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¿Dónde está Centroamérica?

¿Dónde está Centroamérica?

Cualquier puede preguntarse dónde está Centroamérica, región que clasifica entre las más desatendidas por los medios de comunicación internacionales, cuyas miras siguen centradas en la crisis del Oriente Medio o la depauperación de África.

Sin embargo, la delincuencia común y el crimen organizado causan en la zona istmeña un promedio de 36 muertes violentas por cada 100 mil habitantes y la convierten en una de las más riesgosas del mundo y la más peligrosa de Latinoamérica.

Sólo en el país más pequeño del área, El Salvador, murieron de forma violenta mil 367 personas entre junio de 2004 y abril de 2008 a promedios que oscilaron entre los 8,4 y los 10 homicidios diarios, mientras en Honduras perecen cada día un promedio de 8,6 seres humanos, 16 en Guatemala y 9 en Nicaragua, según estadísticas oficiales.

Por Centroamérica transita el 88 por ciento de la cocaína que se consume en Estados Unidos, según un informe elaborado por la Organización de Naciones Unidas en 2007, y ello incide en el recrudecimiento de estos índices de criminalidad.

No obstante, cualquiera puede pensar que poco importa a los encargados de formar opinión pública el profundo drama humano que se juega en la denominada "cintura de América", tan visibilizada en la década de los ochentas por medios de comunicación, analistas, periodistas, politólogos, historiadores, entre otros.

En esos años, la región fue un encarnizado campo de batalla por las terribles guerras internas en Guatemala, Nicaragua y El Salvador, que dejaron por saldo más de 400 mil mujeres, hombres e infantes desaparecidos, torturados o asesinados.

Prácticamente desconocido es el holocausto del pueblo maya en Guatemala --donde ocurrieron más de 200 mil muertes y 600 aldeas fueron incendiadas--, al mismo tiempo que cualquiera puede comentar sobre los asesinatos en masa del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial.

Ambos acontecimientos pueden calificarse de monstruosos, pero la producción cinematográfica prioriza las denuncias sobre el segundo y se olvida de las masacres de tierra arrasada que padecieron estos pueblos en el contexto de las dictaduras militares de los años 70 y 80 del siglo pasado.

Incluso, Honduras y Costa Rica tampoco escaparon al conflicto, porque fueron convertidos en base de operaciones de las fuerzas opositoras al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua, con la anuencia de sus gobiernos.

Pero, aunque las secuelas de esos conflictos internos siguen latentes, para algunos eso es historia pasada y, en correspondencia, Centroamérica permanece desaparecida del campo noticioso concebido incluso por los medios alternativos, que proliferan y se empeñan en hacer más visible la realidad latinoamericana.

En el imaginario de muchos, la región sigue siendo una idea vaga, un lugar exótico plagado de selvas, un cúmulo de naciones bananeras sin mucho que aportar al debate sobre los rumbos que guían a la política internacional o al futuro de esta parte del mundo.

Peor aún: se ignora los vestigios de las monumentales pirámides expandidas por el istmo, tanto o más admirables que las egipcias; la astronomía maya, con un calendario más exacto que el gregoriano impuesto en todo el mundo; o sus matemáticas, pese a ser los inventores del cero.

Estas y otras razones inciden en que los países centroamericanos sean apreciados como un bloque donde confluyen varios esbozos de repúblicas, caracterizadas por el atraso comparativo, condiciones de vida muy difíciles, impunidad, corrupción estatal y alta violencia.

Mas, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Belice, Panamá y Costa Rica, con algunas diferencias, funcionan también como una estructura casi homogénea por ciertos aspectos económicos, políticos, sociales y culturales.

Salvo Costa Rica --identificada por muchos como la Suiza de Centroamérica--, estos países acumulan los más bajos índices de desarrollo humano del continente, superados negativamente apenas por Haití, una de las naciones más depauperadas del mundo.

Los tímidos pasos dados por los sectores de poder en función de la modernización de estas economías, bajo la impronta neoliberal, apenas lograron contrarrestar la larga data de la condición de agroexportadoras.

La liberalización extrema, el incremento de la explotación y de la conflictividad social, unidos al dominio de las transnacionales extranjeras, son los efectos más elocuentes de estas estrategias en la zona, cuya biodiversidad se deteriora progresivamente por la ausencia de planificaciones a largo plazo y el saqueo desmedido de sus recursos naturales.

A este panorama se suma la presencia extranjera, mucho más notoria que en otras partes de Latinoamérica, donde el ingreso de divisas por concepto de remesas desde el norte constituye una de las principales fuentes de sobrevivencia y, por ende, marca la política de algunos gobiernos, especialmente en El Salvador.

En décadas recientes, la región recobró, además, su valor geoestratégico ante el impacto de la demanda humana sobre la biosfera, que impulsó el calentamiento global y el progresivo agotamiento de recursos imprescindibles como el agua.

A tono con ello, los diseñadores de las estrategias estatales determinan políticas orientadas a controlar este y otros bienes naturales dentro y fuera de sus fronteras. Parte de la noción de seguridad son el control del petróleo, el gas, el agua y la biodiversidad.

Centroamérica es clave en ese sentido, por ser la región más cercana a Estados Unidos y el puente de conexión idóneo entre dos bloques económicos mundiales: Europa y Asia.

Casi 36 millones de habitantes --la mayoría en situación de pobreza y potencial mano de obra barata-- comprende la región, que en sus 533 mil kilómetros cuadrados posee yacimientos de oro, plata, uranio, y una enorme riqueza natural en bosques, selvas y caudalosos ríos.

Las guerras, al avanzar la centuria, serán provocadas por la ansiedad de controlar las aguas continentales ante la ascendente demanda y el previsible agotamiento del recurso por la deforestación, el despilfarro y otras cuestiones asociadas. Costa Rica y Panamá aparecen entre los posibles afectados por estas pugnas, según el Intragovernment Panel on Climate Change.

Luego de la Amazonía sudamericana, esta zona es la segunda del mundo con mayor riqueza biogenética, materia prima estratégica fundamental para el futuro, porque de ella se obtienen medicinas, alimentos, abonos, plaguicidas orgánicos, e insumos para la ingeniería de nuevos materiales (cerámicas con dureza de acero, plásticos conductores de electricidad, etc.) y para la microelectrónica (genes en lugar de microcircuitos).

En el opulento corredor biológico mesoamericano, en proceso de formalización internacional, conviven igual mil 797 especies de mamíferos, cuatro mil 153 de aves, mil 882 de reptiles, 944 de anfibios, mil 132 de peces, setenta y cinco mil 861 de plantas, e incontables microorganismos.

Paradójicamente, tales valores sólo aparecen en informes estatales o de organismos internacionales y, cuando menos, las pandillas o maras cobran algún espacio en diarios, revistas o canales televisivos alguna vez.

3 comentarios

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Eladio -

Oiga joven...favor saque la cuenta de las muertes violentas que ocurren, por ejemplo, en Venezuela y vera que en un par de meses hay mas que esas cifras que usted cita de algunos paises centroamericanos...
Y de los charros con sarape y sombrerotes,,,ni hablar!

Eladio -

medios de comunicacion internacinalizados o internacionales. Los primeros serian nacionales que se internacionalizan, no?
Los segundos lo son... De que estamos hablando?