daniel Ortega (Nicaragua), por sólo citar algunos.

IMPACTOS EN AMÉRICA LATINA

Las dictaduras militares diseminadas por América Latina en los años ochentas y los sucesivos descalabros de sistemas políticos orientados al socialismo, permitieron cultivar un imaginario derrotista ante las revoluciones, sacudir las utopías, y reforzar la cultura del mercado.

Las nociones predicadas por la modernidad adelantaron camino en este escenario y muchos aceptaron de modo acrítico la devaluación de ideologías, de proyectos políticos transformadores, de prácticas sociales colectivas, y de valores humanos considerados trascendentes.

El "vale todo" plantó sus botas sobre las culturas locales y trocó todo en descartable y efímero, con el respaldo de una discursiva mediática potenciadora de la desfragmentación y el desprecio a las prácticas anticapitalistas conscientes o simbólicas, señala la periodista argentina Claudia Korol.

Los avances tecnológicos, en tanto favorecieron la mundialización del conocimiento, propiciaron la conformación de la subjetividad de esta época, la saturación informativa y la incomunicación alienante, agrega.

Especialistas concuerdan en que la enajenación de los sujetos se puso a la orden del día, por el distanciamiento creado por la política hegemónica, entre las imágenes y dichos que saturan los medios y el ancho campo de las resistencias, los dolores y las esperanzas populares.

Ello redundó en el desencuentro entre las palabras y sus significados, y de las imágenes y símbolos que consumimos con las representaciones de nuestros actos cotidianos.

La "comunicación en formato zapping" frena la comprensión de las relaciones causa-efecto y del papel protagónico de las masas populares o sujetos colectivos en la historia.

Ello explica en buena parte la proliferación de interpretaciones mesiánicas, de fundamentalismos; la exacerbación de los individualismos, y la continua frustración de la creencia en los fetiches sucesivos establecidos por el mercado.

La generación permanente de mensajes estimuladores de necesidades y ansiedades materiales es inherente a un sistema social cuya prioridad es la reproducción ampliada del capital.

El embellecimiento de estos responde a la necesidad de fomentar la cultura consumista, y los medios de difusión masiva son los encargados de pervertir los sentimientos sobre lo que debe tenerse para ser.

Disímiles ejemplos existen, además, de que el sentido de pertenencia localista se diluye con las ofertas de los emporios del audiovisual y otros tipos de prensa.

Muchos no encuentran respuestas a sus necesidades básicas en la cotidianeidad y, ante lo que les llega por estas vías, sienten cada día más empobrecidos los rasgos distintivos que los identifican.

En medio de todo ello, el terrorismo mediático es una suerte de moda que a pecho descubierto demuestra la complicidad de los medios con los segmentos sociales más retrógrados y su predisposición a secuestrar mentes e inducirlas a aceptar el dominio al que se les somete.

Terrorismo es infundir pánico, miedo e inseguridad en individuos o colectivos, mediante acciones sistemáticas de naturaleza física y violenta, o mediante acciones sicológicas capaces de causar dudas y desasosiego ante la realidad, según el venezolano Gregorio Javier Pérez Almeida.

En el primero de los casos, los medios son las bombas que explotan y matan no sólo al enemigo político sino a los inocentes. El segundo alude a la manipulación de la información, mediante el silencio, la censura, y la propaganda, para crear dudas, temores, y zozobras con varios fines.

Pérez Almeida, como tantos seguidores de la cuestión, insiste en que el terrorismo, cualquiera que sea su origen o naturaleza, clasifica entre las peores invenciones humanas.

Las enseñanzas de cómo se prepara desde los medios el terreno para justificar una guerra fueron constantes en el último medio siglo, en que el terrorismo mediático casi siempre fue camuflado por una retórica seductora, para que sus propósitos pasaran inadvertidos y atrapar incautos.

La guerra mediática, complemento de las otras, se suma a las formas tradicionales de represión contra los pueblos y, en América Latina, cobra rango de problema de seguridad nacional y regional.

El progreso de tal práctica mucho debe a la mercantilización de la información, de raíz neoliberal, y enfrentarla exige la unión de académicos y activistas sociales capaces de asumir la problemática como cuestión regional y articular propuestas de defensa ante esa agresión.