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Provecho, hormigas gigantes en Guatemala!!!

Provecho, hormigas gigantes en Guatemala!!!

Mayo, más que el mes de las flores o la lluvia, es el del disfrute de uno de los platos más exóticos que ostenta desde tiempos inmemoriales Guatemala: el elaborado con hormigas gigantes asadas y limón. Pese a los cambios climáticos asociados al calentamiento global, provocado por la incidencia demoledora de los seres humanos, las llamadas Zompopos de mayo todavía llegan a una que otra mesa por esta época en algunas regiones del interior del país.
Cuenta la abuelita Obdulia Santa Cruz, vecina cercana de San Juan Sacatepéquez, municipio del departamento central de Guatemala, que estas hormigas color café y de abdomen redondo ahora son más proclives a multiplicarse en el mes de junio y julio, pero en épocas primigenias abundaban desde los primeros aguaceros del mes precedente
Por lo general son perseguidas y capturadas a ras del suelo, para ser servidas con tortillas de maíz y guacamole -salsa preparada a base de aguacate o palta, chile verde y tomate o chiltoma-, después de ser asadas en un comal de barro o de metal, con limón, o aderezadas con mantequilla y sal.
Pero los zompopos de mayo también pueden ser adquiridos en el mercado de la localidad, donde son exhibidos a los potenciales compradores en canastas elaboradoras a partir de fibras vegetales de las cuales parecieran imposibilitadas de escapar.
Si bien las opiniones en torno al plato difieren, y hasta algunos repelen probarlo por consideraciones ecologistas o signados por obsesiones culturales diferentes, quienes llegan a atreverse a degustar esta delicatessen aseguran que le recuerda al maní o cacahuete tostado o a chicharrones de cerdo molido.
Quizás la mayor motivación para probar esta comida exótica es la alusión a los zompopos de mayo en la Historia natural del reino de Guatemala, escrita en la centuria dieciochesca por el que trascendiera como traductor del Popol Vuh, Francisco Ximénez.
En su obra el fraile dominico español habla de unas hormigas con cabeza grande y unas tenazuelas afiladas, de punta corva y cruzadas como tijeras, que parecen de acero; pero también las describe con alas y dadas a preservarse en su hormiguero hasta que las primeras aguas de mayo las impulsar a volar.
Desde entonces, sugiere, "los indios, y otras personas que las comen tostadas, dicen que es comida sabrosa, las cogen con facilidad...y es que como no han visto luz, al verla tan hermosa se van a ella, y así los indios no tienen más que encender unos ocotes, y con esto se les vienen todas a las manos, y cogiéndolas las tuestan, y las comen, y aun las sacan a vender".

Navidad, una amenza para el pinabete en Guatemala

Navidad, una amenza para el pinabete en Guatemala

La Navidad supone la peor amenaza para la subsistencia del pinabete en Guatemala, especie de arbusto endémico de este país en peligro de extinción, aseguran hoy fuentes del Instituto Nacional de Bosques (INAB).

