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Detrás de los culpables del derrumbe progresivo del Tazumal

Detrás de los culpables del derrumbe progresivo del Tazumal

El derrumbe de la pared sureña de una estructura menor del Tazumal, una de las ruinas arqueológicas mayas más importantes del hemisferio occidental, sorprendió a pocos en El Salvador el 19 de octubre de 2004.

Desde hace más de tres décadas, especialistas y defensores del acervo de la pequeña nación centroamericana denuncian la desatención de los gobernantes a la conservación, restauración y recuperación del patrimonio cultural local, para el cual el presupuesto es siempre insuficiente.

Por eso no extrañó que autoridades y medios de prensa solamente culparan del desastre ocurrido en la ciudad de Chalchuapa, departamento de Santa Ana, en el extremo oeste de El Salvador, a las últimas lluvias, "que se filtraron por las grietas dejadas por anteriores terremotos".

Incluso, Federico Hernández, presidente de la estatal Concultura, institución encargada de velar por obras de ese tipo, dejó asombrados a muchos al considerar que este derrumbe es "una gran oportunidad para conocer las entrañas del Tazumal" y anunció el inicio de una investigación arqueológica de fondo.

La construcción del sitio, situado a 85 kilómetros de la capital salvadoreña, atravesó por 14 fases desde el 1500 antes de nuestra era hasta el 900 de la actual, según los expertos.

Pese a ser una de las obras arquitectónicas más antiguas del hemisferio occidental, la estructura de Tazumal apenas fue repellada con cemento en los años 50 y durante los terremotos que sacudieron al país de enero a febrero del 2001 una de las pilastras de la pirámide principal se desplomó.

Desde entonces, varios empleados del lugar advirtieron indistintamente sobre el mal estado de sus restos, pero fueron desoídos por las autoridades.

El jefe del departamento de arqueología de la entidad encargada de velar por el patrimonio cultural de la nación, Fabricio Valdivieso, admitió que el mantenimiento que se le daba a la pirámide era "eventual".

Pese a ello, esgrimió que la pared, de 23 metros de largo por siete de ancho, se vino abajo como resultado del deterioro provocado por el paso del tiempo y la filtración de las lluvias invernales.

Los alrededores de Chalchuapa constituyen una zona arqueológica en la que confluyen, además del Tazumal, varios sitios reconocidos como Casa Blanca, El Trapiche y la Laguna de Cuscachapa.

Investigaciones arqueológicas demostraron que la zona fue ocupada por los humanos de forma continua desde unos mil 200 años antes de nuestra era.

La primera referencia sobre Tazumal data de 1892, cuando el ingeniero, doctor e historiador Santiago Barberena (de origen guatemalteco) trasladó la escultura monumental conocida como la Estela de Tazumal al Museo de Antropología "David J. Guzmán".

El arqueólogo estadounidense Stanley Boggs asumió su registro formal en 1940, tras identificar 13 estructuras, desde plataformas pequeñas hasta el montículo grande mencionado por Barberena, con 24 metros de altura, en medio del sitio histórico de unas 20 hectáreas de superficie.

Cuscatlán, como era llamado el territorio salvadoreño en lengua náhuatl, es considerado el "pulgarcito" de América por su escasa extensión territorial, pese a la cual concentra gran número de vestigios de la antigüedad regional.

Dentro del denominado "mundo maya", este territorio, uno de los más poblados en los últimos tres mil 500 años, clasifica en primer lugar por su pequeñez y su abundante acervo, en gran medida inexplorado.

Uno de los descubrimientos más valiosos relacionado con la avanzada cultura centroamericana, cuyo grado de desarrollo era muy similar a la de los aztecas a la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, ocurrió hace poco en Joya de Cerén, la llamada "Pompeya americana".

La región, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se encuentra a unos 30 kilómetros al noroeste de San Salvador.

¿Quién puede asegurar que esos vestigios, los de Casa Blanca, El Trapiche y la Laguna de Cuscachapa, no corran una suerte parecida a los del sitio arqueológico de Tazumal?

Para analistas locales, el derrumbe de esas ruinas tiene sus raíces en hábitos arraigados: lecciones no enseñadas en la escuela y prioridades politiqueras, comerciales y libre-empresariales que opacan y hacen trivial la preocupación que debe tener el Estado por la cultura.

De continuar tales prácticas, en El Salvador y en otros países del área mesoamericana, generaciones venideras perderán la oportunidad de conocer de primera mano la grandeza de sus ancestros o "primeros padres", como llamara el guatemalteco Manuel Galich (1913-1984) a los creadores de esas monumentales obras.

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