Centroamérica tuerce el camino
Centroamérica mantuvo por casi dos siglos una fidelidad incuestionable a los intereses de Estados Unidos, pero otra parece ser la perspectiva de quienes conducen en estos tiempos los destinos de los países de la región.
Sea a partir del reforzamiento de la relación con mecanismos de integración latinoamericanos o del acercamiento a la Unión Europea- en lo que suelen coincidir casi todos- los gobernantes del área tienden cada vez más a ampliar sus vínculos con el mundo.
Atrás quedó la sujeción ilimitada al vecino norteño, cuyos emporios bananeros en estos territorios sirvieron de cimiento para el sometimiento de los centroamericanos en el orden político y su implicación en situaciones de conflicto a nivel internacional.
El avance de una corriente más cercana a las urgencias de estas naciones y basada en la búsqueda de soluciones propias prevaleció en el transcurso de 2007 y todo parece indicar que proseguirá.
La vuelta del líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional Daniel Ortega a la presidencia en Nicaragua y la elección de Álvaro Colom, en Guatemala, marcaron puntos de encuentro y llenaron de expectativas a muchos dentro y fuera de la región.
Ortega enarboló la unidad como base de su campaña hacia la presidencia y logró conciliar los intereses de sus enemigos de antes, mientras que su vecino guatemalteco prometió beneficiar a los más desprotegidos de su país: el 60 por ciento de la población.
En ambos están centradas las esperanzas de quienes aspiran a un cambio más o menos profundo en Centroamérica, donde más de la mitad de sus 40 millones de habitantes viven en la pobreza y excluidos socialmente.
Tres de los países más depauperados del continente- Honduras, Guatemala y Nicaragua- pertenecen a esta región como resultado del legado de la intromisión foránea y del apego a las políticas neoliberales.
Dos décadas después de iniciados los procesos de institucionalización democrática en el otrora enclave bananero hondureño, por ejemplo, los asesinatos promedian 14 por día, la corrupción es incontrolable y 24 a 61 mil personas padecen SIDA.
En tal contexto son casi imperceptibles los esfuerzos del gobierno de Manuel Zelaya, que procura revertir esa realidad acercándose a otras naciones del subcontinente e insertándose en acuerdos integradores de beneficio común, como Petrocaribe.
Incluso Costa Rica, tradicionalmente reacia a los esfuerzos unificadores centroamericanos, participó en este último año de los intentos de acercamiento desde vías propias y suscribió documentos tendientes a crear un área de libre comercio zonal.
Para el diputado José Merino, ese país vive un momento de construir alternativas unitarias al poder neoliberal, por lo que nuevas fuerzas políticas intentan generar alianzas estratégicas patrióticas, transformadoras y latinoamericanas, previo a los comicios de 2010.
A pesar del afán del presidente Oscar Arias por imponer del Tratado de Libre Comercio bajo la égida de Estados Unidos, el proceso de referendo acerca de este mostró un cambio en la perspectiva frente a la injerencia foránea en ese territorio.
El movimiento social desatado contra el convenio bilateral, destacado por su mayor alcance en la región, logró involucrar a miles de personas de todos los sectores y cobra nuevos bríos tras la derrota numérica en la consulta popular del 7 de octubre de 2007.
La Mesa de Diálogo Nacional, convocada por los Comités Patrióticos, logró unificar a varias fuerzas sobre la base del respeto a la diversidad y sigue intentando constituir un frente capaz de frenar la agenda de implementación del tratado. Estados Unidos sólo mantiene sujeto en el área a El Salvador, único país centroamericano con tropas en Iraq y cuyo gobierno sigue comprometido de letra y hecho con Washington.
La nación, dirigida por la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista desde 1989, está expectante ante la probable postulación del periodista Mauricio Funes por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional para el sufragio de 2009.
Analistas coinciden en que las perspectivas para un cambio en el pulgarcito centroamericano, al decir del poeta Roque Dalton, tienen buena cara por la tardanza de las autoridades en implementar políticas sociales y contra la imparable criminalidad.
El Salvador necesita abrirse al mundo y recoger lo mejor del conocimiento universal para contribuir a su desarrollo, expresó en nombre de muchos el congresista Jorge Jiménez, durante una estancia en La Habana.
Este formó parte de la primera delegación de la Asamblea Legislativa de ese país que viajó a la nación caribeña de manera oficial, tras la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos, en 1961./ism
0 comentarios