El aroma que emana de esa planta de la familia de las coníferas; su forma de pino, la pequeñez y el verde oscuro de sus hojas, orientadas de manera horizontal, hacen de estos ejemplares los más codiciados por los amantes de poner el tradicional arbolito navideño sin recurrir a las propuestas artificiales del mercado.
Esto motiva a los depredadores furtivos a arrasar por estas fechas con los ejemplares del abeis guatemalensis, una de las siete mil 754 especies de plantas que integran la riqueza natural de Guatemala, de las cuales seis mil 600 son no maderables y mil 154 son maderables.
Tal profusión constituye el 46 por ciento de todas las plantas existentes en Centroamérica y el 40 por ciento del total de especies endémicas de Mesoamérica, entre las que abundan las orquídeas, los helechos y los musgos.
De acuerdo con informes del INAB, el pinabete apenas produce semillas de noviembre a enero, las cuales germinan en los conos ubicados en sus ramas y suelen ser extirpadas sin miramientos por los depredadores.
Esos seres sin conciencia de la necesidad de preservar esas y otras especies de la flora y la fauna para la sobrevivencia, incluso de los seres humanos y de la Madre Tierra, son los peores enemigos de este bello ejemplar de la riqueza medio ambiental de Guatemala.
Según informes del INAB, los perseguidores del pinabete cada año cortan las ramas de estos arbustos de hasta 40 metros de altura por esta época -en pleno proceso de maduración- y las pegan en troncos de otros más pequeños con tal de facilitar su traslado para la venta.
Pero igual durante casi todo el tiempo usan las hojas de estos para adornar las coronas de flores que muchas y muchos dedican a sus familiares, amigos o conocidos fallecidos.
De tal suerte, añaden, muchos conos con semillas de la planta nunca lograr madurar y con esto disminuye la posibilidad de mantener un flujo constante de reproducción de esa especie autóctona.
Otra cosa sería si se tratara de cortar las ramillas con la misma delicadeza que a una rosa y con el cuidado requerido para no frenar su proliferación.
En 2008 Guatemala poseía cerca de 94 sitios con una extensión de 27 mil 548 hectáreas de pinabete, buena parte de ellas concentradas en el departamento occidental de Chimaltenango, de acuerdo con el INAB.
Ahora apenas existen 245 hectáreas cultivadas de esta maravilla natural, que también puede encontrarse en otros departamentos occidentales como San Marcos, Quetzaltenango, Huehuetenango, Totonicapán, y en los orientales Sololá, Jalapa, Chiquimula y Zacapa.

 

La persecución del Fiambre

La persecución del Fiambre

Pocos elementos sugieren tanto el apego a la identidad como el fiambre en Guatemala, plato elaborado a partir de la combinación de verduras, carnes blancas y rojas, embutidos, quesos, insumos en conserva y un caldillo peculiar.

 Sin embargo, diversas son las opiniones en torno a los orígenes de una comida que apenas se consume una vez al año y tiene más de europea que de la cultura maya, por sólo citar una de las originarias más expandidas por este territorio centroamericano.

Llegar al país cerca del Día de las Muertos coloca ante la disyuntiva de decidir entre reiteradas invitaciones a probar el fiambre rojo o el blanco, pero sea con remolacha o sin ella, de cualquier manera se trata de degustar una mezcla sin par de variedades de chorizos, jamones y todo tipo de carnes elaboradas.
El costo del fiambre, palabra que en el español cotidiano alude a los embutidos, cada día aumenta más y por la manera en que está concebido obliga a procesarlo para al menos una decena de personas, lo cual hace que familias cortas prefieran sumarse a amistades o conocidos para concretarlo.
Un repaso de la receta para su elaboración deja sin aliento: para empezar, ocho chorizos colorados, ocho negros, ocho butifarras, ocho longanizas sin chile, ocho salchichas gruesas, ocho delgadas, media libra de salchichón, de salami, de cecina, de lengua salitrada, un pollo grande, una lata de sardinas y dos de arvejas pequeñas.
Como si no bastase, debe añadirle zanahorias, ejotes o frijolitos verdes, un repollo mediano, una lechuga, seis remolachas, una coliflor, cuatro onzas de habas, bruselitas, perejil, vinagre, aceite de oliva, cebollitas curtidas, un frasco de mostaza, uno de espárragos blancos y un largo etcétera.
Los quesos también forman parte de los agregados al fiambre, que según algunos autores surgió por la creatividad de unas monjas españolas, obligadas a improvisar una comida ante la llegada inesperada de un visitador enviado por los reyes católicos en tiempos coloniales.
Pero ahora pocas familias guatemaltecas con más o menos recursos renuncian a seguir esta tradición, sobre todo en las zonas urbanas, mientras otra cosa acontece en las rurales donde prevalecen por estas fechas los tamales de maíz, el dulce de ayote, y otras sutilezas más acordes con el legado de sus ancestros.
El fiambre es el plato dedicado el 1 de noviembre a los muertos queridos, con quienes se comparte en la acostumbrada visita al cementerio de este día no sólo esa comida, sino también aquellas que en vida más agradaban al homenajeado y acorde con esto alguno que otro licor.
Como señala el poeta: el fiambre, el viento, los barriletes gigantes y el frío, marcan de modo especial este mes en Guatemala, donde vale arriesgar el paladar ante tamaña tentación para aprender un poco más de lo mucho que ofrece al visitante una nación con un patrimonio cultural pocas veces igualado.

Caos vial o el drama de cada día en Ciudad Guatemala

Caos vial o el drama de cada día en Ciudad Guatemala

Bocinas chiflando de modo insoportable, avance a paso de tortugas y distancias presuntamente alargadas el doble, son algunos motivos del malestar de conductores y viajeros en ciertas horas del día en Ciudad de Guatemala.

La atrancazón o trabadera, como identifican a la congestión vehicular algunos en este país, es cosa de alarma hace tiempo pero la solución al problema tarda en llegar y mientras, empresas de taxis y buses ganan más dividendos.
Criterio generalizado es que peor ocurre en tiempos escolares, pero aun así las vacaciones por el fin del año lectivo tienen la alegría limitada: basta intentar salir en cualquier tipo de auto cerca de las 4:30 de la tarde, en lo adelante y la vida parecerá un calvario.
Incluso si se trata de recorrer la menor distancia en ese lapso, poco antes del inicio de la jornada laboral o a veces al mediar el día, para el visitante la experiencia deviene colmo de tedios y resulta poco lo vivido en otras capitales reconocidas por su elevada congestión vehicular, como Ciudad México.
Esta situación de conflicto tiene múltiples aristas, una de ellas emparentada con la lógica de mercado que prevalece en tiempos de mundialización: si el transporte está complicado más pueden ganar empresas dedicadas a la transportación.
De hecho casi al caer la tarde sobre todo ni los taxis amarillos, que suelen ser reconocidos por su eficacia y eficiencia en Guatemala, garantizan a quien solicita el servicio una unidad en tiempo justo para llegar a donde pretende y de proporcionarla, el taxímetro castiga al atrevido.
"Vea, es que a estas horas estamos bien cargaditos y no tenemos una unidad disponible. ¿Puede llamar dentro de 45 minutos, por favor?", es una respuesta recurrente a través de la línea telefónica en momentos como esos.
La búsqueda de posibles causas denota que, para las autoridades policiales guatemaltecas, la complicación del tránsito en la capital responde a la baja en los precios del combustible, en ocasiones a la irresponsabilidad de los conductores, y al pago del Bono 14 o Ley de bonificación anual para trabajadores del sector privado y público.
Desde que comenzó a pagarse ese beneficio, por Decreto 42-92 aprobado por el Congreso el 2 de julio de 1992, las personas tienen más poder adquisitivo y usan sus vehículos, afirmó el intendente de la Policía Municipal de Tránsito (PMT) Amílcar Montejo.
Con base en esa visión, la regulación del flujo vehicular se pretende a partir del despliegue de agentes de la PMT en puntos neurálgicos y de la colocación de semáforos peatonales y vehiculares en otros, mientras varios sectores insisten en que la falta de educación vial continúa como el principal escollo.
Ese tipo de enseñanza debe ser incluida, de urgencia nacional, en el plan de estudios de la educación primaria, porque las personas deben aprender a conducirse por las calles con vehículo o sin él, afirman académicos, políticos y otros.
También abogan por una certera señalización y semaforización, que reduzca la incidencia del criterio humano de los agentes, y por fomentar la solidaridad en las vías a partir de la instrucción.
El abogado Carlos Augusto Gómez, en su investigación El Congestionamiento Vehicular en Ciudad de Guatemala, precisa que el deterioro de las condiciones de circulación es más grave de lo que debía ser en América Latina, en parte por un manejo inapropiado de las autoridades competentes.
A su juicio el problema superó la capacidad institucional para lidiar con esa situación y la reacción oficial ha sido parcializada, por cuanto la planificación y administración en ese aspecto está fragmentada en múltiples entes y cada uno hace lo que considera más indicado.
La Entidad Metropolitana Reguladora de Transporte y Tránsito del Municipio de Guatemala refiere que en las horas pico por esta ciudad circula un millón de vehículos y que 65 por ciento de estos son de personas que viven en municipios aledaños como Mixco, Villa Nueva y Santa Catarina Pinula.
En tanto organismos internacionales reconocen a Guatemala como el cuarto país donde ocurren más accidentes viales en América Latina y el Departamento de Tránsito de la Policía Nacional Civil da cuenta de una infracción por exceso de velocidad cada 90 segundos, más en la carretera de la capital al occidente.

Mil y una historias en torno a los espejos

Mil y una historias en torno a los espejos

Para los pueblos mesoamericanos antiguos, los espejos eran una suerte de frontera entre el presente y el futuro a través de la cual podía adivinarse el porvenir y hasta establecer comunicación con los ancestros y dioses. Tales atributos hacían de este objeto de uso cotidiano una suerte de puerta a otro mundo, sólo reservada para quienes concentraban el poder en esas sociedades, destacados guerreros y personas de elite.
La posesión de un espejo proporcionaba estatus y su carácter mítico reducía el uso a las grandes ofrendas colocadas en los monumentos de las ciudades construidas por los mayas y otras civilizaciones asentadas antes de la llegada de los conquistadores españoles, desde México hasta Honduras.
Evidencias históricas reflejan que los espejos fueron utilizados en Teotihuacán -o la Ciudad de los dioses en lengua náhuatl-, pero también en otros sitios antiguos de la región, entre los que destacan los Altos de Guatemala.
En las culturas maya, olmeca, tolteca y teotihuacana, entre otras, estos eran elaborados a partir de la pirita, mineral del grupo de los sulfuros y de color amarillo, también llamado el oro de los tontos por su parecido al codiciado metal.
El rostro de quien se miraba en estos espejos aparecía fraccionado, por las múltiples incrustaciones, de ahí que para muchos esa fuese una señal de la magia que supuestamente estaba contenida en el objeto.
Investigadores del proyecto Las formas expresivas en México, Centroamérica y el Suroeste de Estados Unidos: dinámicas de creación y transmisión, coinciden en que los espejos eran vinculados a su vez con el sol.
Para el especialista Gregory Pereira, la asociación con el Astro Rey derivó de las propiedades físicas de la pirita, capaz de producir fuego.
Los espejos de este metal eran conocidos desde el Período Preclásico o Formativo, es decir, de los años 2500 antes de nuestra era al 200 de nuestra era, pero su expansión por Mesoamérica corresponde al clásico temprano- de 150 al 200-600 d. n. e.
En esa época los espejos estaban hechos de una sola pieza, por lo general de superficie cóncava.
Sin embargo, con el tiempo estos sufrieron innovaciones técnicas y al ser tallados en una sola pieza, incorporaron otros compuestos hasta lograr una base circular a veces y cuadrada otras, casi siempre realizadas con pizarra o arenisca.
Los espejos eran elaborados muchas veces en discos de madera, sobre los cuales se colocaban complejos mosaicos, que además de pirita tenían otros materiales, como la turquesa.
Más allá de usarlos para mirarse, las mujeres y hombres de rango en aquellas culturas originarias consideraron los espejos una fuente de conocimientos ocultos, oráculos o presagios, porque supuestamente de ellos podían emerger seres procedentes de otros mundos.
De manera similar, en todo el occidente cristiano, muchos mitos corrieron alrededor de estos objetos y algunos de ellos trascienden hasta nuestros días, como aquel que reza que romper un espejo da mala suerte.
Para los antiguos griegos, por ejemplo, la rotura del espejo durante una sesión de catroptomancia -arte de la adivinación o comunicación con el mundo espiritual a través de estos- anunciaba la muerte.
No obstante, estudiosos de estos temas consideran probable que la superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien lo utiliza y, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.
Para otros, tal creencia está vinculada estrechamente a los factores económicos.
Los primeros espejos de cristal, que aparecieron en Venecia durante el siglo XV, estaban recubiertos por una lámina de plata, eran muy caros, y para evitar su pérdida, las señoras advertían a los criados que su rotura equivalía a siete años de mala suerte.
Quizás como respuesta a la amenaza, la voz popular comenzó a aconsejar desde entonces: "un espejo roto no admite más remedio que comprar otro".

A propósito de las Fiestas de Zapote

A propósito de las Fiestas de Zapote

Tardes de toros, juegos pirotécnicos y mecánicos, comidas tradicionales, noches con amigos y alguna que otra bebida de por medio, son las memorias que conservan muchos de las Fiestas de Zapote en Costa Rica.

Sin embargo de un tiempo a esta parte la nostalgia cunde entre los de más años ante los cambios experimentados por esas celebraciones decembrinas, acorde con otras transformaciones sufridas por el otrora paraíso centroamericano.
"Las Fiestas de Zapote son una metáfora de los cambios que ha experimentado la sociedad sobre todo en ese campo complejo de relaciones entre cultura y economía, entre tradición y lo que algunos llaman modernidad", considera el historiador costarricense Andrés Mora.
En diálogo con Prensa Latina, vía Internet, el académico comentó que una gran mayoría de los pobladores del Valle Central, y sobre todo de la capital San Josefina, guardan algún recuerdo de infancia y juventud de esos jolgorios.
"Una tarde de toros, el viento frío de los atardeceres de diciembre, los juegos de feria, las comidas, las noches con los amigos y la conversaciones con alguna cerveza, los juegos de pólvora... Esa es la dimensión romántica que todavía uno evoca al llegar el fin de año", expresó.
Pero ahora, lamentó, el redondel se da en concesión a empresarios privados, en tanto la publicidad tapiza todas las tribunas y hasta el más remoto rincón del campo de feria.
Una de las cuestiones más preocupantes es que en los predios de la feria, a donde acuden en masa los jóvenes e incluso menores de edad, las empresas de licores montan los megabares y el alcohol corre todas las noches, señaló.
De acuerdo con Gómez, en la Costa Rica de estos tiempos las televisoras compran los derechos de transmisión de las corridas de toros y son realmente los dueños de las fiestas.
En esta ocasión, añadió, ocurrió la agravante de que un partido político, el ultraderechista Movimiento Libertario, inundó de propaganda las fiestas y los distintos espacios televisivos dedicados a ellas.
Medios de prensa y analistas costarricenses concuerdan en que las Fiestas de Zapote, celebradas esta vez del 25 de diciembre al 5 de enero, devinieron un espectáculo de masas -no exento de delincuencia e inseguridad-, atravesado por una lógica electorera sin precedentes.
Ello está asociado a la cercanía de los comicios generales del 2 de febrero y lo caldeado del ambiente en medio de un panorama marcado por la incertidumbre en torno a los resultados de los comicios, en los cuales el abstencionismo puede superar 11.1 por ciento, según el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica.
Pese a los cuestionamientos a la impronta globalizadora sobre las Fiestas de Zapote, el periódico La Nación destacó la complacencia de los visitantes con el orden, limpieza y seguridad ganados y dijo que ello muestra el apego de ese pueblo a sus tradiciones.
De hecho esta vez esas celebraciones recibieron el galardón de Bandera Azul Ecológica en la categoría de eventos especiales, como reconocimiento a sus organizadores por procurar unas fiestas con buen uso de los residuos orgánicos y reciclables.
Pero el diario de mayor circulación en Costa Rica reconoció en su edición del 5 de enero de 2014 el incremento considerable de los precios de los juegos y las comidas en ese entorno.
También citó al jefe de plaza de la Fuerza Pública, Roy Chavarría, quien informó del decomiso de drogas y dos detenciones por robo entre lo más crítico durante los festejos.
En tanto el Patronato Nacional de la Infancia reportó 40 menores atendidos por consumo de licor y estupefacientes, los cuales fueron entregados a sus padres, según la fuente.
Durante los 12 días del jolgorio, alrededor de 300 visitantes al campo ferial tuvieron que recibir primeros auxilios por accidentes y algunos de ellos fueron trasladados a centros médicos cercanos, 135 de ellos toreros improvisados.
Las corridas de toros, en el redondel de Zapote, siguen siendo uno de los momentos más esperados pero también más riesgoso de estos festejos, por cuanto personas sin experiencia en el ruedo suelen exponerse a las arremetidas de bestias de considerable agresividad en ese ámbito.
Tanto mujeres como hombres, unos por placer y otros en busca de gratificaciones sobre la base de apuestas, son atendidos cada año por los socorristas de la Cruz Roja debido a golpes o cornadas recibidas durante sus intentos de lidiar con los toros, no siempre exentas de gravedad.
Esa práctica data de los momentos iniciales de las Fiestas de la barriada de Zapote, que los historiadores fijan en las primeras décadas de la vigésima centuria, y es una de las que más críticas despierta entre defensores de los animales y ecologistas en suelo costarricense.
De cualquier modo los festejos de San José son un espacio de encuentro de diversos sectores más allá de las diferencias de clase, similar a lo que ocurre en otros lugares del mundo, y pese a la incidencia de la llamada cultura del reggaetón, siguen siendo un pretexto para reunirse amigos y familiares.

Fallece La Chica Vaca, ícono de la cultura popular en Nicaragua

Fallece La Chica Vaca, ícono de la cultura popular en Nicaragua

Nicaragua lamenta la pérdida de uno de los íconos de su cultura popular, La Chica Vaca o Juana Francisca Villalta, reconocida como una de las promesantes más fieles de Santo Domingo de Guzmán.

Villalta falleció la víspera en la noche luego de enfrentar dolencias provocadas por sus más de 100 años de vida, 79 de los cuales mantuvo fama entre sus paisanos por estar entre las primeras para acompañar la bajada de la pequeña imagen del patrono de los managuas.
Desde 1934 la Chica Vaca salió a recibir a Minguito, como es llamado Santo Domingo de Guzmán en lenguaje coloquial, con banderas del Vaticano, de este y otros países, engalanada con un disfraz construido con un bejuco flexible y la osamenta de la cabeza de una res.
El catálogo de Danzas Nacionales de Nicaragua reconoció a la Vaca de Santo Domingo como parte de esa tradición católica, en medio de la cual la bailante ataviada con tan peculiar atuendo da vueltas de manera acompasada, y de vez en cuando hace reverencias o inclinaciones.
Cada 1 y 10 de agosto Villalta recorrió las calles de esta ciudad como parte de la procesión agostina en apego a la promesa hecha a su madre, quien inició la costumbre de danzarle a la pequeña estatuilla del santo de 18 centímetros a modo de pleitesía, para pagarle la promesa.
La mujer más devota de Minguito, como la reconocen en este país, será enterrada hoy en el Cementerio Central de Managua, según sus familiares.

Bailarle a los zompopos, aconseja la tradición en Nicaragua

Bailarle a los zompopos, aconseja la tradición en Nicaragua

Tambor y danzas aconseja la tradición popular en la isla nicaragüense de Ometepe contra las plagas de zompopos u hormigas cabezonas que pululan por ese territorio y otros en este país centroamericano.

Según la leyenda, la práctica comenzó una vez que esa ínsula fue invadida por esos insectos parecidos a las marabuntas, que en apenas una noche pueden deshojar a un árbol o acabar con un huerto de hortalizas, llevárselo todo, y escapar sin mayores problemas.
Frente a la avalancha de zompopos, cuyas colonias pueden exceder el millón de ejemplares, los devotos de San Diego de Alcalá, en el municipio de Altagracia, decidieron sacar al santo en procesión y bailarle a su alrededor con una ramita en la mano, pidiéndole que los ayudara.
Asegura la mitología popular que la plaga terminó con ese rito y entonces comenzaron el fervor religioso por la deidad y la danza masiva dedicada a ella.
Ahora cada vez son más lo que acuden a esos festejos, que suelen llegar acompañados de caballitos, avioncitos, corridas de toros callejeras, juegos competitivos y gran cantidad de puestos de venta de fritangas, cervezas, chichas de maíz y otras delicias para el paladar.
La escena se repiten cada año en el mes de noviembre: parte de la muchedumbre que llega desde regiones distantes a la isla de Ometepe, y en particular a su centro urbano Altagracia, acompañan al santo por las calles en las noches con una rama verde de cualquier clase y tamaño.
Resulta todo un espectáculo ver moverse ese mar de hojas de árboles o arbustos pequeños al compás de la música, que incita a bailar sin cesar a quienes las portan y agitan de arriba abajo, como quien esgrime un arma letal contra una imaginada plaga de zompopos.
ORÍGENES
Especialistas concuerdan en que el origen de esa danza en Nicaragua está emparentado con la tradición cultural de Alcalá de Henares, España, donde es venerado el santo que destacó en vida por proteger y rogar por las personas pobres, así como por hacer milagros.
El más apreciado de los beneficios presuntamente otorgados por San Diego de Alcalá fue la protección de las cosechas, que en ese territorio español quedaron destruidas una vez ante una invasión de esas hormigas.
Para el investigador Hamilton Silva, los frailes franciscanos fueron los que trajeron esa imagen católica hasta la isla de Ometepe, a la cual los indígenas terminaron bailándole como hacían con sus dioses originales.

La diferencia es que los primeros pobladores de estas tierras tenían un buen número de ídolos a los que adoraban al ritmo de los atabales -grupo conformado por dos tambores bombos, seis medianos y cuatro pequeños-, a los cuales también les ofrecían muchas veces sacrificios humanos, acota.

A juicio del autor de Ometepe su historia, mitos y leyendas, esta fiesta de Altagracia es una de las más grandiosas en este país centroamericano, porque refleja la identidad, las raíces y tradiciones de este pueblo, que aún conserva muchos rasgos indígenas.

Evidencias históricas halladas en la parroquia de esa ciudad demuestran que al llegar los españoles, los nativos conservaban sus tradiciones y hacían rituales a sus dioses, al son de tambores alrededor del ídolo o del dios presente.
"El baile de El Zompopo data de esa época, cuando los españoles hallan a nuestros aborígenes haciendo todos sus rituales en sus sitios sagrados, ellos quisieron conquistarlos usando métodos para atraerlos, hacían festividades, daban comidas y cerca llevaban a San Diego de Alcalá", afirma el historiador.
Así es como entró el cambio, la transición de la danza indígena destinada desde sus inicios a atraer bonanza a los cultivos, al baile colonial, sentenció.
Tras popularizarse muchas fueron las innovaciones que le dieron un sello especial a El Zompopo, cuyas manifestaciones primarias estaban asociadas a la necesidad de pedir algún favor especial a los dioses.
Silva afirma que muchas veces esos cultos incluían el sacrificio de indios jóvenes, casi siempre cerca del lago o en las faldas del volcán, pero cuando los españoles llegaron esto acabó.
Aunque el baile se conservó, comenzó a responder a un dios nuevo que los foráneos impusieron, junto con sus trajes, subrayó.
Faldas voladas y largas, con colores variados y flores sobre sus cabezas, conformaban el vestuario de las jovencitas que interpretan la danza de El Zompopo, pero en la versión moderna, estas utilizan pequeños y coloridos atuendos, en tanto los muchachos bailan sólo con pantalón.
Paralelo a ello son ofertadas ricas bebidas elaboradas con maíz y platillos de comidas tradicionales, como el pescado y sardina seca en baho; el come y cállate -guineo molido con cuajada-; el peor es nada -plátano asado con chicharrón- y el macho cansado -guineo molido, con algún aditivo.

Ello puede apreciarse cada noviembre, cuando comienzan las fiestas patronales en Ometepe y por varios días los isleños pagan promesas a San Diego, asisten a oficios religiosos, sacan en procesión la imagen del santo y le bailan El Zompopo.
Por lo general las celebraciones inician en la noche del 31 de octubre, cuando los isleños sacan a pasear por las distintas calles de Altagracia al ícono religioso y los atabales hacen temblar la tierra, acompañados de dos poesiyeros o copleros que compiten entre sí mediante sus versos.
Un prolongado Aaaaaay, que hace callar los tambores, anuncia cuando uno de estos poetas populares comenzará a improvisar y de paso, a competir con su metal de voz con los cohetes de pólvora y otros juegos pirotécnicos que recorren el aire.
Mientras es repartido el atol -bebida hecha a partir de harina de maíz, disuelta en agua o leche hervida, con canela, azúcar y una pizca de sal-, para agasajar a los concurrentes, igual que la chicha bruja, la horchata y otras.
Durante esas jornadas la imagen de San Diego sale todas las mañanas de la iglesia, después de una misa, para la casa de uno de los lugareños, y en la tarde visita otra, donde es velada hasta el siguiente día.
Pero quizás la actividad más singular de este ritual es el Tope, encuentro entre una réplica pequeña del santo y la imagen grande del mismo, que es la que visitó todos los días diferentes hogares.
Este momento cumbre tiene lugar el 12 de noviembre y es probablemente el de mayor algarabía, por cuanto la gente baila El Zompopo al ritmo de los tambores y recordando la plaga que hubo hace muchos años.
El 13 de noviembre es el Día de San Diego y en su honor se acostumbra hacer una función solemne, en tanto el 16 y el 17 los creyentes pagan sus promesas de distintas maneras.
Desde la noche del primer día es repartido el tibio, otra bebida típica, y al amanecer se realiza la oración de la alborada, luego de la cual el pueblo vuelve a volcarse a las calles para bailar El Zompopo.
La procesión del 17 de noviembre es otro capítulo de estas festividades, marcadas por el colorido y la generosidad, pues junto a la imagen de San Diego bailan centenares de personas y reparten pedazos de pan, en recordación de la lección cristiana de compartir la comida con los pobres.
Ometepe, la isla más grande del mundo situada dentro de un lago de agua dulce, el Cocibolca, en el centro de Nicaragua, abarca 276 Kilómetros cuadrados y está habitada por 35 mil descendientes de toltecas, mayas, aztecas, nahuales, olmecas, chibchas, tiwanacos, y otros pueblos indígenas.
Los españoles la avistaron por primera vez hacia el 21 de enero de 1522 y en la medida en que avanzaron en la colonización de la misma ahuyentaron a sus pobladores originarios, quienes optaron por refugiarse en las cumbres de los volcanes Concepción y Madera.
Estos primeros padres y madres de Ometepe dejaron tras de sí petroglifos espectaculares que sus antepasados grabaron, quizás inspirados en sus dioses, los cuales los conquistadores europeos obligaron a esconder para imponer los suyos mediante prácticas como las que rodean a El Zompopo.